Nicolás Arnao
Cualquier mostrenco aconsonanta y rima;
un soneto se empuja en tres tirones,
se apechugan los sesos y a trompones
se emplastan ripios, se recorta y lima.
¿Quién no suelta un poema que dé grima?
Mil idilios de amor, como lechones;
o en épica se queda sin pulmones,
y se guinda el poeta en la alta cima.
Fácil, muy fácil cosa es hacer versos;
pero aquellos que nacen desgreñados,
por plebeyos, latosos y perversos
al umbral del Parnaso colocados,
arrullan a sus musas dormilonas
de cayucas, peladas y pelonas.
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