En el país de la musas
Hay como en toda región
Diversidad de costumbres,
De carácter, de intención.
Hay gente que todo el año
Cantan las nubes y el sol,
Las mujeres, las estrellas,
Los placeres, el amor.
Las cataratas soberbias
Del Niágara tronador
No llevan nunca más agua
Que aquellos inspiración.
Otros tan solo parecen
Imágenes del dolor,
Cuando fallece el amante
O el amigo, o el pintor,
O el vate que con sus trovas
El amplio espacio llenó,
O el infante portentoso,
Genio en germen, bella flor
Segada a los quince días
De abierta, por la fluxión.
Vienen después los que al plectro
Arrancan sonoro son,
Cuando llegan los natales
Del cirujano mayor,
Del jefe de la oficina,
Del oficial que ascendió;
De la rica señorona,
Del hijo del defensor,
Del párroco venturoso,
Del empleado crisol,
En fin, de cuanto cobija
Este globo girador.
(…)
¡Gente feliz, como hay Dios!
Para ellos siempre las nubes
Tienen nieve y arrebol,
Y aunque está lloviendo a chuzos
Ponderan la luz del sol.
Y la riente natura,
Y el perfume de la flor.
Otros, en fin, entre
Esos debo colocarme yo,
Golondrinas del Parnaso,
Emigran con el calor,
Y de las aguas castalias
Esquivan el grato don,
Temerosos de fundirse
Y convertirse en alcohol,
O en la máquina motriz
De algún buque de vapor.
Mas cuando el cierzo sus alas
Extiende hacia el Ecuador,
Y refresca con su aliento
La tropical extensión,
Cuando el placer de abrigarnos
Nos concede el Hacedor;
Y se cubren las campiñas
Mantos de eterno verdor,
De preciosos aguinaldos
Y tan variada flor,
Que el ánimo en contemplarlas
Encuentra consolación.
A las nueve hermanas vuelven
Sus miradas con amor,
Y ansiosos gustar desean
Los raudales de Helicón.
Entonces si el bello Apolo
Se encuentra de buen humor,
A los tránsfugas sonríe
Y brinda su protección,
Permitiéndoles que escriban
En el lenguaje traidor
Delicias de las mujeres,
Del hombre condenación.
(…)
Una semana ha pasado
O va a pasar, es lo mismo,
Estamos al fin del sábado
Y ya despunta el domingo.
Durante esos cortos días
Nuestra existencia ha corrido
Entre goces y dolores,
Entre encantos y martirios:
La humanidad como el sol
Tiene siempre el mismo giro.
En el ramo de placeres
Públicos, dulces y lícitos,
Diferentes novedades
Efectuarse hemos visto.
En el género agradable;
Y en el género aflictivo.
La tropa de la Vienesas,
Ese escuadrón tan garrido
Reclutado en las orillas
Del Danubio y del Rhin frío,
Perdió en rápidos momentos
Un campeón exquisito,
La linda y pura María,
De ojo azul y rubio rizo
¡Pobre niña! de tus padres
No conociste el cariño:
Huérfana y abandonada
Te hizo al nacer el destino,
Y en estos climas remotos
Diste el último suspiro.
(…)
En la ópera una epidemia,
No hay que dudar, ha caído;
Marini con calentura,
Lorini con calofríos,
Palonini con catarro,
Y el Corcel de Federico
Algo enfermo de las muelas
Y retocado del hígado,
Por eso al grande Nabuco
No pudo servir propicio.
El Elixir se propuso,
La Norma no hay que decirlo,
Y el Nabuco no se salva
Si Bailini no es perito.
Quiera Dios que se mejoren
Estos artistas queridos,
Y que el Señor empresario
Pueda con libre albedrío
Arreglar, como desea,
Espectáculos magníficos.
Continúan bien las máscaras
En Escauriza y el Circo,
Si es que bien puede llamarse
Bailar, y buen apetito
Desplegar luego en la mesa,
Los callados angelitos,
Que dejan la lengua en casa
Para evitar extravíos.
...
Que bailarán en Tacón
Los Raveles asegura,
Divirtiendo la cuaresma,
Y sobre esto no hay duda,
Con sus bailes y sus saltos,
Sus gracias y travesuras.
Sus campestres cabalgatas
Dulce recreo procuran
A las damas y galanes
A quienes meció en la cuna
Con halagos y sonrisas
La coquetona fortuna.
Las quintas que la ciudad
Bordan con rara hermosura,
Son teatros de placeres,
De triunfos para las Chumbas,
Las Matildes y las Luisas,
Las conchitas y las Sumpcias,
Las Dolores e Isabelas,
Las Marías y las Tulas.
Gozaos, hermosas; la vida
De vosotras nada turba;
Corre tranquila entre flores
Como raudal de ventura.
Y sabes que el quinto día
Del mes febrero que apunta
Está designado ya
Para la función augusta
Que en el Agustino templo
Al Señor de las Alturas
Llenas de fervor dirigen
Dos corporaciones juntas.
Solenme será fiesta,
Brillante será la música,
Y un coro de bellas damas
Hará oír sus voces puras,
Dando gracias al Eterno
Que la salud asegura
Del jefe que nos gobierna,
Y nuestra dicha procura.
(…)
J. Q. S.
Rescato aquí fragmentos de una crónica en verso firmada José Quintín Suzarte, que más allá de su calidad literaria, tiene interés por el retrato que hace de la sociedad habanera. Destaca por su galante ligereza y momentos satíricos, así como por su tono irónico, enmarcado en el ámbito teatral de la época: 1849. Esto, en pleno triunfo de la zarzuela, cuando la cantante Matilde Domínguez se encontraba en el ápice de su éxito, y se sucedían las sonadas fiestas del Conde de Peñalver en la Quinta del Obispo. Quintín Suzarte fundó la revista La Siempreviva, una de las primeras publicaciones románticas. Después de un tiempo en Venezuela regresó a Cuba y comenzó a trabajar para el Diario de la Marina, al tiempo que se hacía cargo de El Faro Industrial. Por más que quiso defenderse de la censura, como se aprecia en los últimos versos, en 1852 tuvo que emigrar en espera de mejores tiempos. Uno y otro exilios se sumaron hasta que finalmente pudo emprender duradero retorno hasta su muerte en 1888.
Diario de la Marina,
28 de enero de 1849, p. 2.