Pedro Marqués de Armas
Fue el último de una larga tradición de neuropsiquiatras
cubanos formados en Francia. Alumno de Henri Claude en la Clínica de
Enfermedades Mentales y del Encéfalo de Sainte-Anne, coincide allí, entre 1926
y 1928, con Lacan, Ey, Baruk y Delay, entre otros.
Agustín M. Abril se ubica entre las figuras
sobresalientes de la segunda generación republicana, la que marca el cisma
entre la orientación norteamericana, en pleno ascenso, y la francesa, en
declive. Introduce, justo entonces, el “psico-biologismo” francés, influyendo
en la posterior recepción de Henri Ey.
Al contrario de Juan Portell Vilá, también
alumno de Claude, pero que se decanta por el psicoanálisis y la Higiene Mental
proponiendo, a su regreso a La Habana, la creación de dispensarios y servicios
abiertos; Abril sigue la vertiente clínica de su maestro: actualiza la
psicopatología y la nosografía, y se encarga, en el Hospital de Dementes, tanto
de la organización del servicio de agudos como de la docencia.
Al difundir la concepción psico-orgánica se
apartaba del degeneracionismo dominante entre los psiquiatras de viejo cuño.
Abril escribió artículos actualizados sobre
esquizofrenia, psicosis alucinatoria crónica, paranoia y confusión mental. Como
responsable desde 1930 de la Clínica Psiquiátrica de Mazorra intentó introducir
las clasificaciones más recientes. Su labor coincide con las trasformaciones
que tuvieron lugar en Mazorra, apoyadas por el gobierno de Gerardo Machado.
En este sentido, el 24 de noviembre de 1930,
al inaugurarse diversas obras en aquella institución, disertó en el salón de
actos sobre la esquizofrenia.
A petición del director, Dr. Miguel Rodríguez
Machado, impartió entre 1930 y 1931 una serie de conferencias en la Escuela de
Enfermería que serían publicadas en la revista La Enfermera Nacional. Aunque no recogidas en libro, constituyen, probablemente,
en cuanto a psicopatología, el documento más exhaustivo hasta esa fecha
(incluían, entre otros, los siguientes tópicos: “Trastornos de la percepción”,
“Alucinaciones", “Ilusiones”, “Mecanismos de los delirios” , “Los delirios en la
Clínica”, “Síndrome Deficitario” y “Síndrome de Excitación”).
En una de estas conferencias expresaba que
Mazorra no era ya, exclusivamente, un asilo de crónicos, sino también una
clínica donde muchos enfermos curaban, lo que ejemplica con los resultados de las
salas “Gerardo Machado” e “Isabel Walker”.
Es su conferencia “Estado actual de los problemas de la esquizofrenia”, traza un recorrido por el concepto de Demencia Precoz
hasta Bleuler, para entrar a describir la psicopatología de dicha entidad, con
referencias a Kahlbaum, Bleuler, Baruk y Claude, así como a las diversas teorías
etiopatogénicas, incluyendo las de Kraepelin y Bunke, las tesis toxinfecciona de
Buscaino y Wolfer, las concepciones de Minkowski y Jung, hasta llegar a las
hipótesis neuroendrocrinas y hematológicas, y a los biotipos de Kretschmer.
Un ejercicio de legitimación que concluye con
la adhesión a las ideas de Claude.
Como se sabe, fue Claude el primero en separar
la demencia precoz del grupo de las llamadas esquizofrenias, tendiendo, así,
cierta demarcación entre lo orgánico y lo funcional dentro del paradigma
psico-orgánico del último Bleuler.
Diversos factores “funcionales”, como el PH y el riego sanguíneo, podían alterar el
cerebro.
Experiencias que años más tarde serían
matizadas y desarrolladas por Henri Ey, Abril, siguiendo a Claude, trae a
colación el esquema jacksoniano, verdadero punto de partida del modelo
psico-orgánico, llamado a establecer una diferencia entre los constructos demencia precoz (orgánico, defectual,
negativo) y esquizofrenia (funcional,
procesual-reactivo, positivo).
En su conferencia, pedía estudiar a los
esquizofrénicos de Mazorra (petición que ya había realizado Arístides Mestre) y
establecer un laboratorio de anatomía patológica.
Ordenar la nosología suponía una cuestión
práctica, toda vez que facilitaba el funcionamiento clínico-asistencial:
clasificar a los enfermos en agudos y crónicos, diseñar estrategias curativas
más o menos abiertas, con criterios de admisión y de alta, y llevar a efecto,
en fin, lo que denominan entonces “orientación científica” del asilo.
La categoría de esquizofrenia había sido señalada en Cuba por Arístides Mestre en 1911, asunto al
que vuelve en su artículo “Demencia precoz y esquizofrenia: Bleuler y Claude”,
presentado en 1927 a la Sociedad de Psiquiatría y Neurología
Desde 1925 circulaba una avalancha de información
sobre la entidad que llega fundamentalmente a través de Archivos de Medicina, Cirugía y
Especialidades, donde publican Banús, Sacristán y Prados, entre otros
autores españoles que abordan la esquizofrenia.
El 15 de mayo 1936 Abril presentó, en la
Sociedad El Liceo de Sagua la Grande, la ponencia "El problema de la
locura en Cuba considerado desde el punto de vista social", publicada en Medicina de Hoy y reproducida en Revista Médica Latino-Americana.
