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sábado, 9 de mayo de 2020

Para llegar a la hipnosis




  Jorge Leroy y Cassá 

 Las cuestiones múltiples que abraza el estado psíquico especial de los sujetos hipnotizados no pertenecen ya al dominio de lo extraordinario, sino que constituyen un capítulo bastante bien estudiado de la psicología experimental.
 Los trabajos de Paracelso, en 1529, Glocenius (1608), Burgraeve y Van Helmont (1626), sobre el magnetismo animal; los de Roberto Fludd (1640) haciendo partir de la estrella polar el fluido magnético que atravesaba la tierra y se fijaba en los imanes, de los que el hombre era considerado como uno verdadero; las prácticas charlatanescas de Mesmer (1766) llegando a magnetizar un árbol al fin de la calle Bondy en París; el descubrimiento en 1784 por el marqués de Puységur del sueño sonambúlico y del poder que sobre sus enfermos ejerce el magnetizador y el reconocimiento, por primera vez, en 1815 por Deleuze de la amnesia que en la vigilia existe de lo ocurrido durante el sueño sonambúlico, constituyen el período de lo maravilloso interpretado generalmente por el magnetismo animal.
 Con el abate Faría cambian las doctrinas, y él concibe el hipnotismo tal como se acepta actualmente, es decir, residiendo en el cerebro del sujeto; pero no siendo bastante charlatán para resistir a las críticas y a las burlas de los incrédulos, fracasó en sus propósitos y fue considerado como un impostor (Croeq). Con motivo de la carta escrita en 11 de octubre de 1825 por el Dr. Poissac a la Academia de Medicina de París, la Comisión formada por Odelon, Pariset. Marc, Burdin y Husson (ponente) reconsideró los juicios emitidos, por los comisarios encargados por el Rey para estudiar de nuevo la cuestión del magnetismo; de la discusión que motivó este informe nació otra Comisión de la cual el mismo Husson fue nombrado ponente y cuyo informe emitido en 1831 comprende 30 Conclusiones, en las que se explican claramente muchos fenómenos y se ve la sinceridad de los observadores; pero la enérgica oposición de Castell diciendo que si esos hechos fuesen reales, destruirían la mitad de los conocimientos fisiológicos" y que "sería peligroso propagar dichos hechos por la impresión", hizo retardar los estudios emprendidos. 
 Vuelve a pedirse en 1837 a la Academia autorización, por el doctor Berna, para experimentar delante de sus miembros, en sujetos que tenía a su disposición, y mostrarle hechos concluyentes en favor del magnetismo. La Comisión nombrada esta vez, enemiga encarnizada de estos problemas cuyo ponente era Dubois, dio un informe completamente desfavorable, que por sus frases duras provocó la indignación de Husson quien le reprochó el descuidar voluntariamente todo lo que pudiera ponerlo en el camino de la verdad, el desnaturalizar lo que no podía destruir y el mentir descaradamente" —nuevas peticiones y nuevas negativas se siguieron a esta discusión hasta que por fin en 1839 Double propuso cerrar para siempre toda discusión sobre esa materia y la Sabia Asamblea votó la proposición según la cual "no se respondería más a peticiones de esta naturaleza" (Crocq).
  En 1841, James Braid, de Manchester, volvió sobre las ideas del abate Faría y modificando sus primeras concepciones puramente físicas consideró la hipnosis como puramente sugestiva y negó la posibilidad de las sugestiones criminales; las doctrinas de este sabio fueron propagadas en los Estados Unidos por Grimes bajo el nombre de electro-biología y estudiadas de nuevo en 1850 en Inglaterra por Darling, Bennet, Simpson, Carpenter y Holander, y en 1860, en Francia, por Durand que trató de darle una explicación fisiológica y por el profesor Azan que insistió, en París, sobre todo en la anestesia de los sujetos hipnotizados.
 En 1866, Mesnet hizo un curioso estudio sobre el sonambulismo patológico y Liébault publicó la obra que sirvió de base a las doctrinas de la Escuela de Nancy; en 1874, Dechambre no veía en las prácticas hipnóticas más que "mentira, mala fe y necia incredulidad”; en 1875, Richer se convenció de la realidad de los fenómenos hipnóticos y se declaró partidario del Braidismo, pero es necesario llegar a Charcot (1882) y a Bernheim (1884), a Liégeois y a Pitres en Francia; a Ileidenhain en Alemania; a Ladame y Yung en Suiza para asentar sobre bases perfectamente científicas los conocimientos en que descansan hoy los variados e interesantes problemas del hipnotismo y la sugestión y los que en las órdenes filosófico, jurídico, social y moral de ellos se desprenden.
 Los estudios de Pedro Janet sobre el automatismo psicológico; los muy interesantes sobre el desdoblamiento del centro psíquico superior y de las zonas poligonales del automatismo, realizados por el profesor Grasset de la Escuela de Montpellier, el desdoblamiento de la memoria estudiado por Mesnet, valiéndose del esquema del doctor Azam, en el que se demuestra la existencia del estado segundo representado por las crisis hipnóticas con las perturbaciones psíquicas que le pertenecen (de las que el sonambulismo es la más importante manifestación) y los lazos que unen estos estados segundos o sonambúlicos, absolutamente independientes del estado normal o condición primera del sujeto, son otros tantos problemas que nos permiten resolver muchas de las cuestiones que, sin ellos parecerían absolutamente irresolubles.
 He dado, quizás, demasiada extensión a esta ojeada histórica, pero lo he hecho para demostrar con la enseñanza de los sucesos pasados las vicisitudes porque han atravesado las interpretaciones de fenómenos que muchos de ellos escapan todavía a la penetración de nuestras neuronas cerebrales.
 También se hace necesario fijar bien el papel del perito en los asuntos hipnóticos para que por una falsa interpretación no se extravíe el juicio de los magistrados llamados a juzgar en causas de esta naturaleza.
 El médico abordará el estudio de estas cuestiones con una gran reserva y una prudencia extrema. No aceptará sino los hechos bien comprobados y un examen tendrá por fin establecer en qué medida el sujeto es sensible a la acción hipnótica; estudiará muy particularmente el estado de la memoria y de las sensibilidades periféricas y no olvidará que su examen no ha de limitarse sólo al sujeto hipnotizado, sino que lo ha de extender al hipnotizador: teniendo siempre presente las causas (simulación, chantaje, etc.) que lo puedan inducir al error. Sentadas estas premisas abordemos el estudio del asunto sometido a la deliberación de la Academia.

 Violación durante el hipnotismo. Informe médico legal (fragmento), La Habana,  Impr. Mercantil Teniente Rey, 1906.


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