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lunes, 23 de junio de 2025

Los errantes

 

 De Jean Lorrain


 I

 Sombríos exasperados, bebedores de ilusiones, cazadores extenuados de quimeras enervantes, ¿a dónde corréis así, hijos malditos por vuestras madres, con esos negros coágulos de sangre en vuestros harapos?

 II

 Y en la sombría estepa, presa de las visiones, la banda de los proscritos de trazos patibularios, responde, designando los cielos crepusculares: marchamos hacia allá abajo, hacia los postreros rayos solares!

 III

 ¿Y hacia dónde corréis vosotras, pálidas vírgenes moribundas, fijando un sueño ausente de vuestros ojos agrandados; y vosotras, vosotras que parecéis sombras sepulcrales, mujeres de pies sangrantes y de mamas agotadas?

 IV

¿Hacia dónde corréis en banda a la caída del día, sobre esta tierra inculta y estas hierbas mustias? Y el tropel mudo y triste responde en sordo coro: ¡Ay, ay!... Nosotras vamos hacia el amor, hacia el amor para el que nacimos, y que, sin embargo, no conocemos todavía!

 V

 Sobre sus pasos, medio ocultos en la sombra de los cálicen los hábitos, con los dedos del pie desnudos, con los ojos ardientes bajo la cogulla oscura, la plegaria en los labios, sobre el ritmo pesado y áspero de la marcha al suplicio, avanza un tropel de monjes flagelantes.

 VI

 -Vosotros, que en el sufrimiento habéis puesto vuestro goce, que despreciáis? el amor y condenáis los cálices de las flores, los besos de las mujeres y los senos blancos!

 VII

 ¿Qué hacéis en la derrota humana, monjes que desdeñáis el vino, la carne y el oro? Sobre el paso de los proscritos, y entre el aire tibio todavía del desfile amoroso de las mujeres; junto a los flotantes mechones de aulagas, batidos cruelmente por el viento del Norte, ¿qué hace vuestro odio? ¿Qué hacéis vosotros mismos, tan lejos de vuestras celdas?

 VIII

 ... Y los monjes, alejándose en el frío crepúsculo, exclamaron con voz llena: Nosotros vamos marchando hacia la muerte!

 IX

 En mitad de las filas, tres mujeres llevan un crucifijo de plata velado de negro, y cada una agita en la sombra un incensario, y cada una desgrana místicas palabras...

 X

 Tal desfila el cortejo... Yo le veo aún moverse, y serpentear largo tiempo, muy largo tiempo, entre las hierbas locas. Y no hay una sola aureola sobre esas frentes descarnadas! ¡El Cristo de plata no derrama una sola claridad sobre la interminable noche de LOS ERRANTES!


 Traducción de José Manuel Poveda 


 El Pensil, 15 de octubre 1909. 


 Una de sus primeras traducciones. Poveda decidió convertir las diez estrofas del poema de Lorrain, en una prosa poética dividida en diez partes. He aquí el poema: 


 LES ERRANTS

 

« Sombres Exaspérés, Buveurs d'illusions,

« Chasseurs exténués d'énervantes chimères,

« Où courez-vous ainsi, fils maudits par vos mères,

« Avec de noirs caillots de sang sur vos haillons? »

 

Et dans la morne steppe, en proie aux Visions,

La bande des proscrits aux traits patibulaires

Répondit, désignant les cieux crépusculaires :

« Xous allons tout là-bas, vers les derniers rayons !

 

— Où courez-vous ainsi, pâles vierges meurtries,

« Fixant un rêve absent de vos yeux agrandis,

« Et vous, vous qui semblez des cadavres verdis,

« Femmes aux pieds saignants, aux mamelles taries,

 

« Où courez-vous en bande à la chute du jour

« l'ar cette lande inculte et ces herbes flétries ¡ »

Et le troupeau muet des femmes amaigries

Me répondit en chœur : « Nous allons vers l’Amour! »

 

Sur leurs pas, engloutis dans l'ombre des calices

Et des frocs, orteils nus, avec des yeux ardents

Sous la cagoule obscure et la prière aux dents,

Sur le rythme àpre et lourd des marches aux supplices,

 

S'avançait un troupeau de moines flagellants :

» Vous qui dans la souffrance avez mis vos délices,

« Qui méprisez l'Amour et damnez les calices

« Des fleurs et les baisers des femmes aux seins blancs !

 

« Que faites-vous ici dans la déroute humaine,

« Moines qui dédaignez le vin, la chair et l'or,

« Sur les pas des proscrits et dans lair tiède encor

« Du passage amoureux des femmes, votre haine?

 

« Dans les touffes d'ajones battus du vent du Nord.

« Que faites-vous ici, loin de votre cellule? »

Et les moines debout dans le froid crépuscule

Répondirent en chœur : « Nous allons vers la Mort.»

 

Au milieu de leurs rangs trois femmes en étoles

Portaient un crucifix d'argent voilé de noir,

Et chacune agitait dans l'ombre un encensoir

Et chacune égrenait de mystiques paroles.

 

Leur cortège passa : Je le vis se mouvoir

Et serpenter longtemps parmi les herbes folles,

Mais leurs fronts décharnés n'avaient pas d'auréoles

Et leur Christ argenté n'éclairait pas le soir !



 L'Ombre Ardente, Poésies, Paris, 1897, pp. 27-29.

 

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