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viernes, 10 de abril de 2020

Cuba, una isla que navega




 José Ángel Valente

 Los pueblos nacen en la noche solos,
en la noche del pan traicionado,
el azúcar amargo y la mentira.
Hijos de su miseria y de su llanto,
de la luz yugulada y la costumbre
oscura de morir desposeídos.

También los ríos de mi patria arrastran
su largo luto hacia la mar sombría
y allí enmudecen.

Pueblo mío.
Amarillo el color del hambre dura,
el de la sangre aciago resplandece,
ceniciento el del odio anega el aire.

Hasta que un día 
ciertas palabras rotas se reúnen,
se componen en sílabas y viento,
azotan las montañas y se alzan
en la boca del hombre.

Ay de los ídolos,
ay de su noche,
ay de su triste barro entonces.

Un pecho ha estallado y a él acudo.
Desde lejos nos llaman, desde lejos
se oye una voz. Pronuncia
palabras de mi estirpe y de mi sangre.

Acudo porque entiendo.
Un pecho ha estallado,
una isla navega.

Abridle paso.
En mar libre navega.

El alto viento es suyo. 

 España canta a Cuba, Ruedo Ibérico, 1962, p. 86-87; y, Obras completas, Círculo de Lectores, 2006, pp. 824-825. Fotografía: Jesse Fernández. 

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