Páginas

miércoles, 16 de junio de 2021

Edgard Lee Masters


Silencio 


He conocido el silencio de las estrellas y del mar

y el silencio de la ciudad cuando pausa

y el silencio de un hombre y una mujer

y el silencio del enfermo

cuando sus ojos vagan por el cuarto.

Y pregunto: ¿para qué profundos usos sirve el lenguaje?

Una bestia del campo se queja un poco

cuando la muerte se lleva a su cachorrillo.

Y nosotros quedamos sin voz en presencia 

        de las realidades.

Nosotros no podemos hablar.


Un muchacho curioso pregunta a un veterano

sentado frente al almacén:

“¿Cómo perdió usted su pierna?”

Y el silencio aturde al viejo soldado

y su mente vuela

porque no puede concentrarla en Gettysburg.

Vuelve jocosamente

y dice: “Un oso me la arrancó”

y el muchacho duda mientras el viejo soldado

mudo, vuelve a vivir débilmente

los fogonazos, y el estruendo del cañón,

los gritos de la matanza

y él tirado en el pasto

y los cirujanos del hospital, los cuchillos

y los largos días en cama.

Pero si él pudiera describir todo esto

sería un artista.

Mas si fuera un artista habría heridas más hondas

que no podría describir.

Hay el silencio de un gran odio,

el silencio de un gran amor

y el silencio de una gran amistad amargada.

Hay el silencio de un cristal espiritual

en que el alma, exquisitamente torturada,

entra, con visiones inexpresables,

en un reino de vida más alta.


Hay el silencio de la derrota.

Hay el silencio de los castigados injustamente;

y el silencio de los moribundos cuya mano

ase repentinamente la vuestra.

Hay el silencio entre padre e hijo

cuando el padre no puede explicar su vida

aunque por ello se le mal comprenda.

Hay el silencio que surge entre esposo y esposa.

Hay el silencio de los que han fracasado;

y el vasto silencio que cubre

a las naciones rotas y a los apóstoles vencidos.

Hay el silencio de Lincoln

al meditar la pobreza de su juventud

y el silencio de Napoleón

después de Waterloo

y el silencio de Jeanne d’Arc

que entre las llamas dice: “Jesús bendito”,

y en dos palabras revela Dolor y Esperanza.

Y hay el silencio de la edad

demasiado sabia para que la lengua lo exprese

en palabras inteligibles a los que no han vivido

el gran dolor de la vida.


Y hay el silencio de los muertos.

Si los que estamos en la vida no podemos hablar

de experiencias profundas

¿por qué maravillarse de que los muertos

no hablen de la muerte?

Interpretaremos su silencio

cuando nos acerquemos a ellos.


Silence


I HAVE known the silence of the stars and of the sea,

And the silence of the city when it pauses,

And the silence of a man and a maid,

And the silence for which music alone finds the word,

And the silence of the woods before the winds 

               of spring begin,

And the silence of the sick

When their eyes roam about the room.

And I ask: For the depths

Of what use is language?

A beast of the field moans a few times

When death takes its young.

And we are voiceless in the presence of realities—

We cannot speak.


A curious boy asks an old soldier

Sitting in front of the grocery store,

«How did you lose your leg?»

And the old soldier is struck with silence,

Or his mind flies away

Because he cannot concentrate it on Gettysburg.

It comes back jocosely

And he says, «A bear bit it off.»

And the boy wonders, while the old soldier

Dumbly, feebly lives over

The flashes of guns, the thunder of cannon,

The shrieks of the slain,

And himself lying on the ground,

And the hospital surgeons, the knives,

And the long days in bed.

But if he could describe it all

He would be an artist.

But if he were an artist there would he deeper wounds

Which he could not describe.

There is the silence of a great hatred,

And the silence of a great love,

And the silence of a deep peace of mind,

And the silence of an embittered friendship,

There is the silence of a spiritual crisis,

Through which your soul, exquisitely tortured,

Comes with visions not to be uttered

Into a realm of higher life.


And the silence of the gods who understand each 

       other without speech,

There is the silence of defeat.

There is the silence of those unjustly punished;

And the silence of the dying whose hand

Suddenly grips yours.

There is the silence between father and son,

When the father cannot explain his life,

Even though he be misunderstood for it.

There is the silence that comes between husband and wife.

There is the silence of those who have failed;

And the vast silence that covers

Broken nations and vanquished leaders.

There is the silence of Lincoln,

Thinking of the poverty of his youth.

And the silence of Napoleon

After Waterloo.

And the silence of Jeanne d’Arc

Saying amid the flames, «Blesséd Jesus»—

Revealing in two words all sorrow, all hope.

And there is the silence of age,

Too full of wisdom for the tongue to utter it

In words intelligible to those who have not lived

The great range of life.


And there is the silence of the dead.

If we who are in life cannot speak

Of profound experiences,

Why do you marvel that the dead

Do not tell you of death?

Their silence shall be interpreted

As we approach them.


 Traducción: Salvador Novo


No hay comentarios:

Publicar un comentario