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sábado, 30 de marzo de 2019
jueves, 28 de marzo de 2019
Iconografía del Hotel Telégrafo
“The Telegraph Hotel”, “El Telégrafo”, en su
original emplazamiento en la calle Amistad, frente al Campo de Marte y los
terrenos del ferrocarril. Fotografía de Charles DeForest Fredricks, realizada,
según Robert M. Levin, en 1857. Con más probabilidad, en 1860, durante la inauguración del Hotel.
Según The
Stranger in the Tropics, una de las primeras guías turísticas de Cuba
(1868), el Telégrafo era el hotel más confortable de la ciudad y el
único construido con tal propósito. De un vistazo sabemos quién era el
propietario: un catalán llamado Juan Miguel Castaneda; qué sitios de
interés lo circundan: el Campo de Marte, la Estación de Villanueva, los famosos
cafés Marte y Belona y Flor del Valle; y que ofrece servicio “at all hours” en
varias lenguas: inglés, alemán, francés y español
Una manifestación integrista delante del Hotel Telégrafo hacia 1868
Otra interesante guía, la Norton's complete hand-book of Havana and
Cuba (1900), ofrece esta habitación que asegura bien iluminada y a resguardo de moscas y mosquitos
¿Finales del XIX?
Desde el arbolado del Paseo del Prado, con escena callejera y anuncio al fondo de La Vizcaína
En tiempos de Valenzuela. Con los kioskos emplazados en cada esquina
Desde el Parque Central, tras las ramas y el quiosco esquinero. A la derecha, un agente de las brigadas de limpieza
Mismo quiosco, otro ángulo
Detrás de las matas
Según Cuba y América, hacia 1906
Antes de la reforma de 1911
Sus dueños. En su mejor momento
Tras la reforma en 1915
Con su habitual anuncio en inglés
Hacia 1930. Chocolate ambrosía. Con sus altos lumínicos
Bien al fondo. Circa 1932
Al fondo, con el Sevilla delante
Los portales, treinta y pico
Desde el Prado, estatua de Manuel de la Cruz por delante
Tranvía lleno y trasiego elegante
En plenos cincuenta
Cuchilla que cercena o viento huracanado
El pueblo celebrando el triunfo para Life
Tapiado. El largo eclipse
martes, 26 de marzo de 2019
El freudismo en la literatura contemporánea
José Carlos Mariátegui
El freudismo en la
literatura no es anterior ni posterior a Freud: le es simplemente coetáneo. Ortega
y Gasset considera seguramente el freudismo como una de las ideas peculiares
del siglo XX. (Más preciso sería tal vez decir intuiciones en vez de ideas). Y,
en efecto, el freudismo resulta incontestablemente una idea novecentista. El
germen de la teoría de Freud estaba en la conciencia del mundo, desde antes del
advenimiento oficial del Psicoanálisis. El freudismo teórico, conceptual, activo,
se ha propagado rápidamente por haber coincidido con un freudismo potencial,
latente, pasivo. Freud no ha sido sino el agente, el instrumento de una
revelación que tenía que encontrar quien la expresara racional y
científicamente, pero de la que en nuestra civilización existía ya el
presentimiento. Esto no disminuye naturalmente el mérito del descubrimiento de
Freud. Por el contrario lo engrandece. La función del genio parece ser,
precisamente, la de formular el pensamiento, la de traducir la intuición de una
época.
La actitud freudista de la literatura contemporánea aparece
evidente, mucho antes de que los estudios de Freud se vulgarizaran entre los
hombres de letras. En un tiempo en que la tesis de Freud era apenas notoria a
un público de psiquiatras, Pirandello y Proust —por no citar sino dos nombres
sumos— presentan en su obra, rasgos bien netos de freudismo.
La presencia de Freud en la obra de Pirandello no aparece
como resultado del conocimiento de la teoría del genial sabio vienés, sino en
lo que Pirandello ha escrito en su estación de dramaturgo. Pero Pirandello
antes que dramaturgo es novelista y, más específicamente, cuentista. Y en
muchos de sus viejos cuentos, que ahora reúne en una colección de veinticuatro
volúmenes, se encuentran procesos psicológicos del más riguroso freudismo.
