1-
La siguiente noticia
no se refiere a un brujo afrocubano; pero es preciosa para observar el
deplorable atraso de buena parte de nuestro pueblo, respecto a supersticiones y
hechicerías. El Hombre-Dios ha llegado a instalarse en La Habana con lisonjero
éxito. Excuso tratar de este curioso tipo porque sale fuera del marco étnico
del presente trabajo.
Yaguajay
Ayer por la mañana se apareció en el punto
conocido por “Mangos de Sansasicú”, un hombre explicando la doctrina
espiritista (o) y haciendo curas por medio de rezos y agua, aglomerándose más
de seiscientos individuos alrededor del brujo.
Cuando más entusiasmado estaba el orador en su
plática, lo detuvo el jefe de la Policía, conduciéndolo al vivac.
Los que presenciaban el “meeting” y muchos que
se enteraron de la detención del Hombre Dios, se aglomeraron en la puerta de la
casa particular del alcalde, pidiéndole que pusiera en libertad al detenido.
Entre los peticionarios figuraban muchas mujeres de la raza de color.
Al negarse el alcalde a poner en libertad al
detenido, profirieron los peticionarios en una ensordecedora gritería, que la
Policía primero y la Guardia Rural más tarde, hubieron de acallar con su
oportuna presencia.
La multitud, no obstante, no ha abandonado su
propósito de que le sea entregado el Hombre Dios, y sigue en su actitud
provocadora y hostil, que amenazan los rurales aplacar si llega el momento, con
el plan de sus machetes.
Anoche, un gentío inmenso, reunido en
manifestación tumultuosa, se dirigió nuevamente a la presencia del alcalde para
insistir en su petición de que pusieran en libertad al Hombre Dios. Como el
alcalde mantuvo su negativa, se fueron a ver al juez municipal, y viéndose
desairados también por éste, pretendieron dirigirse al vivac con el fin de
rescatar al detenido a viva fuerza, saliéndoles al encuentro entonces varios
guardias rurales que lograron disolverlos, sin haberles propinado antes algunos
planazos.
Hoy por la mañana continúan multitud de
curiosos rondando por los alrededores del vivac.
Los alborotadores parece que persisten en su
empeño de libertad al Hombre Dios.
2-
Aunque amputado el
elemento religioso de la brujería por la conversión en masa de sus fieles a una
teología moral, subsistiría la base principal del parasitismo brujo. El
ejercicio de la hechicería y de la adivinación, que nada tienen que ver con la
moral ni con los dogmas tal como son entendidos por el vulgo, aparte de una
vaga intervención de las divinidades, y ya sabemos que los fetichitas
afrocubanos no se muestran intransigentes en materias teológicas, y que una
simple suma de panteones basta, según ellos, para soldar los credos religioso.
Más bien lograría prosélitos entre los fetichitas afrocubanos la predicación de
una de esas absurdas sectas creadas por verdaderos paranoicos –como dice
Lombroso–, que tan a menudo aparecen como fuegos fatuos sobre los ruinosos
dogmas de las viejas religiones, y especialmente si presentara algún aspecto
sobrenatural o de hechicería. Los fetichistas de Cuba, para abandonar su
fetichismo, aunque temporal y superficialmente, necesitan ver milagros, porque
una religión sin milagros no es para ellos. Que el ambiente es propicio para
una epidemia religiosa en ese sentido lo demuestra la agitación producida por
cierto sujeto apodado Hombre Dios, en algunas comarcas de la República, donde
su milagrería andante llegó a motivar alteraciones de orden público. Pero una
predicación religiosa, que arrastrara creyentes, no conseguiría sino sustituir
un parasitismo por otro, unas supersticiones por otras, y mantener la
intelectualidad de los afrocubanos poco más o menos en el mismo atraso actual.
Por esto debe perseguirse el mejoramiento intelectual del pueblo para atenuar y
canalizar por lo menos, el sentimiento religioso.
Los negros brujos (1906), Ciencias Sociales, 1995; pp. 155 y
199.
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