domingo, 26 de febrero de 2017

Visite récente à l’île de Cuba


 Eugène Ney publicó su "Visite récente à l’île de Cuba" en el tomo IV de Revue des deux mondes, 1831.

 Dejo un breve fragmento traducido por nuestro colaborador Varón de Mena:

 "Los alrededores de Matanzas son muy pintorescos. Me invitaron a hacer una excursión por el campo; y el domingo 7 de febrero, por la mañana, bajo un cielo azul celeste, subí a una volanta con M.P., alejándonos de la ciudad en dirección este.

 Casi inmediatamente estábamos en el país más bello del mundo: montañas cubiertas de bosques, valles, colinas, llanuras de café, mangos, enormes palmeras, naranjales, bambúes formando bóvedas y arcos oscuros y gruesos; todo animado por loros que volaban con alborotado cacareo.

 Sólo faltaba un poco de agua a este hermoso paisaje.

 Si los caminos de los alrededores de Matanzas fueran reparados de vez en cuando, que nunca lo son, serían excelentes; las pesadas carretas que cargan el café y el azúcar los desfondan y abren surcos profundos; sólo pueden pasar a través de ellos carruajes como las volantas, que muy difícilmente se volcarían.

 El cafetal del Sr. Stouder, adonde me dirigía, está a ocho millas de Matanzas. A medio camino, una nube negra y amenazadora nos hizo volver sobre nuestros pasos. De pronto sonó una trompeta, y los negros que estaban bailando y jugando se congregaron, y se pusieron todos, pala en mano, a apilar en grandes montones el café que se había tendido para secarlo.

 El mayoral, ex colono de Santo Domingo, y un negro, dirigían el trabajo látigo en mano y lo hacían restallar gritando: ¡Onta!, ¡Onta! Cuando el café estuvo amontonado, se le cubrió con una techumbre de paja o de hojas de palmera, hecha expresamente para ello, que lo envolvió por todos los lados.

 Volviendo a la ciudad, el Sr. Stouder nos hizo parar en una valla donde daban una pelea de gallos. Era un recinto circular de diez a doce gradas, cercado y cubierto por un techo. Estaba repleto de espectadores, y encontramos lugar a duras penas. Los contrincantes estaban ya fatigados cuando llegamos, y a cada tanto rodaban por tierra; sus propietarios, los únicos admitidos dentro de la arena, los recogían y les limpiaban el pico soplándoles dentro para quitarles el polvo, les exprimían caña de azúcar, les cosquilleaban bajo la cola, les rascaban el cuello, les estiraban las pata, los acercaban pico a pico, y los depositaban suavemente en el suelo, donde los pobres animales se arrojaban todavía uno sobre el otro, hasta que se tumbaban a cada lado, extenuados en el último esfuerzo.

 Después de la valla, fuimos a un agradable paseo en barco por el río Canímar, el cual cruza la ciudad hasta unas peñas elevadas, donde existen algunas cuevas cuya extensión se desconoce, con diferentes galerías, columnatas y soberbias estalactitas. Estas cuevas antiguamente dieron asilo a los indios, que los españoles perseguían sin tregua; pero estos desgraciados al final resultaban descubiertos, se precipitaban al agua, o eran asesinados con armas de fuego. Eso es lo que hizo dar a esta ciudad el nombre de Matanzas, lo que significa masacre, matanza".
                                                          
                                                          Matanzas, July 20, 1831.

 We hereby give notice, that in consequence of the death of our Mr. Henry Stouder, the Partnership hitherto existing between us, at Havana and Matanzas, in the Island of Cuba, under the firm of Henry Stouder and Co. is dissolved; our undersigned Mr. Willian Picard remaining charged with the liquidation of the saue.
 Hilliam Picard
 Leonard Coltmann
 John Lambert
 Herman Stolterfaht
 Conrad W. Faber

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