I.
Los aires rompe el ruido
De la nocturna orquesta
Oh! qué impresión es
esta....
Qué mágico sonido?...
¿Qué plácida embriaguez?
Es la cubana danza,
Y al escuchar sus sones,
Mis muertas ilusiones,
Mis sueños de esperanza
Despiertan a la vez.
II.
Oh danza! tus acentos
Reaniman mi existencia;
Tu lánguida cadencia
Me inspira pensamientos
De amor y de placer:
Y la gentil cubana
De pie pulido y breve,
Y de cintura leve
Que se columpia ufana,
Pienso a tus sones ver.
III.
Pienso mirar su cuello
A tu compás doblarse,
Sus párpados cerrarse,
Alzar su rostro bello
Bañado de expresión:
O pienso que del piano
Las teclas recorriendo,
Te estoy ¡oh danza! oyendo
Lanzar bajo su mano
Gemidos de pasión.
IV.
Quien de cubano el alma
Y los sentidos tenga,
No es dable, no, que
calma,
Ni gravedad sostenga
Llegándote a sentir:
Que el más adusto ceño
Tus sones escuchando
Se mostrará risueño,
O tu compás callando
Procurará seguir.
V.
Ya exhales gemidora
De tórtola el arrullo,
Ya imites el murmullo
De brisa halagadora,
Ya un grito des de amor;
Oh danza! me parece
Que Cuba con sus palmas
A tú compás se mece,
Y son de nuestras almas
Tus ecos el clamor.
Imagen: Orquesta de Enrique Peña, 1908.
Imagen: Orquesta de Enrique Peña, 1908.
Otras entradas: La danza cubana, La irresistible, La serpiente es Valenzuela
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