Juniperadas
Tres refuerzos de consideración ha recibido la Compañía funámbula del Circo de Chiarini: la Srta. Franchi, el Sr. Madigan y el conocido Lorenzo Maya.
La primera, es una bailarina de muchísima gracia que ha conquistado las simpatías del público desde su aparición.
El Sr. Madigan es, como acróbata, uno de los mejores que hemos visto. Sus saltos por encima de una pirámide de hombres y caballos, han asombrado a los concurrentes, y su doble salto mortal ha excitado el entusiasmo público.
En cuanto al Sr. Maya, es siempre el ocurrente y animado clown del año pasado. El público le ha manifestado en su salida del jueves, las simpatías de costumbre y le ha prodigado los aplausos a que se hace acreedor con su gracia y agilidad.
Con tan buenos elementos, puede estar seguro el Sr. Chiarini que no decaerá en lo más mínimo el favor que sus espectáculos gozan entre nosotros.
Diversiones públicas
El alma se extasía contemplando lo muchísimo bueno que hay por allí. Sobre todo lo que hacen los simpáticos hermanos Bisarelis, no tiene par en el mundo. Con decir a mis lectores que el corazón del espectador se quiere salir del pecho a cada uno de sus prodigiosos cambios y evoluciones, está dicho todo.
Ello es verdad que no faltan algunas veces sus pequeños contratiempos; pero son pecata minutta (pescado a la minuta). Las dos o tres caídas de uno de estos jóvenes funámbulos, no hicieron otra cosa que causar otros tantos sustos que pronto se disiparon. Los costalazos de la Sra. Oliveros, son tortas y pan pintado: cuando cae esta ligerísima funámbula, el duro suelo se convierte en lecho de rosas. El público está persuadido de ello y por eso acude a verla todas las noches, menos en la de su beneficio. El ligerísimo batacazo de la otra noche del niño Nicolo, no causó desagrado mayor, por lo mismo que no pasó de un beso dado con toda la gravedad de un cuerpo desplomado, que aunque excitó más luego la hilaridad de los concurrentes, pudo haber dejado al simpático volteador con la boca a plan barrido como el día en que su madre lo parió. Y finalmente, las caídas de caballo de la veleidosa Zoyara tampoco pasan de otros tantos lapsus, pues siempre tiene la suerte de quedar de pie y en disposición de volver a las andadas.
El lunes próximo tiene lugar el beneficio del intrépido jinete Robinson, tan popular en La Habana por los arriesgados ejercicios que tantos aplausos le han valido.
Excusado es decir que el Circo estará de bote en bote.
Entre las diferentes muestras de aprecio que piensan tributar al Sr. Robinson los concurrentes habituales a aquel espectáculo, figura en primera línea un magnífico cinturón bordado de oro y plata y adornado con un águila de oro macizo que tiene por ojos dos rubíes y en el pico un brillante de mucho precio.
Gran novedad
Acaba de llegar al Circo de Chiarini una gran compañía de ópera, procedente de Londres, que comenzará sus funciones en la semana próxima. Viendo Chiarini que, por lo subido de las pretensiones, no podía contar con artistas de dos pies ha contratado artistas de cuatro patas y cuatro manos, perritos y monitos que harán furor.
A continuación damos el retrato de uno de los principales cantantes, retrato que hemos adquirido a costa de los mayores sacrificios:
Don Junípero, Volumen 1, La Habana, 1862.
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