(1867-1908)
Nació,
en Santiago de Cuba, el 21 de marzo de 1867. Murió, asesinado por un loco, en
Mayarí (Oriente), el 15 de julio de 1908.
Su simpatía era avasalladora. Con los cabellos y el bigote blondos, los
ojos azules y fúlgidos, la tez sonrosada y de estatura corta, pero
armónicamente proporcionada, era como un dinamo de vida, de juventud y
gallardía, siempre vibrante al impulso del patriotismo, de la amistad, del bien.
Su absurdo y trágico fin, a menos de un demente,
que le infirió mortal cuchillada; su muerte violenta en plena vida, después de
haber atravesado, ileso, los múltiples peligros del mar, en expediciones de
guerra, y de la manigua rebelde e incendiada, tuvo que ser más doloroso y
lamentable para cuantos conocían y querían al que fue, en Santiago de Cuba, en
el período preliminar de la revolución del 95, agente confidencial de Martí, y uno
de los jefes del alzamiento del 24 de febrero, en Oriente. El 25 de abril se
adentró con Martí en Arroyo Hondo, y lo presentó a los soldados de Cuba Libre con
una elocuencia fascinadora.
Eficaz y brillante fue también su actuación en
las esferas del Gobierno Revolucionario, en los que ejerció, entre otros, el
cargo de Secretario de Guerra, y por virtud de su ejecutoria moral y política,
alcanzó el grado de general libertador.
En 1900, su región nativa lo eligió delegado a
la Convención Constituyente, y ya instaurada la República, fue representante a
la Cámara Baja, que presidió dignamente durante más de un período congresional.
En ambos cuerpos deliberativos, lo mismo que en asambleas y mítines políticos,
se mostró múltiples veces como orador de fuerza conceptuosa y emotiva, más
poderosa por el magnetismo de su simpatía personal.
Durante algún tiempo probó sus aptitudes
jurídicas en el cargo de fiscal de la Audiencia de Oriente, y también en
calidad de abogado defensor. Estudió la carrera de derecho en la Universidad de
Barcelona.
Fue un caballeroso paladín de la patria,
deidad encantadora a la que ofreció siempre la flor purpúrea de su corazón.
José M. Carbonell, La Oratoria en Cuba. Evolución
de la cultura cubana, 1928. pp. 108-109.
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