Pirandello ha hecho siempre psicología freudista en su literatura. No es por un
mero deporte anti-racionalista que su obra constituye una sátira acérrima, un
ataque sañudo a la antigua concepción de la personalidad o psiquis humana. En
el propio Matías Pascal, publicado hace veinticinco años, se percibe una
larvada tendencia freudista. El protagonista pirandelliano, que ha muerto, como
Matías Pascal, para todos, por la equivocada identificación de un cadáver que
tenía toda su filiación, y que quiere aprovechar de este engaño para evadirse
realmente del mundo que lo sofocaba y acaparaba, no consigue morir como tal
para sí mismo. Adriano Meis, el nuevo hombre que quiere ser, no tiene ninguna
realidad. No consigue librarse de Matías Pascal, obstinado en continuar
viviendo. La infancia y la juventud del evadido gravitan en su conciencia más
fuertemente que la voluntad. Y Matías Pascal regresa, resucita. Para volver a
sentirse alguien real, el desventurado personaje pirandelliano, necesita dejar
de ser la ficticia criatura surgida por artificio de un accidente.
En las últimas obras de Pirandello, este freudismo se torna
consciente, deliberado. Ciascuno al suo modo, por ejemplo, acusa la lectura y
la adopción de Freud: Uno de los personajes, Doro Pallegari, ha hecho en una
tertulia distinguida la defensa de una mujer, cuyo nombre no puede ser
pronunciado en la buena sociedad sino para repudiarlo. Esta conducta es
comentada con escándalo, al día siguiente, en la casa de Doro Pallegari, en
momentos en que éste llega. Interpelado, Doro responde que ha procedido por
reacción contra las exageraciones de su amigo Francisco Savio. No está
convencido de lo que ha dicho defendiendo a Delia Moreno. Todo lo contrario.
Uno de los presentes, Diego Cinci, le sostiene entonces la tesis de que su
verdadero sentimiento es el que ha hecho explosión la víspera. Quiero
reproducir textualmente este pasaje:
Doro.—Me haces reír te digo.
Diego. —En el hervor de la discusión de anoche te ha salido
a flote y te ha aturdido y te ha hecho decir "cosas que no sabes".
Claro. Crees no haberlas pensado jamás, y en tanto, las has pensado, las has
pensado!
Doro.—¿Cómo? ¿Cuándo?
Diego.—A escondidas de ti mismo. ¡Querido mío! Como existen
los hijos ilegítimos existen también los pensamientos bastardos!
En el resto de la comedia no se razona ni se teoriza más.
Pero, en cambio, la acción misma y el desarrollo mismo son patéticamente
freudianos. Pirandello ha adoptado a Freud con un entusiasmo que no se constata
en los psicólogos y psiquiatras italianos, entre los cuales prevalece todavía
una mentalidad positivista, que por lo demás se acuerda bastante con el
temperamento italiano y latino. (Me referiré, a propósito, entre mis recientes
lecturas, a una obra en dos gruesos volúmenes del profesor Enrico Morselli —La
Psicanalisi, 1926, Fratelli Bocca, Turín— para apuntar, marginalmente, que el
eminente psiquiatra italiano, cita con distinción los trabajos del profesor
peruano Dr. Honorio Delgado, a quien señala como uno de los mejores expositores
de la doctrina de Freud).
El caso de Proust es más curioso aún. El parentesco de la
obra de Proust, con la teoría de Freud, ha sido detenidamente estudiado en
Francia —otro país donde el Freudismo ha encontrado más favor en la literatura
que en la ciencia— por el malogrado director de la N.R.F. Jacques Riviére,
quien, con irrecusable autoridad, afirma que Proust conocía a Freud de nombre
solamente y que no había leído jamás una línea de sus libros. Proust y Freud
coinciden en su desconfianza del yo, en lo cual Riviére los encuentra en
oposición a Bergson, cuya psicología se funda a su juicio en la confianza en el
yo. Según Riviére, Proust ha aplicado instintivamente el método definido por
Freud». De otro lado, «Proust es el primer novelista que ha osado tener en
cuenta, en la explicación de los caracteres, el factor sexual». El testimonio
de Riviére, establece, en suma, que Freud y Proust, simultáneamente,
sincrónicamente, el uno como artista, el otro como psiquiatra, han empleado un
mismo método psicológico, sin conocerse, sin comunicarse.
