Discurso del Dr. Pedro Selsis (fragmento).
¿Quiénes
constituyen y en qué condiciones viven la grandísima mayoría de los peninsulares
que viene a Cuba y son los que más frecuentan las clínicas médicas? Son por lo
general: soldados, dependientes de tiendas, de almacenes de víveres, de
ferreterías, de cafés, de fondas, porteros o cocheros, y no podemos olvidar los
que barren las calles y limpian los wáter
closets; todos, sin excepción, expuestos a las causas inmediatas de las
afecciones lágrimo-nasales.
(…) El soldado!
Todos conocemos sus tristes condiciones higiénicas, principalmente con las
necesidades hijas de los acontecimientos de estos últimos años.
El dependiente
de almacenes! Si es de loza o ferretería, ¿quién no sabe que el polvo es tan
sutil que impregna la paja, con que se envuelve la porcelana, y el que cubre
las piezas de hierro, penetra fácilmente en los últimos rincones de los
conductos nasales y provoca conjuntivitis, retinitis y faringitis crónicas,
cuyo influjo sobre el conducto lágrimo-nasal se ejerce por continuidad.
Los
dependientes de cafés y bodegas viven con los pies en la humedad y la cabeza en
una atmósfera de ginebra, de coctel y de alcohólicos de toda clase.
Los cocheros!
Señores, nombrar un estable en La Habana es decir que bajo un mismo techo viven
hombres y animales en medio de una atmósfera absolutamente infecta, y es cosa
que espanta la razón de la persona más antihigienista.
No insistiremos
en lo tocante a los que barren las calles y a los que se ocupan de la limpieza
de los wáter closets, por ser cosa
demasiado tangible.
Y los canarios! ¿Quién de los facultativos que nos
oyen no ha sido llamada al lado de uno de esos infelices, acostados a menudo en
un cuarto abierto a todas las intemperies, o viviendo por docenas en un lugar
reducido, amontonados de noche como bultos? ¡Qué atmósfera se aspira a las
cuatro o cinco de la mañana en esos lugares!
Y si todo lo
que acabo de exponer es la verdad absoluta, sin exageración ninguna, ¿hay algo
de extraño que en presencia de causas tan directas, tan poderosas, tan
irrecusables, se desarrollen las afecciones de órganos tan delicados como son
los ojos y los conductos lagrimales?
Boletín de la Sociedad Antropológica de la
Isla de Cuba, Tomo 1, núm. 5,
1885.
Pulverización. — Concedida la palabra al Dr. Selsis,
de París, incorporado en 1857 a la Universidad
de la Habana, expresó que la pulverización producida por el tubo inspirador es
tan tenue que tiene todas las propiedades expansivas de los gases, como lo ha demostrado Sales-Girons,
pudiéndose hacer penetrar los líquidos medicinales y las aguas minerales hasta
los bronquios. En el aparato que presenta y hace funcionar, se ha propuesto
reunir las condiciones siguientes: poder a voluntad dar inhalaciones y duchas pulverizadas a temperatura variable sin alterar los medicamentos: el indicado profesor explica
las partes de que se compone su aparato, así como su mecanismo y sus ventajas
sobre el del inventor de la pulverización: con él pueden darse duchas para las
enfermedades de la boca y de la garganta, y con una ligera modificación para
las de las fosas nasales; se dan también duchas no pulverizadas y de mucha
potencia. En este clima las inhalaciones pierden menos calórico y las duchas
apenas la cuarta parte, tomando por punto de partida los experimentos practicados
de acuerdo con el Dr. Chateau. Debe advertirse que con tales aparatos el médico
tiene a su disposición dos cosas muy importantes: el tratamiento por medio de
la temperatura y el tratamiento por medio del medicamento pulverizado. El autor
señala las principales afecciones a que puede aplicarse: la tisis, el asma, la
tos ferina, las hemorragias pulmonares, las inflamaciones agudas y crónicas de
la faringe, laringe, tráquea y bronquios; las anginas y parálisis consecutivas
&, &., citando algunos casos de su práctica, y no olvidando decir que no
se prescinde del tratamiento general oportuno, para hacer patente, al terminar,
que un método que introduce de un modo seguro y fácil los medicamentos en el
torrente de la circulación al momento mismo en que se efectúa uno de los actos
más importantes de la fisiología, tiene un porvenir tan vasto que nadie se
puede atrever a fijar sus límites."
Anales, T-X,
1877-74, pp. 113-15.
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