Juan Portell Vilá
Dedicado al Senador Alberto
Barreras, que tanto se ha distinguido, siempre, por todo lo que signifique
cultura y progreso
Cuando por primera vez se creó un Comité de
Higiene Mental en la ciudad de Nueva York, surgiendo luego, como un convencido apóstol,
Mr. Clifford Beers, nunca se pensó que en tan pocos años se llegase a realizar
una obra tan gigantesca y que esa propaganda se extendiera con tanta facilidad
al Canadá y posteriormente a Francia, culminando en 1920 con la creación de una
Liga de Higiene Mental, la primera en Europa, siendo sus principales fundadores
el Dr. Toulouse y Mr. Genil-Perrin, quienes con la entusiasta colaboración de
los Drs. Briand, Colin, Klippel, Claude, Marchand, Mignard, Roubinovith,
Capgras, Rogues de Fursac y otros colaboradores extranjeros, citando solamente
entre ellos a los Drs. Targowla, Minkowski y el que tiene la oportunidad de
escribir estas líneas; se ofreció al público en 1922, una institución modelo en
su clase: el “Dispensario de Profilaxia Mental” adjunto al Asilo “Santa Ana”.
Teniendo como principal iniciativa atraerse a
una gran parte del público, que decepcionado de la Medicina, por sufrir
trastornos emocionales de larga duración, se impacientan la mayor parte de las
veces, y en constante peregrinación, van pasando de uno a otro Consultorio, sin
que se les atienda con el cariño y la consideración que merecen sus dolencias.
Un movimiento análogo se ha ido extendiendo a
otras naciones, entre ellas Checo-Eslovaquia, Hungría, Bélgica, Brasil, etc.,
al extremo que cuando tuvimos la ocasión de asistir en 1923 a la Gran Asamblea
de Higiene Mental de París, concurrieron más de veinte delegados extranjeros
ante un público inmenso congregado en el paraninfo de la Universidad de la
Sorbonne.
La profilaxia mental y sus propósitos
El objeto de la Profilaxia Mental es prevenir
el desarrollo de los trastornos psicopáticos, ofreciendo a la Sociedad un nuevo
abrigo a sus influencias nocivas, bajo la forma de Consultorios y Dispensarios
llamados “Servicios abiertos para pequeños psicópatas”, en donde recibir
consejos prácticos y tratamiento adecuado, todo ciudadano que padezca de
trastornos nerviosos.
Así como también, la creación de “Servicios
Públicos” con asistencia completa, para cuyo ingreso no se hace necesario la
presentación de certificados médicos anteriores, ni la intervención de las
autoridades, para justificarlo. Basta tan solo que el paciente demuestre por el
examen médico que presenta síntomas y signos que lo hacen peligroso para sí y
para su semejantes; que sea ciudadano y que lleve cuando menos un año de residencia
en dicha Ciudad; obediencia a los reglamentos interiores de la institución y
que en el momento de su ingreso esté presente uno de sus más próximos
allegados.
Las mismas facilidades se le ofrecen para su
salida en cuanto pide el alta; sobre todo, si ha mejorado de los síntomas más
alarmantes o bien si es reclamado por sus mismos familiares.
Está demostrado que la asistencia
pública, en cuanto a la psiquiatría se refiere, presenta las mayores deficiencias
y ofrece enormes lagunas en todas las naciones civilizadas, y por tanto que la
sociedad se encuentra desarmada ante la invasión, cada día más creciente, del
número de personas que sufren de trastornos mentales.
Además, sentimos todavía el peso
de una triste rémora, el prejuicio de que la Locura es una enfermedad incurable e
inevitable; y basándose en esos principios se han ido descuidando todos los
positivos progresos que la Medicina Mental, en el terreno privado y en la
clientela particular, ha venido conquistando.
Y es por eso, que para lograr
mayores frutos debemos empezar con una labor de divulgación como ésta, inculcando
en la opinión pública, la enorme diferencia que existe entre un “psicópata” y
un “alienado”, lo mismo desde el punto de vista pronóstico como del tratamiento
que debemos emplear. Los primeros tenemos que dividirlos además en pequeños y
grandes psicópatas, anticipando también que muchos de ellos son curables y que
la mayor parte de los restantes, suelen ser inofensivos; es decir, que son
capaces de vivir en sociedad con más o menos tropiezos, pero que no justifica
nuestra indiferencia y que en muchas ocasiones sean conducidos a un asilo donde,
lejos de aumentar las posibilidades de una curación, sufren tratos inadecuados
y adquieren amistades sumamente perjudiciales para su porvenir, ya de por sí un
tanto sombrío.
