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sábado, 6 de agosto de 2011

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 La Sra. Condesa de Merlín en su corta permanencia en esta ciudad, se dignó visitar la Real Casa. Esta ilustre habanera, descendiente de uno de sus fundadores, se llenó de entusiasmo al ver en su país un establecimiento que honrara a las primeras capitales de Europa, e invitada por el Sr. Inspector y otros Señores para que se prestara a dar un concierto cuya entrada se dedicará a la obra también pendiente de la casa de mujeres dementes, por ser el departamento que miró con más particular interés, se avino a ello de buena voluntad.    
En su consecuencia la comisión de festejos, se encargó de organizar una función lírico dramática, habiendo alcanzado de los padres de varias señoritas de reconocido mérito, que sus hijas se presentasen en dicha función. Dña. Marta Teresa Peñalver, hija de nuestro diputado D. José María, Dña. Marta de Jesús Martínez, Dña. Gumersinda Entralgo y Dña. Vicenta de Francisca Arregui, figuraron en esta escena de humanidad y de beneficencia tan propia de su sexo: y la función tuvo un éxito tan brillante como debía esperarse de los talentos de cada una de aquellas nunca bien celebradas Habaneras. Su producido líquido fue de 3,553 ps. 2 rs. que se halla en depósito para cuando se principie la obra.
La comisión cumplimentó como era debido a la Sra. Condesa, a aquellas Señoritas, y a los Caballeros que también tomaron parte en la función, y la Junta llena hoy un deber de gratitud, mandando que se consigne en este informe, acción tan meritoria.
Había algunos años que el Escmo. Ayuntamiento de esta ciudad, por el atraso de sus fondos, no nos satisfacía, con puntualidad las dietas y consignaciones de dementes, y crecía por tanto su deuda de una manera extraordinaria. Estrechado aquel cuerpo por el pago de ellas, alegaba, ya la falta de medios para realizarlo, ya que el compromiso no era obligatorio por carecer de algunas de las formalidades requeridas por las leyes. La Junta tenía muy buenas razones para defender su causa, porque ella fue invitada por el Ayuntamiento a recibir los dementes de ambos sexos, mediante la indemnización acordada, que siempre era menos de lo que antes le costaban. Sin embargo, como por otro lado la Real Casa tiene algunas entradas de consideración por ese respecto, que aunque no han bastado ni con mucho para atender a sus crecidos gastos, con ellas, y con sus recursos generales ha podido hacer frente hasta ahora a todo, convino con dicho cuerpo capitular, en celebrar una concordia para terminar este asunto, la que se realizó ante el Sr. Teniente de Gobernador, comisionado por el Escmo. Sr. Gobernador y Capitán general y se acordó en ella que el Escmo. Ayuntamiento pagaría lo que se debiese hasta 1ro de febrero de este año en que se verificó, lo que se liquidase por las Contadurías de ambas Corporaciones, a razón de 4,000 pesos en los meses de noviembre de cada año hasta su extinción. Esta concordia fue aprobada por dicho Escmo. Sr. Capitán General y realizada la liquidación, resultó ser el liquido adendo del Ayuntamiento de 31,037 1/2 pesos real (...)
En medio de tan prósperos sucesos y todo género do adelantos, tuvo la Junta que llorar, este año, la irreparable pérdida del Escmo. Sr. D. Francisco Dionisio Vives, Conde de Cuba y antiguo e incansable protector del establecimiento. Al tiempo de su mando pertenecen los departamentos de niños, de pobres dementes de ambos sexos, y muchas y grandes mejoras que le granjearon el justo título de Reformador de la Real casa y que se colocará su retrato en las salas de Junta al lado de los ilustres, Casas, Peñalver, Someruelos y Ramírez. La Junta le tributó su último homenaje de gratitud, decretando unas honras fúnebres que se verificaron el 27 de julio.


Ramón Medina y Rodrigo: Informe sobre los trabajos en que se ha ocupado la Junta de la Real Casa de Beneficencia”, Memorias de la Sociedad Económica Amigos del País, La Habana, 1840, pp. 197-201 (fragmentos).

