Matías Duque
Las hay de
tapadillo, fleteras, viajeras. Se nos dice que al terminar la guerra, más de
100 niñas, de 10 a 14 años de edad, fueron recogidas por la policía y por la Sección
de Higiene y entregadas a sus padres o tutores. Si estos no tenían medios para
hacerse cargo de ellas, o si no querían hacerlo, eran llevadas al asilo del
“Buen Pastor”, institución creada y mantenida en Francia por santas religiosas
y por la sociedad francesa, y que se extiende hoy por toda la tierra civilizada.
Más tarde fueron llevadas a un asilo que creó el Gobierno Militar interventor,
asilo que fue suprimido por el Gobierno cubano; también la intervención militar
americana creó, con el nombre de Aldecoa, un asilo donde debían ser recluidas,
para su reforma moral, las menores delincuentes, pero la Administración cubana,
al suprimir el anterior asilo, entendió por delincuentes también a las menores
prostitutas [...].” (pp. 149-150).
Anticiparse
al derrumbe moral
Es preciso
que los maestros de enseñanza estudien al niño y fijen con un perfecto
conocimiento las inclinaciones naturales o impulsadas a virtud de una viciosa
educación, y den cuenta a las Juntas de Educación, para que éstas, por medio de
sus delegaciones de barrios, amplíen la investigación y anoten en las historias
clínicas -permítase la frase- de estas pobres criaturas, el carácter de sus
padres, la manera de vivir de éstos y el abandono en que ellos tienen al menor,
y las malas costumbres que ante ellos ejerciten” (pp.152-153).
Las Juntas
de Educación, con sus delegaciones de barrio, deben ser autorizadas para
separar a todo niño o niña que carezca de un medio de vida doméstico,
conveniente para el desarrollo de una sana moral, para llevar ese niño o esa
niña a la Escuela Reformatoria; de esas escuelas reformatorias deben salir transformadas. La giba moral debe ser suprimida, y cuando
menos, si no se puede suprimir por completo esa joroba, debe tratarse que de
ahí en adelante el árbol de la vida de esos niños crezca recto, hermoso,
tonificado vigorosamente por la savia del bien y de la virtud (p. 153).
Si no se reforma, debe enviarse a las cortes juveniles o correccionales, para ser
sentenciado hasta la mayoría de edad a la reclusión en las escuelas
correccionales (p. 154).
La prostitución en Cuba, 1914.
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