En la actualidad, el freudismo aparece difundido a tal punto
entre los literatos que Jean Cocteau, que no se escapa tampoco a la influencia
psicoanalista, propone a los jóvenes escritores la siguiente plegaria: «¡Dios
mío, guárdame de creer en el mal del siglo, protégeme de Freud, impídeme
escribir el libro esperado!». Francois Mauriac, a quien la Academia Francesa,
acaba de premiar por su novela Le Desert de L'Amour, constata con un cierto
orgullo que la generación de novelistas a la que él pertenece escribe bajo el
signo de Proust y de Freud, agregando en cuanto le respecta: «Cuando yo escribí
Le Baiser au Lepreux y Le fleuve de Feu, no había leído una línea de Freud y a
Proust casi no lo conocía. Además, yo no he querido deliberadamente que mis
héroes fuesen tales como son».
Freud, en un agudo estudio sobre Las Resistencias al Psicoanálisis, examina el origen y el carácter de éstas en los medios científico y filosófico. Entre los adversarios del Psicoanálisis señala al filósofo y al médico. Monopolizado por la polémica, Freud se olvida en este ensayo de dedicar algunas palabras de reconocimiento a los poetas y a los literatos. Aunque las resistencias al Psicoanálisis no son, según Freud, de naturaleza intelectual, sino de origen afectivo, cabe la hipótesis de que, por su inspiración subconsciente, por su proceso irracional, el arte y la poesía tenían que comprender, mejor que la ciencia, su doctrina.
El consultor bibliográfico, Año III, núm. 18, enero de 1927, Barcelona, pp. 11-14; antes en Variedades, Lima, 14 de Agosto de 1926.
sábado, 23 de marzo de 2019
martes, 19 de marzo de 2019
Educación sexual y psicoanálisis. El caso cubano de Juan Portell Vilá
Pedro Marqués de Armas
En febrero de 1925 un editorial de la Revista
de Medicina Legal de Cuba, anunciaba la creación de una nueva sección en sus páginas: la de neuropsiquiatría. Desde la extinción de Archivos de
Medicina Mental una década antes, los psiquiatras cubanos no habían
contado con un espacio de prensa propio donde dar a conocer sus trabajos. Confiada
a un “joven que después de dos años en los mejores servicios hospitalarios e
instituciones afines de Francia, Alemania y Suiza, acaba de regresar a su
país”, ese joven que asumía el papel de redactor de su disciplina era Juan
Portell Vilá.
En
noviembre del año anterior, Portell había regresado a La Habana, con el
propósito de fundar una Liga de Higiene Mental a semejanza de la establecida en
París, de cuyo desarrollo fuera testigo y participante. La novedad no radicaba
tanto en una propuesta que, tal como se desenvolvía la sanidad cubana, con una
creciente proyección social, estaba al caer; sino en que ésta fuera lanzada por
un médico que, además de bien relacionado con el movimiento de higiene mental
francés, se presenta como conocedor de la “nueva ciencia” del psicoanálisis.
El
psicoanálisis era la novedad. Si al comenzar los años veinte resulta todavía
poco conocido y su difusión en forma de artículos y referencias es muy ocasional,
todo cambia de manera más bien súbita hacia 1925, al producirse, a partir de
entonces, una circulación constante tanto en revistas médicas como en la prensa
cotidiana. Buena parte de esa expansión, sobre todo en el ámbito cultural,
estaría motivada por la visita a la Isla, casi siempre invitados por la Institución
Hispanocubana de Cultura -es decir, gracias a Fernando Ortiz- de intelectuales
y médicos españoles que contribuyen a su divulgación. Fue a través de éstos que
el psico-análisis, a veces con guion, o todavía en femenino, impregna “a la
española” los círculos intelectuales; esto es, ligado a la medicina y, en general,
a una moral regeneracionista que tendrá sustento, también, en la filosofía y el
pensamiento religioso.
