El primer cuidado de los médicos, luego que se
declare la locura, es tener a su enfermo en abstinencia, a fin de frenar el
disparado tropel de sus pensamientos, y si es posible, conciliarle el sueño,
aquietando la interior turbulencia. Si su habilidad y esfuerzos medran, aquella
persona es tan perdida para la sociedad, como si realmente estuviera muerta.
Pero si este loco se metiera debaxo del agua, y allí se conservara hasta que al
parecer se juzgara muerto, y después se recobrara por los métodos acostumbrados,
de cuyo recobro tenemos el día de hoy moral certidumbre, estoy muy inclinado a
creer habríamos de lograr una cura perfecta. Confieso que el experimento
repugna en algún modo a la naturaleza, pero si la sociedad había ya perdido a
aquel hombre, ¿por qué hemos de dudar un solo instante hacer un ensayo, quando
la probabilidad del feliz éxito es en tanto grado lisonjera?
(...) Tal vez podría con grande ventaja de los buenos aplicarse a los
pícaros la misma medicina que el inglés propone para los infelices que se
volvieron locos. Luego que esté declarado y averiguado que alguno es pícaro, métasele
debaxo del agua hasta que al parecer esté perfectamente muerto, y después
entréguesele a los médicos para que le curen por el método conocido. Todo
crimen es un error, dice el sabio y eloquente Mr. Thomas: los errores nacen del
trastorno de nuestras ideas. Quizás un hombre malo, solo es malo, porque sus
atropelladas ideas están trastornadas; por consiguiente se halla en el mismo
caso que un loco, y podrá curarse de su enfermedad con los propios remedios de
que este se aprovecha. Quando por desgracia tenemos algún deudo, si nos vemos
en precisión de hablar sobre su conducta, decimos, es un temerario, es un loco.
Pues juzguemos con la misma caridad los defectos que advertimos en cualquiera
otro de los hombres: sepamos al fin que todos somos hermanos, para que lexos de
mirar con odio a los pícaros, los miremos con tierna compasión, creyendo que
están enfermos, que están locos (…).
Único autor de toda salud, Dios bueno,
dueño de las virtudes, derrámalas sobre mi Patria, líbrala de pícaros, y exerce
tu inmenso poderío criando en ella muchos hombres de bien...
"Acerca de la
inmersión bajo el agua como cura para locos y pícaros", y "nota": Papel Periódico de
la Havana, no 79 octubre 20, pp. 314-315 (El primer texto es traducción de la Gazeta de Jamayca).
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