Todos los periódicos de esta capital
se han ocupado últimamente de la curación del distinguido y popular orador
sagrado. Pbro. D. Pedro Arburu. Nadie ignora que este señor estaba privado de
la vista hacia años, y a todos era sensible esta situación amarga. Hoy, gracias al reconocido acierto del inteligente Dr. D. Eduardo Finlay, el Padre Arburu ha recobrado la vista al extremo de escribir y leer aun la letra mía, menuda,
de ver a larga distancia y de no necesitar de auxilio. Este fausto suceso será
de sumo gozo para todos, pues nos lo hace esperar así la popularidad del Padre
Arburu por los grandes méritos que en su larga y honrosa carrera ha contraído con los difíciles magisterios de la enseñanza y la predicación. Nosotros nos
complacemos en la curación de este digno sacerdote, y unimos nuestra voz a la
de todos sus discípulos, amigos y entusiastas que se apresuran a felicitarle
por haber recobrado un don de tanto precio, y admiramos la inteligencia y raro acierto
del facultativo que venció instantáneamente todas las dificultades que se
oponían a una feliz operación.—Demos gracias al Todopoderoso porque ha oído las
súplicas que se le hacían por la salud de su ministro y se la ha devuelto
dirigiendo la mano del facultativo y alumbrándole con su luz para obtener el
éxito deseado.
Tenemos una prueba de dicho éxito en un retrato del Pbro.
Arburu ejecutado por el Sr. Mestre Petit, y en el cual se hace visible la gran
diferencia que existe entre el ojo operado y el que no lo ha sido.
La verdad
católica: Periódico religioso - Volumen 13, 1864, p. 48.
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