El
listado de visitantes que hablan en espacios públicos de las tesis freudianas
es largo, comenzando por la pedagoga María de Maeztu, y siguiendo con Gregorio
Marañón, Roberto Novoa Santos, Luis Jiménez de Asúa, José A. Laburu y Emilio
Mira y López, entre otros. Para que se tenga idea del interés que despertó en
el público cubano la “cuestión sexual”, se calcula que a la conferencia de
Marañón sobre “intersexualidad”, celebrada en diciembre de 1927 en el teatro
Payret, asistieron más de 6000 personas; la inmensa mayoría tuvo que
conformarse con escucharla en los alrededores del Parque Central donde se
colocaron potentes altavoces.
No obstante,
nada indica que quienes se interesaron en el psicoanálisis tuvieran noticias
solo a partir de esas conferencias. Circulan con anterioridad las Obras Completas de Freud, en la
traducción de López-Ballesteros, artículos sobre su asimilación en Estados Unidos,
y no pocos libros de autores franceses que se aproximan al psicoanálisis desde
la propia psiquiatría, la psicoterapia y la higiene de la infancia.
Hacia 1926 es visible una creciente
adscripción a las teorías de Freud entre médicos, juristas y pedagogos, siempre
en el interior de instituciones que no parecen sentirse amenazadas, en parte
por su notable corporativismo, y porque quienes asimilan dichas enseñanzas no
pretenden pronunciarse contra los pilares de la medicina. Podemos señalar los
nombres de Raimundo de Castro, Federico Grande Rosi, Rodolfo Julio Guiral, René
de la Valette, Gaspar Jovet, Juan Antiga y, sobre todo, a Juan Portell Vilá.
Desde la
Cátedra de Medicina Legal, ya en 1917, de Castro reconocía la importancia del
psicoanálisis en criminología, pues a su juicio era imprescindible comprender
los “complejos mentales” que movían al criminal. Guiral se vale del método en
casos de “psiconeurosis”, usándolo de modo “silvestre” y dubitativo. De la
Vallete lo aplica en el ámbito clínico, sobre todo a nivel privado. Jovet habla
de un “psicoanálisis sintético” que emplea con enfermos de Mazorra. Y Grande y
Antiga pretenden, hasta donde conocemos, destacar su valor dentro de la
medicina o bien en las fronteras con la cultura y la psicología social.
Por su parte, aunque el psicoanálisis no tuvo
entre los intelectuales y escritores cubanos de la década
minorista/vanguardista -es decir, entre los años 1923 y 1933- una gran
resonancia, no faltan ejemplos de su influjo en la creación artística, así como
en el ensayo y la crítica, incluyendo algún que otro debate apenas esbozado.
Pero este será tema para otra ocasión.
Neurólogo, psiquiatra, eugenista,
médico-forense, entendido en la educación de menores, y hasta teósofo, bien
plantado desde su llegada en los circuitos académicos, respetado por sus
antecedentes parisinos, Portell Vilá lo tenía todo para hacer valer las teorías
freudianas y ponerlas a circular. Los
dos resortes de fondo que alentaran la “socialización”
del psicoanálisis en Francia, Estados Unidos, e incluso en España, se
encontraban en Cuba en su apogeo. De carácter prevencionista y anclados en el
positivismo “socio-biológico” estos resortes eran la Eugenesia y la Higiene
Mental, corrientes estrechamente relacionadas, capaces de comunicar una serie
de prácticas en estricto vínculo con la medicina, la educación y el derecho.
Ambos resortes se venían articulando en Cuba
desde la década de 1910, a muy pocos años de su emergencia. La higiene mental
había despuntado en Estados Unidos tras la publicación, en 1908, de The
Mind that Found Itself, exitoso opúsculo del antiguo paciente y ahora líder
comuninario, Clifford Beer, entrando en consonancia con las concepciones del
psiquiatra de origen judío Adolf Meyer, quien destacaba el papel del ambiente y
de las “reacciones” en la génesis de los disturbios mentales.
