Mariano Ramiro
¡VIVA EL DANZÓN!
Oh juventud bizarra, que al baile
rindes culto
y por bailar te fueras nadando
hasta Pekín,
yo te daré razones de mucho peso
y bulto
para cerrar la boca del moralista
estulto
que al baile mueve guerra, porque
es un adoquín.
Del templo de la gloria tu
merecida fama
las reforzadas puertas abrió de
par en par.
¡Allí tienes un trono! Bailar
hasta en la cama
expresa la consigna; ya el
cornetín te llama
y empieza el cosquilleo y el
dulce malestar.
Allí se ve a un filósofo; del baile
es enemigo;
pues quiero convencerlo y agarro
la ocasión;
del diálogo o disputa serás mudo
testigo:
inspírame, guabina; verás
como consigo
hacerlo a todo trance devoto del
danzón.
Yo. En nombre de la moral
usted habla con desdén
de la danza tropical,
porque la baila muy mal.
Fil. Porque la conozco bien.
Yo. Usted se pasa de adusto;
yo a la costumbre me ajusto.
Fil. No me vence el argumento,
esta no es cuestión de gusto,
sino de… temperamento.
Yo. Toda malicia suprima.
Por moda o por conveniencia,
el baile da gran estima.
Fil. Es un caso de conciencia
y una imposición del clima.
Yo. Bailar fue siempre preciso;
tiene el moderno danzón
de los siglos el permiso.
Fil. Justo; el primer rigodón
se bailó en el Paraíso.
Adán fue condescendiente,
hábil nuestra ilustre abuela,
pero en el tiempo presente…
Yo. Diga usted ¿y la serpiente?
Fil. La serpiente es Valenzuela.
Yo. Bailar es común deseo;
a la triste humanidad
otra misión no le veo.
Fil. Si es eso serio, lo creo
la mayor barbaridad.
No espere usted que suscriba
la perniciosa quimera
de la danza subversiva.
Yo. Pues yo he de decir ¡que
viva!
Fil. Pues yo he de gritar ¡que
muera!
Yo. Al baile abona la higiene:
con el progreso se aviene
y al filosofo le da
una solución que viene…
Fil. En un siglo que se va.
Yo. Fiel a su origen divino,
el hombre, que se desvela
por realizar su destino,
se refugia…
Fil. En un casino
y deserta de la escuela.
Yo. Hoy la sociedad se inclina
hacia el realismo febril
que la halaga y la fascina,
y proclama la doctrina
Fíl. Que sostiene Fray Candil.
Yo. Ya no hay persona decente,
tenga mucha o poca renta,
que no baile, es lo corriente,
incluso el contribuyente
cuando el fisco lo revienta.
Fil. Fue una invención del
infierno
según ha dicho un buen fraile,
ese bailar sempiterno.
Yo. Baila hasta el mismo gobierno
como le digan: ¡que baile!
Fil. Historia: Porque en París
los nietos de San Luís
abusaron del can-cán
sucedió lo de Sedán;
¡ay, qué baile y qué país!
En su perpetuo litigio
ve la moral por el forro,
y al mundo entero; oh prodigio!
le quiere poner el gorro
Yo. ¡Caballero!
Fil. ¡El gorro frigio!
Yo. Literatura: expresivo
Horacio, canta esta idea:
"Baile honesto y alusivo
lo preside Citerea
con su paso alternativo.
Solo el sátiro profana
esos bailes seductores
cuando no los ve Diana."
Yo. Son señores
que no viven en la Habana.
Fil. Soy inflexible y severo
con la juventud.
Yo. ¿Y el fuero?
Fil. Le exijo virilidad.
Yo. ¿Y el fuero?
Fil. ¿Cuál?
Yo. Majadero,
¿no tiene fuero la edad?
Cuando
hay en la sangre lava
y en los miembros robustez,
¿qué alma querrá ser esclava
de lo que escribe con baba
la mano de la vejez?
La
juvenil gallardía
siempre va del goce en pos;
Dios inspira su alegría,
y, si esto es pecado, habría
que echarle la culpa a Dios.
De
algunos, que ya pasaron,
es injusta la sentencia;
ellos sin freno bailaron,
y nuestra danza es la herencia
forzosa que nos dejaron.
¿De
qué la vejez se alaba
y nos echa por los suelos,
cuando sin pudor ni traba
bailaron nuestros abuelos
al compás de la Ley brava?
Y si
son digno de loa
esos bailes que motejo,
aquí y en Guanabacoa
debe alzar el tiempo viejo
una estatua a nó Berroa.
¡Que el danzón no es conveniente!
Y esto lo dice la gente
que en bailar no halló delito
el Cangrejo, el Accidente,
la Sopimpa, y el Cuerito.
¡Abajo la hipocresía!
Si es original pecado,
¿a qué tanta algarabía?
¡Bastante se hace en el día
con
respetar lo pasado!
En esto el timbal suena; le pone
atento oído
el moralista insigne, que empieza
a trepidar;
su cuerpo se cimbrea por el
danzón movido,
y luego, palpitante, a su pareja
asido
murmura alborozado: ¡bailar!
¡bailar! ¡bailar!
Y baila sin descanso, a gusto y
en conciencia,
si aprieta el clarinete, redobla
el frenesí;
derrama en el cedazo tesoros de
experiencia,
que no hay contra la danza posible
resistencia,
y así pecamos todos, así, así,
así.
Su ciencia redentora y su moral
prurito,
su fardo de teorías, su tesis, su
razón,
no bastan a salvarle. ¡Sin duda
estaba escrito!
La humanidad es débil y, pues le
gusta, admito
que grite sin reposo ¡danzón!
¡danzón! ¡danzón!
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