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martes, 10 de enero de 2012

Tacón: salubridad y ornato




 Todavía por el año de 1797 había dentro de los muros de esta Capital, a pesar de su rango y opulencia un receptáculo de inmundicias que derramaba su pestilencia por toda ella, particularmente cuando reinaba el molesto y nocivo viento del Sur. Este era el matadero principal con otros dos o tres accesorios donde se beneficiaban las reses. La entrada de estas en el recinto excitaba el séquito y la chilladiza del populacho, y esto producía con bastante frecuencia el enfurecimiento de algunos toros, que solían alarmar al vecindario pacífico. ¿Que había hecho en tanto tiempo el Ayuntamiento para alejar aquella atmósfera infestada y aquel escándalo? Se necesitó que viniese a mandar el Conde de Santa Clara, digno sucesor de Las Casas, y a su celo debemos la traslación del matadero al sitio del Horcón donde hoy existe. Corto fue el período del mando de este Gobernador, pero suficiente para dar una idea del amor al ornato público. Se dedicó a hermosear la antigua alameda de extramuros, y levantó una fuente para surtir de agua a los vecinos, de la cual tendré oportunidad de volver a ocuparme.
 Pero todavía estaba en mantillas la policía de salubridad y ornato. Las plazas de mercado eran desaseadas e inmundas, las casillas o puestos de que constaban ruinas o escombros de madera podrida. Habían pasado así muchos años, y aunque alguna vez se formaban proyectos de mejoras, eran estos como una ráfaga que desaparece en el acto mismo de tener existencia. Entre esos fugaces pensamientos hubo también el de formar una pescadería, pero nunca se había llevado a efecto a pesar de haberse concebido el deseo de la construcción desde el año de 1804.
 Las calles se hallaban en un lastimoso estado, porque no se usaban en la composición buenos materiales ni se observaban buenos métodos. El describir sus desigualdades y las molestias que en tiempos de agua causaban sus lodazales, sería obra muy larga a par que innecesaria; cuando todos hemos presenciado lo que sucedía pocos años hace. Y no se diga que esto procedía de carencia de fondos, porque al ramo de calles y empedrados que estaba a cargo del Ayuntamiento era aplicable el producto de la marca de carruajes que unido al arbitrio injusto y desigual conocido con el nombre de fagina se estimaba en la suma de $ 81.600 anuales.
 En los rastros se mataban las reses en desorden y con desaseo, y de allí se conducían a las plazas en una forma asquerosa que guardaba con ellos consonancia. Parecía increible que tanto descuido no produjese frecuentemente enfermedades contagiosas en un país situado en la Zona Tórrida, y algunos ofrecían esa misma falta de policía como la prueba más perentoria de la salubridad de nuestra atmósfera.
 Así se hallaba la policía hasta el memorable día 1 de Junio de 1834, en que se encargó del mando el Sr. Tacón. Muchos eran los males que tenía que remediar, muchas las obras y reformas que emprender en tan interesante ramo, y comenzó por levantar una magnífica pescadería y dos grandes plazas de mercado dentro de la ciudad. Construidas sin gravamen alguno del público, tienen también la doble ventaja de que al cabo de cierto número de años, adquiere el Ayuntamiento en propiedad esos edificios que aumentarán la riqueza del fondo de propios en los términos de que más adelante tendré ocasión de ocuparme.
 Las calles se empedraron por el acreditado sistema de Mac-Adams, se formaron cloacas que sirvieron para dar curso a las aguas, se mejoró la matazón de las reses, se construyó una magnífica Cárcel y un extenso campo para la instrucción militar, se formó el paseo de extramuros, y se emprendieron otras muchas obras que parecían irrealizables en tan corto período de mando.
 El Escmo. Sr. D. Mariano Arango, al referirlas sucintamente en una exposición que en 14 de Abril último leyó en la Junta de Gobierno de la Real casa de Maternidad y que fue adoptada por aclamación, hizo uso de las siguientes palabras que son de complemento de cuanto yo pudiera expresar en este lugar. "No parece posible, dijo aquel respetable y benemérito Sacerdote, que en menos de cuatro años de mando, si claramente no lo viésemos, pudieran haberse verificado tantas y tan grandes obras en favor de esta opulenta isla”. “Si entramos en comparación (continúa) con las memorias que nos han dejado los 25 Gobernadores propietarios o interinos que le han precedido, desde la restauración de esta plaza, acaecida en el año de 1762, hasta el presente, deduciríamos con evidencia que todas ellas "reunidas son inferiores a las que se han practicado por nuestro Presidente en este cortísimo período."
 Las palabras que dejo trascritas son de tanta mayor importancia cuanto que fueron pronunciadas después del relevo del General Tacón, y cuando no podía sospecharse que algun estímulo menos noble pudiera haber influido en aquel desahogo, que no es otra cosa en sustancia que una expresión sincera de gratitud.
 Si el Escmo. Ayuntamiento hubiera colocado su nombre al frente de las obras de utilidad y ornato, si no hubiera dejado este cuidado a los Capitanes Generales que para bien de la isla rigieron sus destinos desde la restauración de la plaza, acaso serían más dignas de atención sus palabras, cuando invocando la belleza de la ciudad viene formando el primer cargo, y aspirando a que se demuela lo que con tanta impropiedad se llama malecón o terraplén; pero cuando esta cuidadosa solicitud estuvo desempeñada por los Presidentes, lleva el cargo consigo tales caracteres de sin razón, que no es fácil encontrar palabras adecuadas para calificar esta conducta sin peligro de incurrir en una ofensa (...)
 Cuando el Sr. Tacón hizo construir las dos plazas de Cristina y del Santo Cristo y la Pescadería, dio cuenta a la Reina Gobernadora así de aquellas obras como de las que tenía en proyecto, y S. M. no solo se dignó aprobarlas, sino que además le previno en Real Orden de 27 de Mayo, de 1835, que continuase dando pruebas de su esmerado celo por el aseo y ornato público de esta Capital, y por los intereses y comodidad de sus habitantes. Así lo hizo mientras estuvo en ella, y es bien extraño que se le formen cargos por haber dado cumplimiento a los preceptos de S. M (...).

 Imagen: Pescadería de Tacón, ver más Aquí



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