Felices. Sin temor a las
avalanchas. Un año a Canillo y el otro a Encamp. Hasta que menguaron sus
fuerzas, entonces subían a Bielsa. Preciosa Huesca. Sin embargo solo he estado
en verano. Mi abuela una deportista nata. Mi abuelo bibliómano y explorador. De
él he heredado el espíritu. Si estuviese vivo me diría vete a Nueva Zelanda. No
dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Ahí su arrojo en la foto. Me contó
que ahuyentaba a un bullmastiff, y sus amigos pusieron pies en polvorosa. ¡Vaya
amistad! Se guarecieron despavoridos en la barraca que se ve al fondo. Él,
enfrentado a la bestia, y por tanto a la naturaleza. Jamás me habló de la
guerra, sí de las botellas de Codorníu que desconchó cuando murió Franco. Nunca
tiré un tiro, mi hermano sí, y por eso ni sé en qué fosa fueron a parar sus
huesos. Ni rojo ni falangista, ayudante de farmacia, eso fui, me decía, y tu
abuela una buena mujer, más lista que el hambre. Hacía unas patatas cocidas y
aderezadas con cáscaras de habas, sabrosas... Guardo en mi corazón los gratos
momentos, no el final. Murieron como vivieron, en el camino. Un camión les
embistió de frente. El Simca 1200 de mis abuelos no sirvió ni para chatarra.
Por eso no conduzco. Un coche comodísimo. Nombrado coche del año en 1975.
Un sombrero mejicano te
traeré, me dijo Laura, la enfermera amiga de Aristegui. Me voy de vacaciones a
México. Mejor tráeme la virgen de Guadalupe, le dije, si bien me reservé que la
quería para regalársela a Chelo. Tú en tu molino. Vaya, sin salirte del tiesto.
¿Cuándo te tocan a ti?, me preguntó. Debo planificarme, le respondí. ¿No
viajarás? ¿Y qué harás? Espero no merodees por aquí como mosca en el rabo de la
vaca. No veo la hora de volar..."Una piedra en el camino, me enseñó que mi
destino, era rodar y rodar"... ¡Órale! 9.488,58 km de distancia. Ya lo calculé.
Mientras más lejos, mejor. Comeré cebiche y tomaré tequila, ¡órale! hasta caer
redonda. Soy una mujer moderna, sin tabúes. Salí con un guatemalteco cuando
hice mi Erasmus en Helsinki. Al final gente con la misma cultura. Todas las
noches de juerga, y él me llamaba su xsum ikwaam. Somos amigos en Facebook.
Graciosísimo. Ahora vive en Manitoba, Canadá. Se casó con una uruguaya. ¿La
viste?, siguió con el monólogo mientras pasaba Nekane quien no saludó a ninguna
de las dos. Parece que la momia le informó lo liados que estábamos. Tarambana.
No quiero ni acordarme de lo ridículo que es. Cuando íbamos a un Bwok se
disfrazaba a lo Jackie Chan. El hazmerreír de los propios chinos. Un sombrero
mejicano no, un mejicano te traeré. Te traeré fue el punto sobre la i para que
saliera huyendo. De modo que me dirigí al self-service, al cual iba antes de
estar al tanto de los tejemanejes de Laura y las aficiones del profesor de Tai
Chi. Allí sentada Carmela comiéndose un trozo de melón. Hola, Carmela. Un buen
decorado, ¿verdad? ¿Le agrada el cuadro del besugo? Primero me miró, y luego en
tono áspero aunque fingidamente risueña, me mandó a freír espárragos. Una
feminista en toda regla. ¿Qué habrá sido de Jacques Chanson, quien la dejara
por Modou Mandione? Una incógnita. Pero la vida... "La vida es fascinante", especulé.
E igualmente me comí un trozo de melón.
F. 2 Abuelo
Obra de calibre Muerte en Venecia. El fatalismo: el meollo de la narración. No podía ser agrónomo ni mucho menos ingeniero el protagonista. Artista. Y como todo artista, un ser exhausto y desequilibrado. Por tanto, Mann no se plantea crear por crear, más bien expone el hecho de que la cosmogonía sentimental es frágil. Por ello en la p.78 de Muerte en Rocadenbosch, Leda expresa: "Dónde me he metido, dónde me he metido".
"Y cayó en un sopor.
SUEÑO DE LEDA
Los lumínicos impactaban de manera irregular sobre los cristales de las puertas correderas. Leda, incrédula, ante aquel dancing lights, se levantó y cerró las cortinas. ¡Terciopelo!, dijo, al tacto es terciopelo, ¿y las mías?... ¿Dónde estoy?, desorientada indagó en voz alta.
-Hum... ¿No recuerdas? ¿De
verdad no recuerdas? En Dubái, cariño, en el Burj Khalifa. Pero por tu temor a
las alturas no estamos en la cúspide. Observa. Tus deseos son órdenes: suite
con cortinas azul índigo, espejo en el techo, columnas de mármol jaspeado,
gimnasio, jacuzzi, duchas separadas... Acabo de darme una. Toma...
- ¿Qué es?
-Tu gintonic de
siempre… ¡Pero qué tienes hoy, Leda!
Leda cogió el gintonic y se derribó complacida en el glorioso colchón. En tanto, Tadeo
se ponía una camisa gris con puños color madreperla.
-¡Qué bombón!
¡Ñam-ñam! ¿Se puede saber a dónde vas?
-Cariño,
enredadísimo. Hasta aquí negocios… tú relájate en el jacuzzi, o vete de compras.
Cuando regrese te sorprenderé. ¿Me alcanzas los zapatos? Apúrate, Leda. El
chofer lleva una hora esperándome. Leda, los zapatos. ¡Leda!
Leda despertó.
-¡Bah! Qué ronquidos, Leda.
Oye, salgo para el gimnasio. ¿Cuándo quieres que venga?
-¡Uy! Este fin de semana
imposible. Me voy a Andorra. Cuando vuelva te llamaré.
-No juegues conmigo, Leda. Tú no conoces mi lado malo. Con hombres como yo hay...
-Mira, Tadeo. Mejor
vete a tu gimnasio... ¿Me alcanzas por favor una Fanta? Anoche me pasé con las
Voll...
Tadeo no le hizo ni
gota de caso y dio un tirón a la puerta que incluso la cómoda se zarandeó. Ahí
mismo Leda rompió a llorar desconsoladamente. Afligidísima, no por la partida
de Tadeo, sino porque tenía intención de hacerse una mamoplastia y los gastos
que Tadeo le generaba eran considerables. Habrase visto. Madreperla... ¡Menuda
perla! Un MINI Cooper, hasta eso le compré. Lo dejaré. Un MINI Cooper, idéntico
a la camisa del sueño. ¡Basta!, clamó Leda con un tremor de tetas, y buscó la
Fanta. Acá y acullá todos harina del mismo costal. ¡Pero quién se ha creído
este petulante! Intimidarme a mí, Leda, la que corta el bacalao. Lo juro, me
pondré una copa C. ¡Libertad! Tengo derecho a vivir... Y en lo que se debatía
entre la ida a Andorra, la mamoplastia, los ahorros y dejar a Tadeo, se volvió
a acostar".
Fragmentos de Diario
de un Tuátara, Baile del Sol, Tenerife, 2018.
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