Tortura de los perros: encerrar al preso desnudo, en una
bartolina, y azuzarle dos perros pastores alemanes, fieros y especialmente
adiestrados.
Tortura de la campana: amarrar fuertemente al preso, sentado
en una silla, cubriéndolo con una gran campana que a intervalos de pocos
minutos, durante varios días, es intensamente percutida mediante un mecanismo
eléctrico.
Tortura del agua: encerrar al preso en una bartolina en la
cual se pone agua hasta una altura de seis pulgadas, lo que hace que el reo
este de pie, con el agua por encima del tobillo, sin que pueda agacharse,
sentarse ni acostarse, porque al hacerlo, el cuerpo queda sumergido en el agua,
contaminada por la podredumbre de las excrecencias del propio preso y de los
que le antecedieron.
Tortura de las cabañitas: se introduce al preso en pequeñas
construcciones, herméticamente cerradas, en las cuales solo cabe un hombre de
pie, sin poder moverse, quedando inmovilizado como un emparedado.
Tortura del magnavoz: consiste en difundir por alto-parlante,
a gran volumen, los discursos de Fidel Castro, lo que quiebra los nervios de
los presos.
Pepita Riera: Servicio de inteligencia de Cuba comunista, Editorial AIP, 1966, pp.
77 y 78.
Sería más contundente si pusieras una imagen de la página de la publicación. Es un documento tremendo.
ResponderEliminarTienes razón. Ahí va la imagen.
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