Pedro Marqués de Armas
Su temprana experiencia en hipnosis le sitúa entre los médicos cubanos que abrieron una perspectiva psicoterapéutica. Una vez fallecido Manuel Moreno de la Torre, primero en divulgar en la isla las experiencias de Charcot, Bernheim y Liebault, e introductor de la hipnoterapia, será él quien se ocupe preferentemente de ese campo y lo desarrolle por más de dos décadas con una entrega notable.
Tres años más tarde, Villalonga dio a conocer ante la misma institución su polémico trabajo “Casos curados por psicoterapia”. Allí exponía, en ese primer estudio de casos tratados mediante hipnosis en Cuba, los resultados de su aplicación en 71 enfermos de muy diversas patologías, de los cuales reportaba a 55 de curados, de mejorados a 10 y de fracasos terapéuticos a 6.
La polémica fue enconada. Rafael Weis criticó el concepto de “curación” exigiendo un criterio evolutivo toda vez que los síntomas, argüía con razón, podían retornar; Saladrigas denostó de la atribución de curaciones a enfermos orgánicos; mientras Arístides Mestre se mostraba escéptico al apuntar que aquel era “un punto científico que rebasa el empirismo y al que deben dedicarse otras investigaciones”.
Villalonga expuso largo y tendido los fundamentos del método, declarándose seguidor de la Escuela de Nancy y del hipnólogo español Abdón Sánchez Herrero, y reconociendo que, más que de curación en enfermedades orgánicas se trataba de mejoría sintomática, pero validando la remisión de los síntomas allí donde la causa era "nerviosa" o propiamente psíquica.
Diego Tamayo, por último, recordó a Manuel de la Torre, calificándole de promotor de tales estudios en Cuba.
De estos trabajos, el más publicitado fue el primero, que apareció con una carta-prólogo del Dr. Gordon y de Acosta. Por su parte, el artículo “Casos curados por la psicoterapia” fue reproducido en varias revistas nacionales, además de reseñado en el Journal of Nervous and Mental Disease de Nueva York (1893).
Cabe citar otros artículos suyos: “La psicoterapia en el tratamiento de las neurosis gástricas” (1893); "Memoria sobre el hipnotismo" (1895); y, “Las nerviosas y su tratamiento por la sugestión hipnótica" (1896).
Fue médico de la Beneficencia Municipal, prestando asistencia en los barrios de Atarés y de Jesús del Monte, y durante los primeros años de la república, se desempeñó como facultativo del cuerpo de la policía. Desde la década de 1890 era miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País, para la que colaboró con diversas donaciones etnológicas e históricas, fruto de su curiosidad en varias disciplinas.
En una época en que los trastornos mentales se delimitan y separan cada vez más de las afecciones neurológicas, declaró curados a enfermos que padecían lo mismo de ansiedad somática, dolor crónico e impotencia sexual, que de coreas y otras alteraciones del movimiento. Pero, más allá de desaciertos y en contra de la reticencia de las autoridades y de buena parte del gremio médico, incorporó la hipnosis al arsenal terapéutico no solo de clínicas privadas sino también de los hospitales públicos.
Ese hijo, Raúl López Roque de Escobar, se había hecho célebre de niño por encomendársele la tarea de portar la bandera cubana que sería izada en la inauguración de la Asamblea Constituyente de la República, el 5 de noviembre de 1900, en el edificio del teatro "Martí".
Es conocida la fotografía, como también el que esa bandera fuera donada al Museo de la Sociedad Económica en vísperas de la Navidad de 1911.
Entre otros aportes a la citada corporación realizados por López Villalonga, consta un "pedazo de la primera piedra del monumento a Martí, y de la cápsula de plomo de la botella de champagne rota en el mismo monumento en 6 de noviembre de 1904".
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