Sin embargo, no será hasta los años veinte a
través de los vínculos con la higiene mental francesa, y obedeciendo a la
progresiva internacionalización del movimiento, que se crean en Cuba las
condiciones para establecer una Liga de Higiene Mental, la cual se gestará en
la práctica entre 1924 y 1929.
Los higienistas de la
mente eran por definición eugenistas. No existía a esas alturas, salvo
excepciones, una oposición entre los propósitos de mejorar la sociedad
siguiendo vías ambientalistas que actuando sobre la descendencia. El control de
la natalidad y de la trasmisión de enfermedades hereditarias terminó por
acoplarse a una serie de intervenciones higiénicas de largo alcance que, no
obstante orientadas hacia el conjunto social, se dirigían con énfasis hacia las
clases bajas o medias, bien de modo directo sobre familias y barrios, o bien de
manera indirecta a través de las escuelas, las fábricas y los dispensarios.
Si la profilaxis mental quería tocar fondo,
tenía que posicionarse en la detección precoz de una variada gama de
enfermedades y, sobre todo, anticiparse a ellas por medio de la puericultura y
la eugenesia. Como expresa Portell Vilá en uno de sus textos: “La profilaxis
mental debe basarse primeramente en la Eugenesia”.
Al término de
la guerra de 1914 fue cada vez mayor, en Europa y Estados Unidos, la absorción
de las ideas de Freud, siendo éstas colocadas al servicio de proyectos
eugenénicos e higiénico-pedagógicos. Su compulsiva socialización implicó desde
temprano el acoplamiento a presupuestos biológicos y políticas sanitarias
estatales. Al regresar a Cuba en el otoño de 1924, Portell Vilá encontró
todo un entramado de instituciones que clamaban por un nuevo ordenamiento y
nuevas partidas presupuestarias. En breve se asistiría durante el Gobierno de
Gerardo Machado a la expansión de las mismas. Nunca antes fue tan potente la
relación medicina-Estado, consolidándose una utopía nacionalista –etnocientífica–
que parecía alcanzar su apoteosis.
(Para continuar, aquí el texto completo).
jueves, 14 de marzo de 2019
El niño inestable y su tratamiento
Crónica Médico Quirúrgica, T-55, 1929, pp. 107-13, y Revista
Bimestre Cubana, vol. XXIV, no 2, marzo-abril de 1929, pp. 247-55. El texto
fue presentado al Primer Congreso Nacional del Niño, celebrado en 1928. Se
reprodujo en el Monitor de la Educación
Común, Año 48, no. 673, Argentina, Consejo Nacional de Educación, 1929; y
un resumen del mismo apareció en La
Escuela Moderna, Madrid, 1929.
martes, 12 de marzo de 2019
La profilaxia mental como uno de los grandes factores de la medicina social
Juan Portell Vilá
Dedicado al Senador Alberto
Barreras, que tanto se ha distinguido, siempre, por todo lo que signifique
cultura y progreso
Cuando por primera vez se creó un Comité de
Higiene Mental en la ciudad de Nueva York, surgiendo luego, como un convencido apóstol,
Mr. Clifford Beers, nunca se pensó que en tan pocos años se llegase a realizar
una obra tan gigantesca y que esa propaganda se extendiera con tanta facilidad
al Canadá y posteriormente a Francia, culminando en 1920 con la creación de una
Liga de Higiene Mental, la primera en Europa, siendo sus principales fundadores
el Dr. Toulouse y Mr. Genil-Perrin, quienes con la entusiasta colaboración de
los Drs. Briand, Colin, Klippel, Claude, Marchand, Mignard, Roubinovith,
Capgras, Rogues de Fursac y otros colaboradores extranjeros, citando solamente
entre ellos a los Drs. Targowla, Minkowski y el que tiene la oportunidad de
escribir estas líneas; se ofreció al público en 1922, una institución modelo en
su clase: el “Dispensario de Profilaxia Mental” adjunto al Asilo “Santa Ana”.
