Enrique
Collazo
La sociedad
cubana vivía bajo la presión de un grave error; el Gobierno a quien favorecía
esa creencia, la acentuaba y sostenía; siendo
esto la causa de su soberbia e insensatez en el manejo de la cosa
pública.
Se creyeron
tan fuertes que se juzgaron capaces de sostener en completa esclavitud al
pueblo, y le trataban como piara de animales destinados al trabajo, para que
ellos tuviesen modo de prosperar y gozar en esta tierra de promisión.
Se olvidaron
que eran mandatarios, pagados para servir y cumplir las leyes del país; se
juzgaron dueños absolutos de éste y de su hacienda, y contaban con el apoyo del
Gobierno americano, al que estaban dispuestos a obedecer servilmente; fueron
criados del pueblo fuerte, tiranos del qué juzgaron débil, creyeran que por temor
a la intervención no habría quien se sublevara, y si esto sucedía, bastaba llamar al yankee. La Enmienda Platt
venía a ser el dogal puesto a ese pueblo, para obligarle a la ciega obediencia
a aquellos que habían escalado el poder.
Las últimas
elecciones se efectuaron con alardes de fuerza; y para amedrantar al pueblo
nació el Gabinete de Combate, cuyo lema fue la anulación del derecho del
sufragio, la imposición de la fuerza bruta.
Para ello
contaban con los millones almacenados en el Tesoro, que les darían el medio de
encontrar soldados, como surgían guerrilleros en tiempo de España: a sus
espaldas creyeron tener al Gobierno americano.
Sentían la
Revolución; pero dudaban se realizara, suponiendo que no habría quién se
sublevara a riesgo de comprometer la Independencia.
Cielos, no
quisieron ver el ultraje al país; se creyeron inmunes y siguieron sordos a las
manifestaciones populares.
Las elecciones
realizadas consumaron el crimen; la reelección fue un hecho; la toma de
posesión los tranquilizó, y dieron por cierto el "consummatum est".
Surge el 17
de Agosto la primera alarma; Pino Guerra y Bravet se levantan en Vuelta Abajo;
los secundan en la Habana Asbert, Montero y Castillo; se teme el pronto levantamiento
en las Villas, y empieza a sentirse el temor en las esferas del Gobierno;
miopes, no vieron lo que les venía encima; por el contrario, alegres abrieron
las arcas del Tesoro y empezaron a derramar oro e improvisar batallones y
regimientos, y un cúmulo de inútiles ametralladoras.
El día 19 el
chubasco se acentuaba y decretan las prisiones de aquellos que suponían jefes
del movimiento; efectuadas éstas con éxito, juzgaron aplacado el mal.
Efectivamente,
esas prisiones fueron golpe de efecto, que impidieron la realización de lo
mejor pensado: sublevar la Habana.
Pero la
oleada en los campos creció, con increíble rapidez, se organizaren las fuerzas,
y pronto la isla entera respondía al llamamiento de la Revolución.
El asesinato
del general Quintín Banderas produjo asco, no pánico; y pronto se vio el
Gobierno casi encerrado en las grandes poblaciones.
Pino Guerra
organizaba a Vuelta Abajo; Enrique Loynaz estaba a las puertas de la Habana;
Guzmán mandaba por completo en las Villas, y
Oriente y Camagüey amenazaban con su alzamiento.
De modo portentoso,
la Revolución pobre y desarmada, había levantado y organizado millares de
hombres que se batían con éxito; mientras tanto, el Gobierno aparecía tener
soldados imaginarios, en su mayor parte
pagándolas a dos y medio pesos y equipados con lujo y largueza.
En trece días
había surgido un Ejército Revolucionario y el Gobierno desfallecía sin
prestigio y sin ánimo.
El Comité
Revolucionario hizo circular el manifiesto que publicamos a continuación:
Al Gobierno
actual de Cuba y al pueblo cubano.
