Todavía por el año de 1797
había dentro de los muros de esta Capital, a pesar de su rango y opulencia un
receptáculo de inmundicias que derramaba su pestilencia por toda ella,
particularmente cuando reinaba el molesto y nocivo viento del Sur. Este era el matadero principal con otros dos o tres accesorios donde
se beneficiaban las reses. La entrada de estas en el recinto excitaba el
séquito y la chilladiza del populacho, y esto producía con bastante frecuencia
el enfurecimiento de algunos toros, que solían alarmar al vecindario pacífico.
¿Que había hecho en tanto tiempo el Ayuntamiento para alejar aquella atmósfera
infestada y aquel escándalo? Se necesitó que viniese a mandar el Conde de Santa
Clara, digno sucesor de Las Casas, y a su celo debemos la traslación del matadero al sitio del Horcón donde hoy existe. Corto fue
el período del mando de este Gobernador, pero suficiente para dar una idea del
amor al ornato público. Se dedicó a hermosear la antigua alameda de extramuros,
y levantó una fuente para surtir de agua a los vecinos, de la cual tendré
oportunidad de volver a ocuparme.
Pero todavía estaba en mantillas la policía de
salubridad y ornato. Las plazas de mercado eran desaseadas e inmundas, las
casillas o puestos de que constaban ruinas o escombros de madera podrida.
Habían pasado así muchos años, y aunque alguna vez se formaban proyectos de
mejoras, eran estos como una ráfaga que desaparece en el acto mismo de tener
existencia. Entre esos fugaces pensamientos hubo también el de formar una
pescadería, pero nunca se había llevado a efecto a pesar
de haberse concebido el deseo de la construcción desde el año de 1804.
Las calles se hallaban en un lastimoso estado,
porque no se usaban en la composición buenos materiales ni se observaban buenos
métodos. El describir sus desigualdades y las molestias que en tiempos de agua
causaban sus lodazales, sería obra muy larga a par que innecesaria; cuando
todos hemos presenciado lo que sucedía pocos años hace. Y no se diga que esto
procedía de carencia de fondos, porque al ramo de calles y empedrados que
estaba a cargo del Ayuntamiento era aplicable el producto de la marca de
carruajes que unido al arbitrio injusto y desigual conocido con el nombre de fagina se estimaba en la
suma de $ 81.600 anuales.
En los rastros se mataban las reses en
desorden y con desaseo, y de allí se conducían a las plazas en una forma
asquerosa que guardaba con ellos consonancia. Parecía increible que tanto
descuido no produjese frecuentemente enfermedades contagiosas en un país
situado en la Zona Tórrida, y algunos ofrecían esa misma falta de policía como
la prueba más perentoria de la salubridad de nuestra atmósfera.
Así se hallaba la policía hasta el memorable
día 1 de Junio de 1834, en que se encargó del mando el Sr. Tacón. Muchos eran los males que tenía que remediar, muchas las
obras y reformas que emprender en tan interesante ramo, y comenzó por levantar
una magnífica pescadería y dos grandes plazas de mercado dentro de la ciudad.
Construidas sin gravamen alguno del público, tienen también la doble ventaja de
que al cabo de cierto número de años, adquiere el Ayuntamiento en propiedad
esos edificios que aumentarán la riqueza del fondo de propios en los términos
de que más adelante tendré ocasión de ocuparme.
Las calles se empedraron por el acreditado
sistema de Mac-Adams, se formaron cloacas que sirvieron para dar curso a las
aguas, se mejoró la matazón de las reses, se construyó una magnífica Cárcel y
un extenso campo para la instrucción militar, se formó el paseo de extramuros,
y se emprendieron otras muchas obras que parecían irrealizables en tan corto
período de mando.
El Escmo. Sr. D. Mariano Arango, al referirlas
sucintamente en una exposición que en 14 de Abril último leyó en la Junta de
Gobierno de la Real casa de Maternidad y que fue adoptada por aclamación, hizo
uso de las siguientes palabras que son de complemento de cuanto yo pudiera expresar
en este lugar. "No parece posible, dijo aquel respetable y benemérito
Sacerdote, que en menos de cuatro años de mando, si claramente no lo viésemos,
pudieran haberse verificado tantas y tan grandes obras en favor de esta opulenta isla”. “Si entramos en comparación (continúa) con las
memorias que nos han dejado los 25 Gobernadores propietarios o interinos que le
han precedido, desde la restauración de esta plaza, acaecida en el año de 1762,
hasta el presente, deduciríamos con evidencia que todas ellas "reunidas
son inferiores a las que se han practicado por nuestro Presidente en este
cortísimo período."
Las palabras que dejo trascritas son de tanta
mayor importancia cuanto que fueron pronunciadas después del relevo del General
Tacón, y cuando no podía sospecharse que algun estímulo menos noble pudiera
haber influido en aquel desahogo, que no es otra cosa en sustancia que una
expresión sincera de gratitud.
Si el Escmo. Ayuntamiento hubiera colocado su
nombre al frente de las obras de utilidad y ornato, si no hubiera dejado este
cuidado a los Capitanes Generales que para bien de la isla rigieron sus
destinos desde la restauración de la plaza, acaso serían más dignas de atención
sus palabras, cuando invocando la belleza de la ciudad viene formando el primer
cargo, y aspirando a que se demuela lo que con tanta impropiedad se llama malecón
o terraplén; pero
cuando esta cuidadosa solicitud estuvo desempeñada por los Presidentes, lleva
el cargo consigo tales caracteres de sin razón, que no es fácil encontrar
palabras adecuadas para calificar esta conducta sin peligro de incurrir en una
ofensa (...)
Cuando el Sr. Tacón hizo construir las dos
plazas de Cristina y del Santo Cristo y la Pescadería, dio cuenta a la Reina
Gobernadora así de aquellas obras como de las que tenía en proyecto, y S. M. no
solo se dignó aprobarlas, sino que además le previno en Real Orden de 27 de
Mayo, de 1835, que continuase dando pruebas de su esmerado celo por el aseo
y ornato público de esta Capital, y por los intereses y comodidad de sus
habitantes. Así lo hizo mientras estuvo en ella, y es bien extraño que se
le formen cargos por haber dado cumplimiento a los preceptos de S. M (...).
Imagen: Pescadería de
Tacón, ver más Aquí
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