jueves, 14 de julio de 2011

La pederastia en Cuba


   
Dr. Luis Montané Dardé


Durante el año que acaba de pasar, la policía de la Habana ha puesto la mano sobre un grupo imponente de cuarenta y cinco pederastas empedernidos.
Nunca se hubiera podido presentar mejor ocasión para examinar de cerca una clase de individuos, cuyo estudio constituye uno de los capítulos más importantes de la Medicina Legal.
Sin embargo, comenzar este trabajo después de los de Zacchias, Tylor, Casper, Tardieu, Hoffmann y Bronardel -para citar únicamente los principales nombres- hubiera sido una empresa tan pretenciosa como inútil: ¿que podríamos en efecto añadir a sus descripciones? Mas, al pensar que los autores que acabamos de citar, no están siempre de acuerdo sobre la importancia de tal o cual signo; que los unos niegan completamente el valor que se les ha dado, mientras que los otros por el contrario, los dan como característicos, llegó a ser interesante el darnos cuenta del estado de la cuestión. Además alrededor de esta idea fundamental, venían a agruparse problemas interesantes bajo el punto de vista de las condiciones de raza y de clima. De ahí que el estudio de la pederastia en Cuba no fuera simplemente la reproducción de signos clásicos: ella ofrecía un punto original a primera vista, digno de tentar a un concienzudo observador.
Gracias a la benevolente autorización de un juez tan cortés cuanto esclarecido, nos ha sido posible, durante varios días, penetrar en la cárcel, donde, con el concurso de un discípulo distinguido de nuestra Facultad, Sr. Manuel F. Alfonso, he podido recoger en el examen de 21 pederastas, los materiales que me han permitido llevar a buen fin este estudio.
Deseo hacer público mi agradecimiento a estos señores.   
        
                       I

Desde el famoso grito de indignación de Foderé: que ne puis je eviter de salir ma plume de l´infame turpitude des pederastes!, es costumbre que todos los que se ocupan del mismo asunto, confiesen el rubor que les sube a la frente, y traduzcan las indecisiones que han tenido ante la idea de ocuparse de esta perversión sexual, tan asombrosa bajo el punto de vista psicológico: pudor exagerado, según mi criterio, cuando es el médico el que escribe o habla, porque considero que, al describir males vergonzantes, no tenemos, como hombres de arte, que inquietarnos de lo que puedan tener de repugnantes. La ciencia no tiene, no puede, no debe tener pudor.
Y sin embargo, si tuviera que hacer una profesión de fe, o mejor, si me fuera necesario resumir mi impresión sobre este tema, no podría hacerlo mejor que declarando a ejemplo de Goubaux (1), que mi creencia sobre el particular se encuentra expuesta en los versos siguientes de Boileau (2), en los cuales, como veréis, he sustituido unas palabras por otras.

“De tous les animaux que s´elevent dans l´air,
Qui marchent sur la terre, on nagent dans la mer,
De Paris au Japon, de Cuba jusqu´a Rome,
Le plus sale animal, á mon avis, c´est l´homme.

