De Jean Lorrain
I
Sombríos exasperados,
bebedores de ilusiones, cazadores extenuados de quimeras enervantes, ¿a dónde
corréis así, hijos malditos por vuestras madres, con esos negros coágulos de
sangre en vuestros harapos?
II
Y en la sombría
estepa, presa de las visiones, la banda de los proscritos de trazos
patibularios, responde, designando los cielos crepusculares: marchamos hacia
allá abajo, hacia los postreros rayos solares!
III
¿Y hacia dónde
corréis vosotras, pálidas vírgenes moribundas, fijando un sueño ausente de
vuestros ojos agrandados; y vosotras, vosotras que parecéis sombras
sepulcrales, mujeres de pies sangrantes y de mamas agotadas?
IV
¿Hacia dónde corréis en banda a la caída del día, sobre esta
tierra inculta y estas hierbas mustias? Y el tropel mudo y triste responde en
sordo coro: ¡Ay, ay!... Nosotras vamos hacia el amor, hacia el amor para el que
nacimos, y que, sin embargo, no conocemos todavía!
V
Sobre sus pasos,
medio ocultos en la sombra de los cálicen los hábitos, con los dedos del pie
desnudos, con los ojos ardientes bajo la cogulla oscura, la plegaria en los
labios, sobre el ritmo pesado y áspero de la marcha al suplicio, avanza un
tropel de monjes flagelantes.
VI
-Vosotros, que en el
sufrimiento habéis puesto vuestro goce, que despreciáis? el amor y condenáis
los cálices de las flores, los besos de las mujeres y los senos blancos!
VII
¿Qué hacéis en la
derrota humana, monjes que desdeñáis el vino, la carne y el oro? Sobre el paso
de los proscritos, y entre el aire tibio todavía del desfile amoroso de las
mujeres; junto a los flotantes mechones de aulagas, batidos cruelmente por el
viento del Norte, ¿qué hace vuestro odio? ¿Qué hacéis vosotros mismos, tan
lejos de vuestras celdas?
VIII
... Y los monjes, alejándose en el frío crepúsculo,
exclamaron con voz llena: Nosotros vamos marchando hacia la muerte!
IX
En mitad de las filas, tres mujeres llevan un crucifijo de plata velado de negro, y cada una agita en la sombra un incensario, y cada una desgrana místicas palabras...
X
Tal desfila el cortejo... Yo le veo aún moverse, y
serpentear largo tiempo, muy largo tiempo, entre las hierbas locas. Y no hay
una sola aureola sobre esas frentes descarnadas! ¡El Cristo de plata no derrama
una sola claridad sobre la interminable noche de LOS ERRANTES!
Traducción de José Manuel Poveda
El Pensil, 15 de octubre 1909.
Una de sus primeras traducciones. Poveda decidió convertir las diez estrofas del poema de Lorrain, en una prosa poética dividida en diez partes. He aquí el poema:
LES ERRANTS
« Sombres Exaspérés, Buveurs d'illusions,
« Chasseurs exténués d'énervantes chimères,
« Où
courez-vous ainsi, fils maudits par vos mères,
« Avec de noirs caillots de sang sur vos haillons? »
Et dans la morne steppe, en proie aux Visions,
La bande des proscrits aux traits patibulaires
Répondit, désignant les cieux crépusculaires :
« Xous
allons tout là-bas, vers les derniers rayons !
— Où
courez-vous ainsi, pâles vierges meurtries,
« Fixant un
rêve absent de vos yeux agrandis,
« Et vous,
vous qui semblez des cadavres verdis,
« Femmes
aux pieds saignants, aux mamelles taries,
« Où courez-vous en bande à la chute du jour
« l'ar cette lande inculte et ces herbes flétries ¡ »
Et le
troupeau muet des femmes amaigries
Me
répondit en chœur : « Nous allons vers l’Amour! »
Sur
leurs pas, engloutis dans l'ombre des calices
Et des
frocs, orteils nus, avec des yeux ardents
Sous la
cagoule obscure et la prière aux dents,
Sur le
rythme àpre et lourd des marches aux supplices,
S'avançait
un troupeau de moines flagellants :
» Vous
qui dans la souffrance avez mis vos délices,
« Qui
méprisez l'Amour et damnez les calices
« Des
fleurs et les baisers des femmes aux seins blancs !
« Que faites-vous ici dans la déroute humaine,
« Moines qui dédaignez le vin, la chair et l'or,
« Sur les pas des proscrits et dans lair tiède encor
« Du
passage amoureux des femmes, votre haine?
« Dans
les touffes d'ajones battus du vent du Nord.
« Que
faites-vous ici, loin de votre cellule? »
Et les
moines debout dans le froid crépuscule
Répondirent en chœur : « Nous allons vers la Mort.»
Au
milieu de leurs rangs trois femmes en étoles
Portaient
un crucifix d'argent voilé de noir,
Et
chacune agitait dans l'ombre un encensoir
Et
chacune égrenait de mystiques paroles.
Leur
cortège passa : Je le vis se mouvoir
Et
serpenter longtemps parmi les herbes folles,
Mais
leurs fronts décharnés n'avaient pas d'auréoles
Et leur Christ
argenté n'éclairait pas le soir !
L'Ombre Ardente, Poésies, Paris, 1897, pp. 27-29.
No hay comentarios:
Publicar un comentario