Mantua, mayo 7 de 1906
Sr. Director del Diario de la
Marina
Muy señor mío: Alarmado por las
predicciones del sabio profesor Nowack, me viene a la mente lo de aquel doctor
Carballo que curaba la tenia, y del Hombre Dios, Juan Manso, que cura todas las
enfermedades con cubos de agua, y desearía que usted, con su reconocida bondad
e innegable competencia, me resolviera el siguiente caso de duda: ¿Hay alguna
relación entre la misteriosa vasija de Caraballo, el agua de Manso y la peonía
de Nowack?
Como son tres (como las hijas de Elena),
supongo que formarán un triángulo, y, si es así, ¿ese triángulo es recto u
obtuso y sirve para tomarnos el pelo y sacarnos los pocos centenes enfermos que
"por el mundo son"?
Desearía saber a qué atenerme sobre el particular,
y si usted, dadas sus múltiples ocupaciones no pudiera desvanecer mis dudas, le
suplico haga traslado de ellas al señor Curros o al señor Giralt, que, con su
reconocida competencia, podrán dilucidarlas.
Le anticipa las gracias y queda de usted, con
toda consideración más distinguida, su atte. s. s.
Q.B.S.M.,
José H. Pérez
A nuestro juicio, hay una
relación grandísima entre los efectos producidos por la tenia de Caraballo, el
agua del Hombre-Dios y la peonía del Dr. Nowack. Todos se deben, más que a otra
cosa, a la falta de fe religiosa. Es tan natural en el hombre lo sobrenatural,
que, cuando no cree en Dios, cae en las supersticiones más ridículas.
Y no se arguya que eso se debe más bien a la
falta de civilización, porque nosotros hemos visto en las ferias de París,
"cerebro de Europa", numerosas barracas de adivinadores y de magos,
donde se precipataban las gentes de todas las clases y condiciones, escándalo
que jamás habíamos presenciado en las humildes aldeas de nuestra tierra.
Se necesita instrucción sólida para no
incurrir en supersticiones; pero también se necesita fe religiosa, aunque le
juzguen paradoja ciertos sabios a la violeta, porque el hombre aspira, tiende
siempre a los sobrenatural.
Diario de la Marina, 6 de mayo de 1906, p. 1.
Diario de la Marina, 6 de mayo de 1906, p. 1.
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