Federico de Ibarzábal
...He aquí sobre el pavimento al jefe de la
policía. Alguien trae una cuerda. La escena es bajo un farol del alumbrado
público que acaba de encenderse. Un relente macabro, de pesadilla y obsesión,
flota sobre la plaza. Hay un griterío ensordecedor. Un hombre trepa ágil al
palo. Amarra la cuerda en lo alto y desciende. Otros han pasado un lazo por el
cuello del jefe de la policía. Lo izan. Van a “ahorcar” el cadáver... Pero la
cuerda se rompe y el cuerpo cae a tierra, rebotando como una pelota sobre el
embaldosado. La gente ríe. Unos se cubren el rostro con las manos o vuelven la
cara. Tres o cuatro descargan puntapies que suenan a hueco, y lo escupen. Muy
de noche se lo llevan de la ciudad (...)
fragmento de "El jefe de policía", La isla de los muertos y otros relatos, Editorial Letras Cubanas, 1983.
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