¿Qué es El oscuro
esplendor?
Una suma de azares. Yo quise dar en este libro una visión
del hombre con la mayor inocencia y simpatía posibles. Dar el desamparo que a
veces sufre el hombre. Un texto que sirviera al lector para encontrar la
expresión de sus propias vivencias inocentes. Por eso yo creo que ese libro es
la inocencia humana.
¿Biografía del libro?
Lo escribí en un
lapsus de diez años. Ponía y quitaba poemas. Pulía lo hecho, hasta que saqué
todo lo que tenía el material poético. Simultáneamente fui escribiendo otro
libro: Versiones, que es un juego
imaginativo y un anticipo a otro libro llamado Homenaje a Boloña, donde el tema es extraído de los bellísimos
grabados de ese escultor. Versiones
al principio se iba a llamar La estancia
y la lluvia. En este libro un hombre parado a la ventana interpreta las
cosas, dándoles un nuevo sentido. Por ejemplo, la cortina de la ventana para él
es una serpiente de mar; la Osa Mayor a él le parece que lo mira desde el
cielo, etc. respecto de El oscuro
esplendor, yo siempre he estado inconforme con mis otros libros publicados,
pero con este estoy muy satisfecho. Está bien realizado, cuidado, sin erratas.
Eso se debe a que lo tenían en sus manos los poetas Francisco de Oraá y Otto
Fernández, quienes un día vinieron aquí a la Biblioteca Nacional a solicitarme
el cuaderno. Vinieron con tanto fervor, que no pude decir no.
¿Qué poema sería el
centro del libro?
Un poema que está en
la página 39; se llama “A un viejo caballero”. Ese es el centro temático del
libro. Yo te iba a decir Contreras, que no soporto la falsa piedad. Al hombre
me gusta verlo como lo que es: una cosa concreta; como se ve ahora en la
Revolución. El hombre no es una abstracción. El hombre vivo, tan vivo que si se
le pega un grito, se asuste. Muchas veces uno pierde la inocencia. Cuando uno
ve hombres como los Sosa Blanco, uno se pregunta: ¿eso salió de un niño? Para
mí las cosas más sencillas del mundo son un espectáculo hermoso y grande. Una
madre cuando se pone a coser la ropa, los huecos, va creando la trama familiar
de los hijos, ya para mí esa madre es una diosa. Esto es la constante de mi
obra: la familia, el padre como centro igual que al universo, los manteles, el
cariño, etc.
¿Qué es la poesía?
Las cosas materiales
de la vida: el pan, la familia, el padre, lo sencillo, el hombre, todo. Ver las
cosas sin ningún prejuicio. Algunas personas piensan que el poeta es quien está
todo el día escribiendo, poniéndose al día para estar a la moda, publicando
libros. Eso es falso. Hay personas que no han escrito un libro, ni un poema… y
son poetas. A mí me parece que la poesía tiene más que ver con el ser que con
el hacer. Mi esposa, Bella, es para mí un ejemplo de poesía, viviente. En las
cazuelas, en las costuras, en los botones, ella hace poesía.
Muchas veces la
originalidad se pierde por estar a la moda. Es una pena aquellos muchachos que
quieren ser más Parra que Parra. Así se echan a perder. Por eso para mí ha sido
una gran suerte haber tenido cerca a los poetas Cintio Vitier y Fina García
Marruz. Ellos me ayudaron mucho. Me ayudaron a no perderme en cosas banales.
¿Cuáles poetas
cubanos considera sus favoritos?
Para mí el poeta más
grande, más importante de Cuba, es José Martí. Lezama Lima por su enorme
importancia en el idioma y en la poesía; Nicolás Guillén (ah, Zenea), Cintio
Vitier, Fina Marruz, Octavio Smith y, entre los más jóvenes (claro, jóvenes
para mí), Fernández Retamar, Fayad Jamís y Luis Marré. El joven Miguel Barnet
ha hecho cosas interesantes. Por otra parte, la poesía que están haciendo los
muchachos más jóvenes, me parece que tiene grandes posibilidades. Prometen una
buena poesía. Cuentan con un país fantástico. Cuba es un país fantástico. Por
eso yo quiero recomendar a los muchachos que lean a los clásicos. Ellos son la
fuente del idioma. Que se cuiden del apresuramiento. Deben leer bien a San
Juan, a Cervantes; un hermoso e importante libro llamado Introducción del símbolo de la fe, de Fray Luis de Granada, donde
se habla de peces, hormigas, aguas, aves, etc. Por supuesto, a Quevedo con sus
extraordinarios sonetos; a Fray Luis de León, que en mis tiempos del
bachillerato los profesores lo hacían aburrido, lo mataban. Yo creo que Fray
Luis de León es el mejor poeta del mundo. Pienso hacer un trabajo sobre él, un
día de éstos. Leo a Don Quijote para
refrescarme. También leo a los excelentes poetas ingleses, los cuentos
populares y, el infaltable Perraut. Volviendo al tema del facilismo, te voy a
decir un cuento sobre un hecho que ocurrió en casa de Bella, hace algunos años.
Había un chino componedor de pajillas de muebles, que, cuando venía de lejos,
ya ella, Bella, adivinaba su presencia por los pasos. Entonces él, el chino, le
decía a Bella: “Oído fino, corazón atento”. Así es como debía hacerse un poema.
¿Existe la
inspiración?
Indudablemente.
Existe la inspiración… más el trabajo. No se debe hacer un poema tan
premeditadamente. Él viene solo, lo que hay es que saber cuándo viene.
¿Algo más sobre El oscuro esplendor?
Sí, desde Baudelaire
para acá, el terror, el mal, es el tema que fascina. Pero yo creo lo contrario:
la inocencia, lo cotidiano, las cosas sencillas, pueden ser tan fascinantes
como el terror y el mal. Pongamos por caso un ejemplo sencillo, bastante
sentimental si tú quieres: un campesino con su actitud, con esa cosa sana, con
su honradez, es para mí un espectáculo como lo puede ser un terror de los que
predominan.
Entrevista de Félix
Contreras, Bohemia, 3 de febrero
1967, p. 32.
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