Teniendo como principal iniciativa atraerse a
una gran parte del público, que decepcionado de la Medicina, por sufrir
trastornos emocionales de larga duración, se impacientan la mayor parte de las
veces, y en constante peregrinación, van pasando de uno a otro Consultorio, sin
que se les atienda con el cariño y la consideración que merecen sus dolencias.
Un movimiento análogo se ha ido extendiendo a
otras naciones, entre ellas Checo-Eslovaquia, Hungría, Bélgica, Brasil, etc.,
al extremo que cuando tuvimos la ocasión de asistir en 1923 a la Gran Asamblea
de Higiene Mental de París, concurrieron más de veinte delegados extranjeros
ante un público inmenso congregado en el paraninfo de la Universidad de la
Sorbonne.
La profilaxia mental y sus propósitos
El objeto de la Profilaxia Mental es prevenir
el desarrollo de los trastornos psicopáticos, ofreciendo a la Sociedad un nuevo
abrigo a sus influencias nocivas, bajo la forma de Consultorios y Dispensarios
llamados “Servicios abiertos para pequeños psicópatas”, en donde recibir
consejos prácticos y tratamiento adecuado, todo ciudadano que padezca de
trastornos nerviosos.
Así como también, la creación de “Servicios
Públicos” con asistencia completa, para cuyo ingreso no se hace necesario la
presentación de certificados médicos anteriores, ni la intervención de las
autoridades, para justificarlo. Basta tan solo que el paciente demuestre por el
examen médico que presenta síntomas y signos que lo hacen peligroso para sí y
para su semejantes; que sea ciudadano y que lleve cuando menos un año de residencia
en dicha Ciudad; obediencia a los reglamentos interiores de la institución y
que en el momento de su ingreso esté presente uno de sus más próximos
allegados.
Las mismas facilidades se le ofrecen para su
salida en cuanto pide el alta; sobre todo, si ha mejorado de los síntomas más
alarmantes o bien si es reclamado por sus mismos familiares.
Está demostrado que la asistencia
pública, en cuanto a la psiquiatría se refiere, presenta las mayores deficiencias
y ofrece enormes lagunas en todas las naciones civilizadas, y por tanto que la
sociedad se encuentra desarmada ante la invasión, cada día más creciente, del
número de personas que sufren de trastornos mentales.
Además, sentimos todavía el peso
de una triste rémora, el prejuicio de que la Locura es una enfermedad incurable e
inevitable; y basándose en esos principios se han ido descuidando todos los
positivos progresos que la Medicina Mental, en el terreno privado y en la
clientela particular, ha venido conquistando.
Y es por eso, que para lograr
mayores frutos debemos empezar con una labor de divulgación como ésta, inculcando
en la opinión pública, la enorme diferencia que existe entre un “psicópata” y
un “alienado”, lo mismo desde el punto de vista pronóstico como del tratamiento
que debemos emplear. Los primeros tenemos que dividirlos además en pequeños y
grandes psicópatas, anticipando también que muchos de ellos son curables y que
la mayor parte de los restantes, suelen ser inofensivos; es decir, que son
capaces de vivir en sociedad con más o menos tropiezos, pero que no justifica
nuestra indiferencia y que en muchas ocasiones sean conducidos a un asilo donde,
lejos de aumentar las posibilidades de una curación, sufren tratos inadecuados
y adquieren amistades sumamente perjudiciales para su porvenir, ya de por sí un
tanto sombrío.
En cambio, no diremos lo mismo cuando se trate
de alienados, que constituyen un constante peligro para los familiares y la
sociedad toda y que deben ser recluidos y vigilados constantemente.
Y de esa gran distribución nace la posibilidad
de una labor profiláctica, teniendo presente que los estados psicopáticos son
tan modificables como las mismas enfermedades físicas.
Esto lo demuestran con toda claridad muchas estadísticas, pues solamente de los asilos del departamento del Sena salen todos
los años como dos mil pacientes muy mejorados y un gran número de ellos
completamente curados.
