Dulce María Loynaz
Nimbado por celestes resplandores,
soñando con los ángeles del cielo,
duerme el Niño y la Virgen con anhelo
dulce y tierno lo muestra a los pastores.
Los Magos de tesoro portadores
postrándose piadosos en el suelo
ofrecen a Jesús con santo celo
del incienso los místicos olores.
Al fulgor del lucero esplendoroso
que los guía al pesebre silencioso
de la divinidad las claras huellas
adoran en el Niño santamente
mientras envuelve en luz su nívea frente
un beso que le mandan las estrellas.
Dulce María Loynaz. Poesía, Letras Cubanas, 2011, p.
269.
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