En cambio, no diremos lo mismo cuando se trate
de alienados, que constituyen un constante peligro para los familiares y la
sociedad toda y que deben ser recluidos y vigilados constantemente.
Y de esa gran distribución nace la posibilidad
de una labor profiláctica, teniendo presente que los estados psicopáticos son
tan modificables como las mismas enfermedades físicas.
Esto lo demuestran con toda claridad muchas estadísticas, pues solamente de los asilos del departamento del Sena salen todos
los años como dos mil pacientes muy mejorados y un gran número de ellos
completamente curados.
Así podemos comprobar que la manía y la melancolía
simples, son tan curables como la fiebre tifoidea, aunque para ello se necesite
mayor tiempo. Desde luego, que son pacientes que están sujetos a recaídas; pero
esa misma frecuencia la tenemos en los reumáticos, colíticos, litiásicos, etc.,
etc., y sin embargo, dichos sujetos no se retraen de sus ocupaciones y continúan
produciendo, en las épocas en que su estado de salud se lo permite.
Haciendo nuevas comparaciones, podríamos
repetir que antiguamente se creía que la tuberculosis era incurable, porque
desgraciadamente solo se conocían en sus formas más avanzadas; pero a medida
que se fueron perfeccionando los métodos de laboratorio y la observación
clínica, se ha reducido enormemente su mortalidad, siempre que acudamos desde
las primeras manifestación a curar a nuestros enfermos; es decir, que un diagnóstico
precoz, permitió un tratamiento precoz y de ahí tan beneficiosos resultados.
Pues otro tanto podríamos decir de las
enfermedades mentales y nos aventuramos a repetir: Que están en un mismo nivel
de probabilidades la curación del cáncer y la de la demencia precoz. Si hay una
corriente muy favorable en favor de la primera, con resultados tan halagüeños
y esperanzadores, entonces, ¿por qué no realizar una intensa campaña en pro de
la segunda, uniendo todos los esfuerzos y la colaboración, con los elementos necesarios
para el avance de su terapéutica?
Insistiremos nuevamente, que la lucha contra
las causas que determinan la locura, deben instituirse sobre la base de un
diagnóstico precoz y una higiene bien dirigida.
¿Y cuáles son los medios oficiales de que
disponemos en Cuba para llevar a cabo una obra tan provechosa para la nación?
Ninguno.
Es por eso que rogamos a los poderes públicos algún
apoyo material en este sentido y que se nos conceda algún local apropiado donde
podamos continuar esa obra tan bienhechora que por circunstancias especiales ya
habíamos contribuido en el extranjero, divulgando entre nosotros los medios más
fáciles para conseguir el mismo resultado que en Francia y en los Estados
Unidos.
La lucha contra las causas de la
locura
Aparte de otras máximas que mencionaremos más
adelante, desde el punto de vista trascendental, la profilaxia mental debe
basarse primeramente en la Eugenesia.
Como es de suponer, si fuera posible una
eugenesia integral, ella por sí solo, sería lo suficiente para realizar una
obra bastante eficaz y definitiva; pero como tales esperanzas no pasan del
terreno de la utopía, nos contentaremos con proponer algunas máximas que
siempre que no le concedamos la importancia que se merecen, tarde o temprano tendríamos que arrepentirnos.
El concepto que tiene la mayoría del público
sobre la herencia, la degeneración, la predisposición, las causas determinantes
y ocasionales de los procesos mentales; es bastante confuso y abigarrado. Pero en
general, por una vulgar experiencia, todo el mundo sabe que una herencia
acumulada y con mayor motivo cuando es por ambas partes, suele ser funesta para
los descendientes. Así es, que sobre este punto no pensamos insistir por más
tiempo.
Refiriéndonos a los defectos físicos aparentes
y que caen dentro del capítulo de los estigmas de la degeneración, en general, suelen
tomarse asimismo en consideración, no precisamente desde el punto de vista
hereditario, sino por consideraciones estéticas y sociales y principalmente por
parte del bello sexo, realizándose así indirectamente, una gran campaña en
favor del mejoramiento de la especie.
