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lunes, 27 de enero de 2014

Unidos por el vientre




En tiempos remotos, dice Mr. Julia de Fontenelle, fue enteramente desconocida la ciencia relativa a las monstruosidades: en la edad media de las luces, no solo quedó envuelta en errores y preocupaciones absurdas, sino que llegó el caso de considerar la mayor parte de las monstruosidades como obras diabólicas, y de consiguiente dignas de muerte. Pero desde el momento en que la ciencia del hombre comenzó a hacer algunos progresos, este estudio principió a llamar la atención de los fisiólogos, y en nuestros días, merced a las curiosas y multiplicadas investigaciones de uno de los más ilustrados zoologistas, se han conocido y explicado las causas productoras de las monstruosidades humanas, aunque, a decir verdad, hay algunas, respecto de las cuales, hasta ahora nada han adelantado las investigaciones de los sabios.
Dos nuevas monstruosidades vivas acaban de anunciar los periódicos; la una de dos hermanos de Siam, unidos vientre con vientre, y la otra de una niña con dos cabezas, dos pechos y un solo tronco. Mr. Geoffroy-Saint-Hilaire, se ha ocupado inmediatamente en recoger todos los documentos posibles, entre otros los datos del Dr. Niles, de los Estados Unidos, y del Dr. Varren. Después de varias noticias presentadas a la Real Academia de Ciencias, ha hecho en unión con el Dr. Serres, en la sesión del 19 de Octubre último, una relación muy curiosa, que es en gran parte el objeto de esta noticia...
 El grupo monstruoso de los dos hermanos unidos por el vientre, nació en el Reyno de Siam, y le embarcaron para los Estados Unidos en el buque Sachen, del puerto de Boston, mandado por el capitán Coffin. El color del cutis de los dos hermanos y las facciones, son las mismas que las de los naturales de raza china, pero tienen la frente menos ancha y más elevada: su estatura es algo menos que la ordinaria, y aunque a primera vista su semejanza es asombrosa, mirados con un poco de atención, se notan algunas diferencias reales. Están unidos por un eje común que se extiende desde los apéndices xifoides hasta el ombligo. Las extremidades de estos cartílagos están pegados a la pieza única y media que resulta de ellas, y que al mismo tiempo que forma hacia el centro el complemento del eje de unión, establece allí un punto solido de resistencia. La separación que existe entre los dos hermanos es de dos pulgadas; en la región umbilical, o enteramente más abajo es de cuatro, y la longitud del eje de cinco; lo demás del eje de unión le forman la línea blanca engruesada, la reunión de las partes subyacentes de los músculos superficiales del bajo vientre, y por última capa la piel. (Véase la estampa).
Estas partes, y aun la porción común del cartílago xifoide, son bastantes flexibles para que los dos hermanos puedan separar algún tanto sus caras y ponerse en figura de escuadra. Pueden también levantarse uno sobre otro, pero muy poco, y separando la cara mantenerse en semejante postura. Esta posición, a manera de escuadra, forma por un lado una parte anterior, y por el otro una posterior. La edad y la costumbre, fortificando semejante tendencia, corrigen de esta manera el inconveniente más grave de su situación primordial, que consistía en estar vientre con vientre y rostro con rostro.
No pudiendo sin embargo oscilar sobre su eje, forman en último resultado un solo grupo, precisado a obrar como una sola masa: de consiguiente se ha observado, que lo que el uno de ellos resuelve, lo sigue inmediatamente el otro: no hay en efecto sino una sola voluntad que mueve a los dos, dimanando el principio de esta voluntad indiferentemente de uno o de otro; así es que, ocurriéndole a uno la idea de una acción, el otro se ve en la pre cisión de acceder y conformarse con ella, porque tampoco tendría tiempo necesario de evitarla y obrar en sentido contrario: de donde resulta, que no se conforma por un consentimiento reflexionado, sino porque le arrastran sensaciones análogas que se apoderan de él, con una rapidez igual a la eléctrica; y de aquí proviene una armonía más bien de instinto, que de reflexión; es un habito que creó y mantuvo la necesidad. En alta mar, el capitán Coflin solo una vez ha visto disentir los dos hermanos. Tomaban por lo regular baños fríos, y un día uno de ellos se negó a tomarlos pretextando el rigor de la estación. Los dos hermanos son alegres y entendidos, observando con atención todo lo que pasa al rededor de ellos, y se manifiestan agradecidos a las personas que los obsequian. En breve tiempo aprendieron a jugar a las damas y al ajedrez, en términos de poder competir con los que les habían enseñado estos juegos. Pero lo que no viene muy bies con lo que acabamos de decir, es otra circunstancia de esta relación. El Dr. Varren jamás los oyó hablarse, aunque parecía que se complacían en hablar con un joven siamés que quiso acompañarlos.
No tratándose del movimiento, su personalidad propia se manifiesta distintamente, pues se les ha visto seguir una conversación separada con dos diferentes personas, implicándose uno por sedas, y pronunciando el otro algunas palabras en inglés. Como son muy vivos, bajos y fuertes, corren con admirable facilidad, porque su equilibrio está bien asegurado, y su marcha concertada de antemano, y sobre todo naturalmente, en razón de su situación habitual en forma de escuadra; así es que siguen la diagonal del ángulo que forma esta posición ordinaria. Por esto un día, en que con su consentimiento algunas personas corrían tras de ellos sobre cubierta, habiéndose encontrado con la escotilla abierta, lo que los hubiera expuesto a perecer si caían abajo, sin titubear un instante la salvaron con la mayor facilidad. Andando naturalmente con su gravedad ordinaria se pasan un brazo al cuello el uno del otro, y en fin su simpatía se nota en todo lo que hacen: de consiguiente están dispuestos a dormir al mismo tiempo, comen lo mismo uno que otro, y llenan a una vez todas las demás funciones. Si duermen, se despiertan ambos como se toque a uno de ellos. Parece que miran con placer la condición de su existencia común; porque si fuese lo contrario el dolor, y la aflicción los hubieran desmejorado y entristecido: lejos de esto, gozan de excelente salud, su fisonomía es dulce, y manifiesta una completa satisfacción: y si en los mellizos libres en sus acciones es común el profesarse una amistad reciproca, ¿cómo pudiera no verificarse esto en los dos hermanos siameses unidos por el vientre? Tantos son los motivos que hay para esto, que lo contrario sería una excepción. Sus pulsaciones son iguales; esto lo ha averiguado el Dr. Varren, el cual ha contado setenta y tres pulsaciones por minuto en cada uno de ellos: en uno se aumentaron de resultas de haberse bajado para mirar un reloj; pero volvieron inmediatamente a su número ordinario. La respiración también es simultánea. Estos dos hermanos se llaman el uno Chang y el otro Eng; pero del mismo modo que la naturaleza ha unido sus personas, se unen también sus nombres, pues los llaman Chang-Eng. Sin embargo, nunca se manifiesta mejor que son dos personas enteramente distintas, como cuando su espíritu está tranquilo, y no se ven precisados a fijar recíprocamente su atención el uno sobre el otro, pues entonces discurren separadamente, tanto que algunas veces le sucede tirar en sentido contrario.


"De los dos hermanos siameses de edad de 18 años, unidos vientre con vientre desde su nacimiento". Seminario instructivo..., t-II, Cádiz, 1830, pp. 30-39.

 

 

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