            

 De este sitio lúgubre, nos dirigimos a la casa de Beneficencia, en donde el alma descansa dulcemente, considerando los beneficios que a los desgraciados presta una bien entendida filantropía.
 El Marqués de San Felipe y Santiago a quien yo acompañaba es uno de los individuos de la junta que dirige este establecimiento, y como tal bienhechor de la casa por muchos miles de pesos, le fue permitido el enseñarme el edificio, y enterarme de los pormenores de su gobierno interior y hacienda.
 El local es espacioso y cómodo. Está situado en el sitio más sano de la ciudad. Está dividido en dos cuerpos; ocupan el inferior los niños, y las niñas viven en el superior. Estas están bajo la dirección de una maestra francesa que me pareció inteligente y celosa de la felicidad de sus hijas, pues que ella se considera, en los cuidados, como madre de todas.
 Admítense en aquella casa niñas infelices menores de diez anos, las cuales reciben hasta los diez y seis, enseñanza en los ramos de leer, escribir y contar, costuras y bordados. Desde aquella edad hasta la de 21 en que deben salir, se ocupan en las faenas de la casa. Al salir ya para casa de sus parientes, ya para las de sus maridos, reciben en dote quinientos duros.
 El número de niñas es de 80 generalmente; el año de 1838 han entrado seis, salido noventa, y quedaron existentes ochenta.
 Los niños son educados en las primeras letras, y en varios artes y oficios. Esta calculado todo de modo tal, que un niño que entre en el establecimiento con disposiciones medianas, puede adquirir conocimientos tales que a la edad de 21 años que queda en libertad completa, sepa bien un oficio y posea un capital en dinero de mil pesos fuertes. Y es preciso decir que, a pesar de tantas ventajas, el número de infelices no excede de sesenta. La junta se alegra por cierto de que escaseen tanto los desgraciados; pero daría con gusto instrucción a mayor número.
 A cargo de esta misma corporación, corren dos establecimientos de dementes, uno para hombres, otro para mujeres. El primero está en distinto local, y está bien ventilado y arreglado.
 El otro está en el mismo local de los niños; pero da lástima hasta hablar de él. Inmundas celdas peores que las destinadas en cualquier parte a las fieras, encierran a estas tristes extraviadas. El número de estas excedería poco de treinta. El de los hombres dementes es infinitamente más considerable, y es doloroso advertir que se nota de año en año un aumento considerable en esta clase.
 Todos estos establecimientos, incluso el de pobres, están sostenidos por los fondos generales de la casa. Suelen estos ascender a sesenta mil pesos anuales, consistiendo en censos de capitales impuestos, alquileres de casas, de una asignación sobre las harinas y villares, de dictas que paga el ayuntamiento por los dementes, y finalmente de limosnas, por lo que hay siempre un sobrante considerable, de algunos años a esta parte.
En la caja de dotes suelen existir siempre de doce a catorce mil duros. Hay que añadir a las cantidades indicadas más de sesenta mil duros de créditos.
 El número total de personas que sostenía este establecimiento, a fines del año último, asciende a 400.
 Pero, sería de desear que aquellas infelices niñas estuviesen más atendidas en la ropa; aunque en los estados aparecen depósitos de todo en los almacenes, sea descuido o falta de celo es el caso que aquellas desgraciadas carecen a menudo de las prendas más necesarias para su uso diario. Tampoco fuera malo que se extendiese algo más la enseñanza, y que se construyese un local decente para las dementes. La riqueza del establecimiento debe servir a la comodidad de las personas que ampara, no a figurar en lucidos estados.
 Triste fue aquella tarde para mí, porque me recordó tantas aflicciones; pero, tuvo alguna dulzura, mostrándome que hay alguna escasa chispa de generosidad en los mortales.

 Jacinto Salas y Quiroga: Viaje a Cuba (1840); Viajes de Jacinto de Salas y Quiroga, La Habana, 1964, Consejo Nacional de Cultura, pp. 90-92.
                        …
 
  Alrededor de 65 locas estaban confinadas aquí, de las cuales no más de una docena eran blancas, y las restantes de todos los matices del negro al pardo. Casi todas estaban caminando por el patio o a través de los dormitorios, y hablando solas. No podría haber un grupo de lunáticas más feliz; todas sus necesidades estaban satisfechas. No están sujetas a tratamientos médicos cuando gozan de salud ordinaria, y no tenían miedo a las duchas, las sangrías y las ventosas. No pude saber el número de curadas mediante este rudimentario tratamiento, pero varias eran aliviadas así cada año...
 Unas pocas eran dementes sobre temas religiosos; de éstas, una bonita joven nos recibió con mucha cortesía, y con una sonrisa boba tan constante, que era difícil mantener nuestra propia compostura. Otra, una bella muchacha de aire pensativo, respondió racionalmente a nuestras preguntas sobre su salud física; pero la permanente melancolía de su faz hablaba de un gusano que la roía.

 John Wurderman (1844), Notas sobre Cuba, La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1989
  

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