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sábado, 8 de enero de 2022

El movimiento estridentista. Dos reseñas

 

                       EL MOVIMIENTO ESTRIDENTISTA. 

                       Germán List Arzubide.

                       Con multitud de grabados.

                       Ediciones, "Horizonte", 1927.


 Germán List Arzubide, poeta y ensayista, iconoclasta en su juventud vigorosa erizada de inquietudes fecundas, es uno de los mejores espíritus atalayantes de la joven América. Impregnada su alma de la nueva ideología, List Arzubide forma en las filas de los más jóvenes combatientes por los nuevos ideales y su obra intelectual está influida considerablemente por su creciente preocupación respecto de los problemas sociales. Como poeta de vanguardia ha obtenido resonantes triunfos. La colección de poemas novilatitudinales reunida en "Esquina" tiene sobrados méritos para figurar entre las obras representativas de los progresos de la nueva estética en tierras de América.

 En su último libro "El Movimiento Estridentista", se narra la historia de las campañas libradas por uno de los sectores de la nueva generación mexicana para propagar e imponer nuevas estéticas. Escrito en un estilo ultra-moderno, que habla de novedad a grandes voces, el libro de List Arzubide, (además de su mérito narrativo), tiene gran mérito literario. Es, uno de los mejores que se han publicado últimamente en México, y su lectura será muy conveniente a cuantos se interesan en la formidable lucha de la nueva generación americana contra los convencionalismos y dogmas de los fingidores de talento que queman sus últimos cartuchos, parapetados en la penumbra ingrata de los cenáculos de barbería.

  J. A. F. (José A. Foncueva). 

 Suplemento Literario del Diario de la Marina, 2 de octubre de 1927, p. 40.


                         EL MOVIMIENTO ESTRIDENTISTA

                         Por Germán List Arzubide.

                         Ediciones de "Horizonte", México.


 "Se hacía necesario que una mano borrara la vieja ecuación de las estrellas, para plantear un problema de vida nueva y ansia en traje de diario". Y surgió el estridentismo, con la figura augural de Manuel Maples Arce, trasmutador de estéticas y fundador de reinos nuevos, precisando a poco alargar los nombres de los viejos lugares para que cupieran en ellos las figuras de los innovadores.

 Se comenzó apedreando "las cosas llenas de muebles viejos de silencio, donde el polvo se come los pasos de la luz", y después, en el alborozo de las superaciones, fatigando el susto de la incomprensión, surgieron uno a uno los pisos de la nueva ciudad en construcción. ANDAMIOS INTERIORES, CAFE DE NADIE, ESQUINA, IRRADIADOR, URBE; cada uno fue ofreciendo el hallazgo de una perspectiva convergente, y a lo último, ya se había delineado HORIZONTE, que llegaba "Con ese aire del viajero retrasado que ha atrapado de un salto cinematográfico el adiós del tren". Así se construyó Estridentrópolis, con materiales nuevos acarreados de todos los ámbitos. List Arzubide, de los primeros, aportó ESQUINA (1923) para lanzar después EL VIAJERO EN EL VERTICE (1926), en el sector de la nueva estética. A la batalla social llevó también sus armas y sus entusiasmos. 

 Y ahora, para que nada faltara a la nueva ciudad, se convierte en su cronista con este libro recién recibido. El rumor del estridentismo nos llega hiriente de ruidos multánimes en estas (Tónicas que han sabido apresar los momentos conservándoles su atmósfera. Su vitalidad. No es una relación de acaecimientos que sólo nos daría una desvaída idea de aquellos resplandores: es un film veloz y desarticulado, en que actúan las fuerzas. Se desarrollan los panoramas. Rumor agujereado de gritos que dieron en el blanco. "Manifiestos, libros, hombres, mujeres del estridentismo, subastas, veladas, todo pasa rápidamente, evocado en la imagen reverberante: Y por un momento hemos visto surgir la "ciudad absurda, desconectada ele la realidad cotidiana". Y hemos escuchado las exclamaciones del paisaje, lanzadas a los vientos por las torres ele la Estación de Radio.

 Esas páginas, sin apreciaciones, sin crítica, con su mismo desorden y abigarramiento y su derroche lírico, son las únicas que podrían darnos la visión de algo tan fantástico y tan real a la vez: la ciudad nueva, visible sólo desde un vértice virtual.-

    F. L. (Félix Lizaso). 

    

  Revista de Avance, Año 1, Tomo 2, no. 17, 15 de diciembre de 1927, p. 135. 


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