Mariano Ramiro
I
Tiene la gente, devota
del bullicio y la alegría,
por la pelota manía
y no suelta la pelota.
Suda el quilo gota a gota
con beis-bolero interés,
y conozco a más de tres
que llevan su frenesí
hasta no entender el sí
como no le digan: yes.
II
En el mundo de Colón
vino, de golpe y porrazo,
a llevar un pelotazo
toda una generación.
Ufano con su chichón
del Béis-bol alza bandera
de filiación extranjera,
y, porque le da la gana,
hoy vivimos en La Habana
en continua pelotera.
III
Lo que maravilla es
que en este juego de moda,
toda la gente, sí, toda,
tiene que hablar en inglés.
Cualquiera suelta un ciempiés
sin ser pecado mayor
y en su creciente fervor
por tan raro tecnicismo
para hablar consigo mismo
necesita un traductor.
IV
Es el béis-bol, a fe mía,
útil y flamante juego;
aun sin comprenderle, llego
a darle mi simpatía.
Por estricta analogía
me convierto en english-man;
yo lo observo con afán,
y saco de ese belén
que a diez se le dice ten
y a uno se le dice uan.
V
Así se entiende el progreso,
y estaremos en su cumbre
adquiriendo la costumbre
de llamarle chis al queso.
Pero a la verdad, confieso
que bajo el diáfano tul
de este cielo siempre azul,
es incompatible afán
pedir prestado al tío Sam
lo que heredó de John Bull.
VI
Del match en el aula o clase
se puede, con la pelota,
sacar siempre buena nota
sacando a un hombre de base
ya es un bey-jit, ya es un pase,
o bien la línea certera
o un flay que mofe cualquiera,
o un roling veloz y duro,
lo que saca del apuro
al que quiera hacer carrera.
VII
Más que juego es profesión,
y aprontando unos reales
se adquieren profesionales,
(género de importación).
Cultivando con tesón
juego que tanto alborota,
en época no remota
fecunda en glorias y honores
tendrá también sus doctores
la ciencia de la pelota.
VIII
Tira el pitcher —low o jay—
y el batsman sacude el palo;
¿Le dio?, ¡a correr! ¿La erró?, ¡malo!
ya tenemos uan stray.
Repite el error; ya hay
quien vocifere que es au,
y si a coger llega un fau
el catcher, lance perdido,
se queda el batsman corrido
y el pueblo grita: ¡ponchau!
IX
Cada base es centinela
con consigna y sin fusil;
más alla se mueve el fil
inquieto, anhelante, en vela.
Grave, cual maestro de escuela,
el Ompaiar imparcial
con énfasis doctoral
cuenta las bolas, y amén,
que si no las cuenta bien
es... porque las cuenta mal.
X
Muchas lindas habaneras
sienten del juego el contagio
y hacen amoroso plagio
de las luchas peloteras.
Al que en frases plañideras
les declara su pasión
y quiere meterse en jon
sin sacramentar detalle,
lo ponen out, en la calle,
y mamá le da el scoon.
XI
No es la juvenil locura
sólo la que pelotea,
que tercian en la pelea
señores de edad madura.
No temen a la censura
porque la intención los salva,
y un pelotazo a mansalva
le paga el quisque más serio,
al nuncio y al ministerio
y hasta el lucero del alba.
XII
Este higiénico ejercicio
yo lo aplaudo y lo aconsejo
y si no fuera tan viejo
lo tomara por oficio.
Es prueba de buen juicio
prevenir una derrota;
quien juega al Béis-bol denota
tacto, talento profundo,
porque es preciso en el mundo
saber darle a la pelota.
Mariano Ramiro: Punto final, pról. de José de Armas y Cárdenas. Habana, 1887, pp. 113-18.
No hay comentarios:
Publicar un comentario