Así podemos comprobar que la manía y la melancolía
simples, son tan curables como la fiebre tifoidea, aunque para ello se necesite
mayor tiempo. Desde luego, que son pacientes que están sujetos a recaídas; pero
esa misma frecuencia la tenemos en los reumáticos, colíticos, litiásicos, etc.,
etc., y sin embargo, dichos sujetos no se retraen de sus ocupaciones y continúan
produciendo, en las épocas en que su estado de salud se lo permite.
Haciendo nuevas comparaciones, podríamos
repetir que antiguamente se creía que la tuberculosis era incurable, porque
desgraciadamente solo se conocían en sus formas más avanzadas; pero a medida
que se fueron perfeccionando los métodos de laboratorio y la observación
clínica, se ha reducido enormemente su mortalidad, siempre que acudamos desde
las primeras manifestación a curar a nuestros enfermos; es decir, que un diagnóstico
precoz, permitió un tratamiento precoz y de ahí tan beneficiosos resultados.
Pues otro tanto podríamos decir de las
enfermedades mentales y nos aventuramos a repetir: Que están en un mismo nivel
de probabilidades la curación del cáncer y la de la demencia precoz. Si hay una
corriente muy favorable en favor de la primera, con resultados tan halagüeños
y esperanzadores, entonces, ¿por qué no realizar una intensa campaña en pro de
la segunda, uniendo todos los esfuerzos y la colaboración, con los elementos necesarios
para el avance de su terapéutica?
Insistiremos nuevamente, que la lucha contra
las causas que determinan la locura, deben instituirse sobre la base de un
diagnóstico precoz y una higiene bien dirigida.
¿Y cuáles son los medios oficiales de que
disponemos en Cuba para llevar a cabo una obra tan provechosa para la nación?
Ninguno.
Es por eso que rogamos a los poderes públicos algún
apoyo material en este sentido y que se nos conceda algún local apropiado donde
podamos continuar esa obra tan bienhechora que por circunstancias especiales ya
habíamos contribuido en el extranjero, divulgando entre nosotros los medios más
fáciles para conseguir el mismo resultado que en Francia y en los Estados
Unidos.
La lucha contra las causas de la
locura
Aparte de otras máximas que mencionaremos más
adelante, desde el punto de vista trascendental, la profilaxia mental debe
basarse primeramente en la Eugenesia.
Como es de suponer, si fuera posible una
eugenesia integral, ella por sí solo, sería lo suficiente para realizar una
obra bastante eficaz y definitiva; pero como tales esperanzas no pasan del
terreno de la utopía, nos contentaremos con proponer algunas máximas que
siempre que no le concedamos la importancia que se merecen, tarde o temprano tendríamos que arrepentirnos.
El concepto que tiene la mayoría del público
sobre la herencia, la degeneración, la predisposición, las causas determinantes
y ocasionales de los procesos mentales; es bastante confuso y abigarrado. Pero en
general, por una vulgar experiencia, todo el mundo sabe que una herencia
acumulada y con mayor motivo cuando es por ambas partes, suele ser funesta para
los descendientes. Así es, que sobre este punto no pensamos insistir por más
tiempo.
Refiriéndonos a los defectos físicos aparentes
y que caen dentro del capítulo de los estigmas de la degeneración, en general, suelen
tomarse asimismo en consideración, no precisamente desde el punto de vista
hereditario, sino por consideraciones estéticas y sociales y principalmente por
parte del bello sexo, realizándose así indirectamente, una gran campaña en
favor del mejoramiento de la especie.
En cuanto a la predisposición, ya sabemos que
es un capítulo bastante alambicado todavía, para la mayor parte del público que
desconoce su esencia y sus principales características, y que es precisamente
sobre lo que más tendríamos que insistir; porque aquellos individuos que le
pertenecen, son necesariamente, a quienes tendríamos que prestar nuestros
mayores cuidados, siendo ellos también los que nos van a proporcionar los
mayores éxitos en caso de una buena orientación y de la misma manera los que va
a comprometer nuestro crédito, cuando por error o ignorancia, los obligásemos a
renunciar a sus más bellos propósitos.
