El
profesor Joseph F. Nowack, de Londres, ha perfeccionado, después de diez y ocho
años de estudio, un nuevo sistema de predicción del tiempo. El sistema se basa
en el descubrimiento de una especie de sensitiva tropical tan sensible a las
perturbaciones eléctricas y magnéticas de la atmósfera que las indicaciones
dadas por sus hojas dejan muy atrás a las de los mejores barómetros.
Hasta las manchas del sol influyen sobre esa
planta, de modo que tan pronto como aparece una mancha en la superficie solar,
las ramas que se dirigen hacia el astro tienen ligeros movimientos más o menos
rápidos. Por la diferente intensidad de estos movimientos, puede determinarse
la naturaleza, la fuerza y el punto de la perturbación que a los pocos días ha
de experimentar nuestro planeta.
La planta anuncia las perturbaciones naturales
en un radio de 5.000 a 6.000 kilómetros, pero con tanta antelación, que al
principio de cada mes podría publicarse un mapa con las indicaciones de los
fenómenos atmosféricos o seísmicos que habrían de ocurrir en el mismo. La
lluvia, la niebla y el buen tiempo se pronostican con una semana de anticipación,
siendo de notar que puede averiguarse si las lluvias serán o no abundantes, así
como la extensión, intensidad y duración de las nieblas.
De las observaciones hechas sobre su
sensitiva, deduce Mr. Nowack que los fenómenos naturales se distribuyen en ocho
zonas que rodean el globo y que los más terribles ocurren cuando dichas zonas
están entrecruzadas.
Las zonas se aproximan y se separan periódicamente,
volviendo a tener la misma posición cada tres años. Si la teoría es cierta, las
perturbación atmosféricas que ahora ocurren en determinados puntos, volverán a
producirse en los mismos el año 1939. Mediante las inclinaciones de la
sensitiva, se pudo formar ya en 1892 una serie de cartas meteorológicas con las
predicciones para los años de 1893 a 1918.
Todo lo anunciado en ellas respecto a los
fenómenos atmosféricos y seísmicos se ha cumplido, las nieblas en unos sitios,
el tiempo bueno y seco en otros, etc. Hasta la catástrofe de la Martinica está
anunciada en una de esas cartas donde aparece sobre la isla un haz de flechas,
signo de una posible perturbación de violencia extraordinaria.
Alrededor del mundo, septiembre de 1904
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