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viernes, 14 de febrero de 2014

A Tundra




Severo Sarduy


Dibújate en el pecho los dragones peleando. 
Cuida la ejecución. 
Vigila los detalles. 
No uses pincel de cerda, 
ni pelo de conejo; 
procura lo más suave: bigote de ratón 
o cabello de niño. 
Las cabezas llameantes formarán una cara: 
las crestas de los monstruos dibujarán las cejas, 
las garras una boca sonriente. 
No te apures. 
No malgastes. 
Usa la tinta negra como si fuera oro. 
Invoca al levantarte. 
Medita cada trazo. 
Porque con esos ojos vas a mirar la muerte. 

Después del estampido: tierra en los ojos. 
Los faros encendidos en pleno día. 

El aire de los hospitales,
el de los moribundos y las batas blancas,
el que entre pinzas y algodones rojos
pústulas y alaridos
compresas y mortajas
se estanca, denso, respiro. 


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