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domingo, 1 de diciembre de 2013

Abrus precatorius nobilis




  

 Wanderer 

 No fue ayer, sino hace seis o siete años, escribí acerca de cierta planta maravillosa llamada Abrus precutorius nobilis, que estaba llamando grandemente la atención en Viena y que traía revueltos a los meteorólogos, porque la tal planta pronosticaba el tiempo con más seguridad que todos los Noherlesoom habidos y por haber.

 El descubridor de la planta era Nowack, un sabio vienes bastante conocido, el cual había hecho de ella un estudio de muchos años. Cuando dijo que con su planta podía predecir el tiempo con toda seguridad, la gente de ciencia se burló de él. Pero ahora leo en una de las crónicas de Parville que Nowack ha continuado sus observaciones, que llevan ya doce años de duración y que a fuerza de acertar en sus pronósticos ha llevado el convencimiento al ánimo de bastantes meteorólogos de Europa, entre ellos el doctor Weiss, director del Observatorio imperial y real de Viena.

 Nowack no mira el barómetro ni necesita saber cuáles son las presiones atmosféricas que lo rodean. Se encierra en una reducida estufa mantenida a temperatura conveniente, y examina su planta. Esta no se contenta con decirle que va a llover o que va a hacer un tiempo soberbio. Es más locuaz, anuncia la intensidad del fenómeno, cuál será su zona central, por dónde pasará el ciclón o la tempestad, qué regiones devastará, si la catástrofe ha de ocurrir al día siguiente o al cabo de una semana, y hasta pronostica los temblores de tierra y los años secos o lluviosos.

 Todo esto parece fabuloso. Yo lo doy bajo la fe de Parville, hombre serio, el cual añade: "¿Cómo hablaba planta de Nowack? Por medio de sus hojas y de sus tallos. Las hojas son dentelladas, y cada piquito añade un dato a las revelaciones de las hojas enteras. Se agitan, se orientan, se elevan, se bajan en su sensibilidad extremada» para las grandes perturbaciones. Cuando los tallos se yerguen indican un mínimum barométrico y la rapidez da los movimientos pronostica la pronta llegada de las perturbaciones. Cada estado particular de las ramas, de las hojas y de las demás partes de la planta corresponde a fenómeno meteorológico o sísmico.

 La planta mágica tiene una delicadeza extremada. Necesita una estufa especial. Para regular su temperatura hay que seguir todo un curso. Es además necesario que esté orientada convenientemente y en el punto preciso de desarrollo. Nowack ha estudiado al detalle todo esto  y conoce tan bien su planta que con las indicaciones de ella hace mapas que permiten prever el itinerario de las tormentas y la posición geográfica de la máxima y de la mínima”.

 Parville termina diciendo que ha visto el enorme mamotreto de las previsiones de Nowack, cuya realización es de la mayor valía, y que sociedades de seguros marítimos tan importantes como el Lloyd inglés y el Lloyd austríaco y otras instituciones públicas y privadas han pedido a Nowack cartas sinópticas diarias de sus pronósticos.

 No va a haber más remedio que creer en las virtudes portentosas del Abrus precatorius y sustituir las estaciones meteorológicas actuales por observatorios vegetales.




 Los lunes del Imparcial, Madrid, 29 de junio de 1896

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