El Comité
Central Revolucionario, vindicador de los agravios políticos de Cuba, en
defensa de la Constitución nacional y de la libertad y el derecho del pueblo
cubano, ofrece a la consideración del ciudadano Tomás Estrada Palma y de sus
asesores en la actual administración de la República, las siguientes Bases para
un Pacto de Olvido y Fraternidad entre las partes contendientes en el movimiento
armado.
A saber:
Primera:
Cesación de las hostilidades y restablecimiento de la paz.
Segunda: Que
en el más breve plazo posible los cubanos alzador en armas se hallen dedicados
a sus habituales ocupaciones, sin que pueda
eximírseles en ningún tiempo ni en
ocasión alguna, responsabilidad de ninguna clase por los actos realizados
con motivo del alzamiento que terminará
con su retirada en la contienda armada. Al mismo tiempo las fuerzas regulares
del Gobierno, que actualmente se hallan en operaciones, serán retiradas a sus servicios normales, disolviéndose
inmediatamente los cuerpos y unidades de fuerzas armadas creados por el
Gobierno con motivo del actual conflicto.
Tercera:
Libertad completa para todas las personas que actualmente se hallen detenidas o procesadas, o sujetas a
detención o procesamiento, o que hayan
sido condenadas a cualquiera pena, por acusación de delito, con motivo de la
propaganda u otros procedimientos para las elecciones que habían de comenzar el día 23 de Septiembre
de 1905; y asimismo para todas las personas detenidas o pro cesadas, o que
hayan sido condenadas a cualquier pena, o que en cualquier modo se hallen
sujetas a detención o procesamiento con motivo de los sucesivos movimientos
armados o de la preparación para los mismos, realizados o intentados desde el día
23 de Septiembre de 1905, inclusive, hasta la fecha en que se celebre el pacto.
Cuarta: Que
se declaren renunciados para las personas que actualmente los ocupan, y por tanto
se declaren vacantes, los cargos de Presidente y de Vicepresidente de la República,
así como los de senador, representante, gobernador civil y concejero provincial,
cubiertos en el último período
electoral.
Quinta: Que
se suspenda en sus efectos la Ley de sustitución presidencial, de 24 de Junio
de 1903, a fin de que sean elegidos por sufragio popular los cargos de
Presidente y de Vicepresidente de la
República; y que todos los cargos- vacantes expresados en la base anterior,
sean cubiertos por el tiempo que legalmente les falte en cada caso.
Sexta: Que el
Ejecutivo que resulte convoque inmediatamente al Congreso a sesión extraordinaria
para que discuta y acuerde la forma en que,
sin demora innecesaria, se verifiquen las elecciones para cubrir las antedichas
vacantes.
Este Comité
Central Revolucionario declara, además: Que hasta el presente se ha eludido, y
en adelante se evitará, en cuanto sea posible, todo empeño que pueda causar
derramamiento de sangre o perjuicio a las propiedades de los habitantes del
país; pero, que si antes del día 15 del corriente
mes se ha nombrado, por los actuales gobernantes de la República, una Comisión
que sobre las anteriores bases llegue a una inteligencia con los jefes de las
fuerzas aleadas en armas o los delegados que ellos designen, se iniciará una
campaña enérgica de ofensa y defensa que resuelva la cuestión brevemente. Que nada
hemos demandado ni demandaremos otra cosa que la restauración de la legalidad,
y que no nos arredra nada que amenace oponerse o que positivamente se oponga a
nuestra; patriótica empresa de restituir al pueblo sus derechos sin que al
hacerlo nos anime preferencia personal ninguna ni espíritu de parcialidad
política. Y que, en fin, veneramos la Constitución y respetamos las leyes, sin
las cuales no es posible la existencia de la República ni el desarrollo de sus
democráticas instituciones. Todo lo arrostraremos por el triunfo de la justicia y de la democracia.
República de Cuba, a 1ro de Septiembre de
1906.
El Comité Central Revolucionario.
La revolución de agosto (fragmento),
Habana, 1907.
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