Cervantes compara las traducciones al revés de
un tapiz y Madame de Sévigné dice que son como los recados que dan los
sirvientes, pero Leigh Hunt hace constar en su Festín de los Poetas que,
al brindarse por los mismos,
Nor were those who translate
with a gusto, omitted.
Así he
traducido, with a gusto, de emoción si no de resultado, diré en
la esperanza de atenuar la temeridad, que se perdonará, tal vez, por ser ella
tan fascinante.
Lo cierto es que ninguna literatura nacional
ha subsistido nunca sin alimento extranjero. Y no dejo de apuntar, con esto,
que si se hiciesen traducciones castellanas mejores, lo que muy fácilmente
puede suceder, de los espléndidos originales ingleses a que este libro se
refiere, nadie se alegraría más que yo porque mi amor a la poesía supera,
créase, a mi amor propio.
Envío, en tanto, estos graves o leves Sones (eternamente significativos, para todos, dondequiera) del caviloso Norte de cielos grises al Sur impulsivo y deslumbrador, que acaso alguno de ellos, reteniendo algo de su primera dulzura a pesar de la torpeza transmisora, conmueva allí a un corazón por un momento fugaz siquiera, y no sonarán en vano entonces.
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