Como causas determinantes se citan las infecciones,
intoxicaciones y traumatismos craneales, que lesionando directamente las
células cerebrales provocan la aparición de trastornos mentales; como son por
ejemplo la sífilis, el alcoholismo crónico, los tumores cerebrales, los tumores
intensos de las glándulas endocrinas, etc.
Las causas ocasionales se refieren en último
término a aquellos sujetos que por su menor resistencia, cualquier enfermedad
es suficiente para revelar síntomas de la serie nerviosa y que nos demuestren
patológicamente un estado de predisposición hasta entonces oculto.
Índice de
capacidad biológica
Ya sabemos que es muy
difícil fijar un índice de capacidad biológica para poder autorizar en cada caso
particular, el matrimonio de individuos más o menos tarados, y con mayor
motivo, cuando se haya alcanzado el periodo de la pubertad sin haber presentado
aún síntomas suficientes para ser calificados de sujetos anormales o
predispuestos. Por tanto, sobre este punto nos limitaremos a recordar que la
consanguinidad, sobre todo si viene realizándose después de varias generaciones
sucesivas, es una de las fuentes más seguras para engendrar las anomalías y
mantener la predisposición de los trastornos neuropáticos.
Otra de las reglas que deben observarse y que
recomendamos a los padres de familia, es que se opongan a los matrimonios de
sus hijos cuando ambos cónyuges sean muy jóvenes; pues siendo muy frecuente en
el hombre la aparición de trastornos mentales alrededor de los veinte años, un
casamiento precoz en un predispuesto, podría precipitar en plena juventud la
aparición de dichos fenómenos.
Como un método defensivo cuentan hoy en día
las sociedades modernas, con la implantación del divorcio; pero si por
desgracia dicho matrimonio ya ha procreado varios hijos y entre ellos algunos
intensamente tarados, la previsión y la eugenesia, sufrirán un nuevo retraso y
tendríamos que dirigirnos entonces a ese nuevo elemento para evitar que se
repitiese en una nueva generación.
Como es de suponer, para que esa labor llegara
a ser fructífera habría que interesar y conmover con una campaña muy intensa,
el ambiente familiar y muchas veces, llegar hasta los más íntimos de los
secretos familiares para obtener datos fidedignos sobre los ascendientes, para
señalar en el árbol genealógico los elementos tarados y sacar prudentes conclusiones
en cuanto a la probable aparición de taras neuropáticas en las nuevas
generaciones.
Pero, sería mucho más factible hacerlo
indirectamente, por medio de la ficha escolar, que dividiríamos en tres
secciones. La primera, donde los familiares podrían anotar los antecedentes del
niño y sus características preescolares. En la segunda, quedarían consignadas
las observaciones pedagógicas hechas por el maestro. En la tercera, el resumen
psicopediátrico de los exámenes repetidos por el médico especialista.
Y esa gran labor de estadística nos serviría
de fundamento para nuestras previsiones que llevaríamos en forma de
convencimiento científico al seno de la sociedad, organizando además, repetidas
conferencias públicas, con presentación de enfermos, como lo vienen realizando
en Francia los doctores Lery y Crouzon, para ir inculcando en el público
ciertas normas científicas que indudablemente tendrían que culminar en un saneamiento
de la raza, sin contar por el momento el adelanto social y económico que esto
supondría.
Otro tanto podríamos decir de la gran
divulgación que se ha venido realizando en Inglaterra, después de la intensa
campaña que en favor de la eugenesia, pudo iniciarse a raíz de los trabajos de
Galton. Ya tuvimos la ocasión, en las páginas de esta misma revista y en el
número correspondiente al mes de junio de este año, de dar unas cuantas ideas
sobre las principales leyes de la herencia de las enfermedades nerviosas.
Fragmentos iniciales del texto… Revista de Medicina Legal de Cuba, Año
IV, núm. 10, octubre de 1925, pp. 311-320.