La Navidad está cercana, y desde Santiago se escucha de nuevo
la voz incansable de su pastor, a través de un nuevo documento histórico:
"Con Cristo o contra Cristo": así responde al totalitario lema de
Castro: "Con la Revolución o contra la Revolución".
Dice entre otras frases el soldado de la Iglesia:
"Combatimos al comunismo, porque amamos la libertad y porque nos asusta
sólo pensar que vaya a haber un solo amo y que éste sea el Estado.
Repudiamos la esclavitud de donde quiera que venga. La
disyuntiva es: el amor o el látigo... Sepan los católicos que ha llegado la hora
de demostrar la capacidad de nuestra resistencia y la de nuestra preparación
para la lucha... El combate es a brazo partido entre Cristo y el Anti-Cristo. A
escoger, pues, cada cual a quien prefiera tener por Jefe".
El Estado quiere dar la impresión de que las navidades son
más alegres que nunca. Pero como van pasando los días y se acerca la fecha
sublime sin que aparezcan señales de festejos, comienza a presionar para que se
adornen las calles y se organicen bailes públicos.
Distribuyen palmas, banderas, guirnaldas y farolitos entre
los Comités de Vigilancia y éstos se encargan de engalanar las calles, bajo la
mirada glacial de los vecinos. Numerosos festejos al aire libre son organizados.
Se radian constantemente "villancicos revolucionarios".
Las oficinas públicas se adornan con motivos también
revolucionarios.
El más irreverente es el nacimiento o belén que se levanta en
CMQ: Los Reyes Magos son Fidel, el Che y Raúl (*), que traen, respectivamente, como
regalos, la Reforma Agraria, la Reforma Urbana y la Nacionalización; en el
cielo, la faz barbuda del desaparecido Camilo Cienfuegos sustituye a la Estrella
anunciadora; el Niño Jesús es tocado con un sombrero de paja.
Esa Nochebuena el
cielo abre sus compuertas y cataratas de agua, acompañadas de un viento fortísimo,
arrancan las banderas y guirnaldas, impiden las "cenas cívicas" y los
bailes populares, mientras la noche da un toque fantasmal al escenario. Las
casas permanecen a oscuras en señal de protesta. Todo hace recordar otras
Navidades, dos años antes (12 bis).
(12 bis). La Nochebuena y la Nochevieja del año 1958
transcurrieron sin festejos y fueron las más tristes que había conocido el país
hasta entonces. Esto se debió al boicot declarado por la Revolución, y
secundado por el Pueblo contra la Dictadura de Batista. Sin embargo, el fin del
año 1959 fue, en contraposición, uno de los más animados de la historia cubana.
Ya hemos descrito lo sucedido en el año 1960, pero aún más
siniestro ha sido lo acaecido en 1961. El Gobierno sustituyó el título
"Navidad" por "Fiesta Socialista de Fin de Año", organizó
bailes en los "Círculos Sociales Obreros" (muchos de ellos levantados
en las antiguas iglesias y colegios) y preparó "cenas cívicas".
Mientras tanto, la casi totalidad del pueblo sufría en silencio, la muerte,
prisión, exilio, asilo diplomático o persecución de algunas de sus familiares o
amigos íntimos. Miles de fusilados, decenas de miles de presos y centenares de
miles de exilados hacían imposible una feliz Navidad en Cuba.
Tomado de Testimonio de un sacerdote sobre la Pasión
de Cristo en Cuba, Departamento de
publicaciones del secretariado de difusión, Santiago de Chile, 1962, pp. 46-47.
(*): Almeida.
Imagen extraida del libro
de Ángel Aparicio Laurencio: Donde está
el cadáver… se reúnen los buitres (Crónicas de la persecución religiosa en
Cuba), Santiago de Chile, 1963, p. 161.
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