Desde nuestro último artículo, hemos visto con
regocijante satisfacción que la afición madrileña se va enterando de lo que es
este noble deporte, y hasta muestra interés por conocerlo, pues he tenido
ocasión de ver que en las prácticas y entrenamientos que se verifican los
domingos, por la mañana, en el campo del Racing Club, acude mucha gente a
presenciarlas y se interesan por las distintas incidencias del juego, y esto,
como antes digo, son indicios de que no es por mera curiosidad que este núcleo
de admiradores acuden al campo (pues en los entrenamientos apenas pueden darse
cuenta de lo que ello es). Sino que encuentran, indudablemente, en este juego
algo que emociona, y llegará a levantarlos de los asientos el día, no muy lejano,
que presencien un encuentro formal y conozcan de antemano las bases en que debe
desarrollarse este noble deporte. Sí, señores futbolistas, mal que les pese, este
juego tiene atractivos mucho más completos que el foot-ball, y en nada se puede
comparar a la magnificencia del «baseball» como juego colectivo.
Este juego es sobradamente conocido en
España, y sobre todo por el elemento militar, pues toda nuestra brillante
oficialidad del Ejército que ha estado en nuestras perdidas colonias de Cuba
tiene que haberlo visto jugar, e indudablemente en muchas ocasiones le habrá
arrastrado la multitud a presenciar los emocionantes partidos que entonces, seguramente,
jugarían el Club Habana contra el Almendares, los dos equipos eternos rivales, y
a la sazón quizá los mejores de la Habana. Quién sabe si, quizá, la falta de
entusiasmo o la apatía aquí tan corriente serían las causas de que no se diese
a conocer antes este deporte! Y conste que hay muy buenos elementos basebalistas
en el Ejército español. Yo conozco a muchos que actualmente juegan en las «novenas»
que existen en Barcelona, y que en fecha no muy lejana los tendremos aquí a jugar
contra nosotros un «match» amistoso.
Hay que llevar el deporte a los cuarteles, pues
es la base del buen soldado. Ya hemos visto si no el excelente resultado que ha
dado el improvisado ejército de Inglaterra y de los Estados Unidos, y la causa
no ha sido otra sino que era un ejército de hombres que han cultivado en
distintos grados el «sport». El soldado, ante todo, debe ser «sportsman», y si no
compárese la silueta de un soldado inglés o yanqui con otro soldado de
cualquier país, y se verá en aquél el soldado ágil, fino, esbelto, y en éste al
soldado burdo, sin más línea que la que los malos cortadores de «trajes en serie»
le han querido dar.
Muy en breve tendremos el gusto de presenciar el
primer partido de la temporada entre la «novena» de la Academia de Infantería
de Toledo y la «novena» del Racing Club, y sucesivamente también vendrán a
visitamos las distintas «novenas» que existen en Barcelona, que creo son formidable,
para lo cual estamos en correspondencia, y se avisará oportunamente a la
afición madrileña de este fausto acontecimiento.
Es de esperar que los madrileños, haciendo honor
a la justa fama de hospitalarios y nobles, acudirán a rendir tributo a las
primicias de este deporte, y no dudo podrán tener la satisfacción de decir
algún día que han contribuido a fomentar un «sport» que sólo en España no se
conoce, y que está llamado a ocupar el primer lugar.
En próximos artículos publicaremos las bases
de este juego, y sucesivamente daremos noticias de nuestras gestiones con las
«novenas» forasteras.
Strike [seudónimo de Agustín Pires de Vargas; ver aquí]
Strike [seudónimo de Agustín Pires de Vargas; ver aquí]
El Fígaro, jueves 4 de marzo de 1920.
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