Solo Euclides miró la belleza desnuda.
Callen los charlatanes que hablan de la Belleza,
Y tiéndanse por tierra sin alzar la cabeza
Y cesen en su examen, con la mirada muda.
Contemplando la Nada, que en complicado esbozo
va trazando sus vanas formas con ligereza,
sus graznidos de ganso, que el héroe su grandeza
busque libre del polvo entre el aire luminoso.
¡Oh cegadora hora, santo, terrible día!
¡En sus ojos la saeta primera refulgía (¿)
De la luz desintegrada! Euclides solamente
vio la Belleza pura como dicha sobrehumana.
Del que con su sandalia afirmarse potente,
Sobre piedra una vez, y luego ya lejana. (¿)
(Traductor no identificado)
Nadie miró jamás la belleza desnuda
cual Euclides. Que callen los que hablan de belleza,
y humillando en el polvo la vacía cabeza
a la nada contemplen con gran mirada muda.
La nada, vana urdimbre de complicado trazos,
Digna de los graznidos del ganso. El generoso
Héroe quiere saltar al aire luminoso
Librándose del polvo y sus pesados lazos.
Oh, deslumbrante hora, santo, terrible día,
cuando por primera vez la belleza relucía
de fragmentada luz. Que Euclides elegido
fue para contemplar la belleza de frente.
Dichoso el que de lejos y un instante presente
su sandalia en la piedra oyó sobrecogido.
Traducción de Emilio Ballagas
Euclid Alone
Euclid alone has looked on Beauty bare.
Let all who prate of Beauty hold their peace,
And lay them prone upon the earth and cease
To ponder on themselves, the while they stare
At nothing, intricately drawn nowhere
In shapes of shifting lineage; let geese
Gabble and hiss, but heroes seek release
From dusty bondage into luminous air.
O blinding hour, O holy, terrible day,
When first the shaft into his vision shone
Of light anatomized! Euclid alone
Has looked on Beauty bare. Fortunate they
Who, though once only and then but far away,
Have heard her massive sandal set on stone.
Edna St. Vincent Millay,
Collected Poems
"Una consulta literaria", Diario de la Marina, abril 27, 1950, p. 4.
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