René Ariza
Me había hecho
muy amigo de la muerte. Un día, muy temprano, me llamó por teléfono: quería,
ansiosamente, leerme no sé que cuento que había escrito. Yo contesté de mal
humor, casi no había dormido, no estaba para cosas de la literatura.
"Es
muy corto".-insistió.
"Quiero
dormir" -le dije, y le colgué.
Me tenía fastidiado,
hacía algún tiempo que no tenía otro tema, ningún otro motivó tenía ya su
amistad que atormentarme con su delirio de escritor. Volví a la cama, y cuando
me fui a acostar noté que ya lo estaba, y que dormía gruñendo, en el delirio de
los sueños febriles. "Soy mi sueño" -pensé, y corrí al teléfono a
llamar a la muerte para contarle tan hermoso tema. Me contestó de mal humor,
casi no había dormido, no estaba para cosas de la vida.
"Es muy breve" -insistí.
"Quiero
dormir" -me dijo, y me colgó.
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