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domingo, 19 de febrero de 2012

Lengua y verdugo




 Damaris Calderón 

 Entre el verdugo y la lengua hay una serie de relaciones. Entre la lengua, natural, y el verdugo, antinatural, existe, como en la sangre, un sistema de vasos comunicantes.
 La lengua, como el verdugo, no es homogénea ni unitaria (un verdugo está hecho de todos los pedazos de sus víctimas, además de los suyos). En ambos, fatalmente, no hay solución de continuidad. Por razones obvias, el verdugo prefiere siempre las lenguas muertas, aunque en los restos de las lenguas habladas (y las reconstruidas) es posible encontrar la misma ceniza que en la sopa del verdugo.
 En lo que se refiere a su brutalidad, el verdugo no es un sistema, sino un conjunto de sistemas, opera siempre por selección, prefiriendo la expresividad a la comunicación, y es anónimo, como la mejor literatura.
 El hecho (la hipótesis) de la existencia de una lengua madre, de cuyas ramas se derivaría un tronco común, sólo facilita (qué duda cabe) la tarea del verdugo.

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