Abandona entonces la psiquiatría pública, para desempeñarse como pediatra del Hospital
Municipal de la Infancia de La Habana, orientando sus labores hacia la
neuropsicología infantil, al tiempo que mantenía su consulta privada donde
siguió atendiendo a enfermos adultos.
El 30 de mayo de 1936, ya como facultativo del
Hospital Municipal, expone “Un caso clínico de histeria infantil”.
En 1937 publica en el Boletín de la Sociedad de Pediatría, "Encefalografía en el
estudio de las encefalitis infantiles", y al año siguiente, en Archives de médicine des enfants de Paris,
"Séguelles neuro-mentales des meningites". Su obra pediátrica es
bastante extensa.
Agustín Matías Abril Pérez era natural de Sagua la
Grande, e hijo del destacado médico higienista Agustín Abril Letamendi.
Fue miembro de la Sociedad Cubana de Psiquiatría
y Neurología desde 1929. Por decreto del Presidente de República y del Secretario
de Sanidad y Beneficencia fue nombrado, el 30 de junio de 1930, para la plaza
que ocuparía en Mazorra. En julio de 1930 inauguró las sesiones
clínico-prácticas del Hospital de Enajenados, con la presentación de un caso de
Psicosis alucinatoria crónica. En 1932 ganó por oposición la beca científica de
aquella institución.
Abril no podía ser más cercano al gobierno de
turno. De todos los médicos colocados en Mazorra durante la reforma machadista
resulta, después del director y primo del jefe de estado, Miguel Rodríguez
Machado, quizás el más próximo.
El 16 de junio de 1932 contrajo matrimonio en
la Iglesia “Lutgardita”, del reparto bautizado como “General Machado”, con
Berta Pascual Portuondo, hija del doctor Julio Pascual Caro. Firmaron el acta
matrimonial por parte de la novia: el propio presidente de la República, el
Secretario de Sanidad, Francisco M. Fernández, y el entonces mediático capitán
Gandía, designado para ocuparse de la remodelación arquitectónica
de Mazorra; mientras servían de testigos, por la parte del novio, casi todos
los integrantes del cuerpo facultativo del asilo.
Se trata, en cierto modo, a esas alturas, de
un coronamiento tardío: el del entramado político-psiquiátrico-familiar de
Mazorra, sin duda epítome de la república moral del machadato.
En el Congreso Médico Nacional de 1939 propuso
la creación de servicios modernos de psiquiatría en cada provincia. Integró el
consejo de redacción de Medicina de hoy,
donde publicó numerosos artículos, y colaboró habitualmente en Revista de Psiquiatría y Neurología, Archivos de medicina infantil, Boletín de la Sociedad Cubana de Pediatría,
Boletín del Instituto Internacional
Americano de Protección de la Infancia, Salubridad
y asistencia social y Revista de
Tuberculosis, entre otras. Fue también médico de la Casa de Salud La
Purísima Concepción.
Abril tuvo, junto a Alfredo Recio, su consulta
en San Lázaro 331, la cual se anunciaba en enfermedades mentales y
nerviosas, sífilis del sistema nervioso, metabolismo y nutrición, y régimen de
adelgazamiento (1930). Su clínica privada en la calle 23, establecida más
tarde, fue una de las más concurridas de la sociedad habanera en los años cuarenta
y cincuenta, y una de las primeras en introducir la terapia electro-convulsiva.
Fue cercano a la familia Loynaz, asistiendo
durante años al poeta Carlos Manuel Loynaz, al que diagnosticó de Esquizofrenia
paranoide “con accesos maníacos”. En un informe médico revelado por Dulce María
Loynaz en 1987, para defenderse de la acusación de haber destruido el
manuscrito de la obra de teatro “El Público”, de Federico García Lorca, el médico
expuso: “Es entonces cuando se muestra hiperactivo, inadaptable, impulsivo, con
ideas de persecución, castigando y agrediendo a las personas (familiares,
médicos, enfermeras) que se oponen a sus propósitos, resultando también
entonces de mayor peligrosidad, pues es necesario recordar que el señor Loynaz,
no sólo presenta déficit en sus funciones mentales, sino que las conserva y las
pone al servicio de sus ideas mórbidas”.
En cierto paseo por La Habana con la familia
Loynaz, Abril retó a la hermana de Dulce María, la formidable y excéntrica
Flor, a improvisar un soneto. Y este fue el resultado, un soneto supernumerario:
Ya que el Doctor Abril quiere un soneto
Accedo a complacerle
presurosa
Robaré los perfumes a
la rosa
Robaré al ruiseñor su
canto inquieto
Parece haberme dado un amuleto
La musa que se
muestra generosa
Pues el verso me es
fácil cual la prosa
¡Y terminado queda
otro cuarteto!
De modo que de
acuerdo a lo pactado
El vasito de ron
apetecido
Espero que por fin me
lo he ganado
Pues al Templete aún
no hemos llegado
Y ya queda el soneto
concluido
Doctor Abril, lo dejo
complacido,
le dedicó este
soneto, improvisado.
Sus últimas publicaciones datan de 1960.
En la sección Panóptico Habanero de La Habana
Elegante. Segunda época, reproducimos hace ya algunos años su artículo "Un enfermo mental interesante".
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