En cuanto a la predisposición, ya sabemos que
es un capítulo bastante alambicado todavía, para la mayor parte del público que
desconoce su esencia y sus principales características, y que es precisamente
sobre lo que más tendríamos que insistir; porque aquellos individuos que le
pertenecen, son necesariamente, a quienes tendríamos que prestar nuestros
mayores cuidados, siendo ellos también los que nos van a proporcionar los
mayores éxitos en caso de una buena orientación y de la misma manera los que va
a comprometer nuestro crédito, cuando por error o ignorancia, los obligásemos a
renunciar a sus más bellos propósitos.
Como causas determinantes se citan las infecciones,
intoxicaciones y traumatismos craneales, que lesionando directamente las
células cerebrales provocan la aparición de trastornos mentales; como son por
ejemplo la sífilis, el alcoholismo crónico, los tumores cerebrales, los tumores
intensos de las glándulas endocrinas, etc.
Las causas ocasionales se refieren en último
término a aquellos sujetos que por su menor resistencia, cualquier enfermedad
es suficiente para revelar síntomas de la serie nerviosa y que nos demuestren
patológicamente un estado de predisposición hasta entonces oculto.
Índice de
capacidad biológica
Ya sabemos que es muy
difícil fijar un índice de capacidad biológica para poder autorizar en cada caso
particular, el matrimonio de individuos más o menos tarados, y con mayor
motivo, cuando se haya alcanzado el periodo de la pubertad sin haber presentado
aún síntomas suficientes para ser calificados de sujetos anormales o
predispuestos. Por tanto, sobre este punto nos limitaremos a recordar que la
consanguinidad, sobre todo si viene realizándose después de varias generaciones
sucesivas, es una de las fuentes más seguras para engendrar las anomalías y
mantener la predisposición de los trastornos neuropáticos.
Otra de las reglas que deben observarse y que
recomendamos a los padres de familia, es que se opongan a los matrimonios de
sus hijos cuando ambos cónyuges sean muy jóvenes; pues siendo muy frecuente en
el hombre la aparición de trastornos mentales alrededor de los veinte años, un
casamiento precoz en un predispuesto, podría precipitar en plena juventud la
aparición de dichos fenómenos.
Como un método defensivo cuentan hoy en día
las sociedades modernas, con la implantación del divorcio; pero si por
desgracia dicho matrimonio ya ha procreado varios hijos y entre ellos algunos
intensamente tarados, la previsión y la eugenesia, sufrirán un nuevo retraso y
tendríamos que dirigirnos entonces a ese nuevo elemento para evitar que se
repitiese en una nueva generación.
Como es de suponer, para que esa labor llegara
a ser fructífera habría que interesar y conmover con una campaña muy intensa,
el ambiente familiar y muchas veces, llegar hasta los más íntimos de los
secretos familiares para obtener datos fidedignos sobre los ascendientes, para
señalar en el árbol genealógico los elementos tarados y sacar prudentes conclusiones
en cuanto a la probable aparición de taras neuropáticas en las nuevas
generaciones.
Pero, sería mucho más factible hacerlo
indirectamente, por medio de la ficha escolar, que dividiríamos en tres
secciones. La primera, donde los familiares podrían anotar los antecedentes del
niño y sus características preescolares. En la segunda, quedarían consignadas
las observaciones pedagógicas hechas por el maestro. En la tercera, el resumen
psicopediátrico de los exámenes repetidos por el médico especialista.
Y esa gran labor de estadística nos serviría
de fundamento para nuestras previsiones que llevaríamos en forma de
convencimiento científico al seno de la sociedad, organizando además, repetidas
conferencias públicas, con presentación de enfermos, como lo vienen realizando
en Francia los doctores Lery y Crouzon, para ir inculcando en el público
ciertas normas científicas que indudablemente tendrían que culminar en un saneamiento
de la raza, sin contar por el momento el adelanto social y económico que esto
supondría.
Otro tanto podríamos decir de la gran
divulgación que se ha venido realizando en Inglaterra, después de la intensa
campaña que en favor de la eugenesia, pudo iniciarse a raíz de los trabajos de
Galton. Ya tuvimos la ocasión, en las páginas de esta misma revista y en el
número correspondiente al mes de junio de este año, de dar unas cuantas ideas
sobre las principales leyes de la herencia de las enfermedades nerviosas.
Fragmentos iniciales del texto… Revista de Medicina Legal de Cuba, Año
IV, núm. 10, octubre de 1925, pp. 311-320.
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