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sábado, 12 de julio de 2014

La guagua



  Fausto Masó

 Los hombres son arrollados por guaguas. Apuntam, respiran, dicen: "Abre que voy" y el pedazo más grande no sirve de mortadella para un sandwich. esta es la utilidad estupenda de las guaguas.
 Ahora se han agrupado en sindicatos y visten uniformemente. Unas corren unas calles. Otras, otras.
 El frente, los costados y el fondo de las guaguas son paredes. Son paralelogramos luminosos lanzados a toda velocidad. Por dentro se toca la saliva y la goma desprendida de los asientos. Con el tiempo se añoran los vendedores de billetes y los tríos populares.
 No hay placer mejor que viajar en el vientre de una guagua llena. La promiscuidad es ventajosa para el imaginativo y el carterista. El segundo es un pobre diablo. El primero está en el secreto. La guagua es una iglesia. Protege confortablemente y como Dios, está en todas partes.
 Las guaguas reemplazaron los tranvías y los coches de caballo. Algún día también serán reemplazadas. Mientras mean y cagan en las calles, y no hay sitio de La Habana sin olor a mono-óxido de carbono, o sin huellas de gasolina.
 Aprovechan mientras pueden.
 Es humano. 


 "Mirando y dejando", Lunes de Revolución, 27 de marzo de 1961. 


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