La palabra hombre representa, desde luego, no como en el poeta francés, la idea de la especie humana, sino aplicándose más particularmente al grupo de individuos adeptos al vicio asqueroso de que nos vamos a ocupar. Dejo a un lado, expresamente, el origen de la pederastia, que se remonta a …antes del diluvio; pero no puedo prescindir del deseo de trazar ante vosotros un bosquejo del asunto, tal como se encuentra en nuestros días. El moralista podrá convencerse de que la pederastia aún existe en todos los pueblos, y que en este capítulo nada tenemos que envidiarle a los tiempos más antiguos.
En Francia dice Calier (3), quién va a servirme de guía en esta revista a vuela de pluma, en diez años la jefatura de la policía se ha ocupado de 6,342 pederastas. Partiendo de este hecho los moralistas se complacen en calificar esta moralidad de escandalosa para el resto del mundo, y definir la depravación contagiosa e incurable de la capital que se complacen en titular la Nueva Babilonia.
Pues bien; veamos bajo este especial punto de vista, las costumbres de las otras naciones.
En Turquía, en todos los pueblos musulmanes, la pederastia se practica en pleno día y constituye la verdadera y casi única prostitución.
En Rusia es, entre ciertos quídams, el pasatiempo favorito de numerosas reuniones de invierno. En ese país, la opinión pública no le presta gran importancia, y ni siquiera se toman el cuidado de ocultarla.
En Austria, la opinión apenas se preocupa; no necesitamos más que percibir los anuncios que aparecen en algunos de sus periódicos. Copio un especimen, traducido al francés, y recogido de un número del Tagblatt.
“Busco, sí, busco un amigo que, como yo, sea partidario de la soledad y huya de la sociedad, y sobre todo de la sociedad de las mujeres. ¡Feliz el que se basta a sí mismo! Pero es más feliz el que posee un amigo, partidario de sus gustos. Que el que pueda comprenderme me escriba bajo esta dirección: Señor Amigo de la Naturaleza, Contaduría del periódico”.
Lleguemos a Italia:
Tal es el gusto que se tiene por la pederastia en Italia que hace terrible la competencia a la prostitución femenina; tan cierto es, que en las grandes ciudades, el mismo progenesta que persigue en las calles a los extranjeros, les ofrece en alta voz, y sin ruborizarse, un “batino”, una “bella ragazza” o un “piccolo bambino”.
La Inglaterra:
Es cierto que la poderosa Inglaterra no ha querido darle un nombre especial al vicio de la pederastia, pero es evidente que ciertos ingleses son partidarios del nameless crime: que reviste en ciertos barrios formas especiales como lo demuestran los escándalos señalados en Londres, hace apenas un mes, por la prensa de todos los países.
Alemania:
La pederastia ha adquirido tal desarrollo en Alemania, que se ha visto precisado el legislador, para contener su expansión, a constituirla en delito que castiga el artículo 175 del Código Criminal. Tan bien aclimatada se encuentra en dicho país, que un Doctor, M. Marx, ha llevado el cinismo hasta publicar en Leipzig, en 1875, un folleto en el cual protesta contra esa reprimenda legal aplicada a los amores que, contra lo natural, se dedican cierta categoría de individuos, y en los cuales aplaude la pureza, así íbamos a decir la castidad.
Difícilmente se encuentra un epíteto con que caracterizar la depravación moral que se desprende de dicho folleto que lleva por título Urnings-liebe.
M. Marx afirma que todos los antifísicos no son pederastas; entre ellos distingue aquellos que, aunque provistos de órganos masculinos, se aproximan a las formas de la mujer, por sus apariencias externas, haciendo un papel puramente pasivo, llevando una vida regular y tranquila con sus amantes a quienes guardan absoluta fidelidad, no cediendo jamás a deseos de libertinaje o de corrupción. Estos individuos no son, según él, ni sodomitas, ni pederastas; son seres de naturaleza particular que constituyen el género Hombre-Mujer, y a los que ha bautizado de Urnings.
Veamos ahora por qué signo, según él, se reconocen los Urnings. Desde la infancia buscan la sociedad y los juegos de niñas; adultos, se distinguen por su timbre de voz femenina y una gran timidez de carácter. Cualquier causa los abochorna, los asusta, y les hace subir la sangre al rostro, les repugnan todos los ejercicios violentos; por el contrario, tienen gustos pronunciados por los trabajos de aguja, marcada preferencia por las costumbres de las señoritas, las sortijas, las cadenas, las flores y los perfumes. Además manifiestan persistentemente repugnancia a las mujeres, no queriendo jamás tener con ellas contacto sexual. Es al hombre a quien tienen necesidad de amar, es hacia sus brazos, que los lleva el irresistible poder de un primer amor, es con él con quien comparten su fortuna, sin arrepentimiento y sin deseos de cambiar.
Los Urnings son, pues, según M. Marx, seres que obedecen a las leyes y exigencias que Dios les ha destinado, y que tienen derecho a vivir, a disfrutar de la vida, a ser dichosos según sus instintos, y a quienes no se puede hacer responsables, puesto que esos instintos han nacido con ellos.
La repugnancia que manifiesta la opinión pública por el amor urnien es evidente; pero no importa! Para M. Marx, esta repugnancia está ligada a una aprensión.
Se experimenta tanta repugnancia por un urning, debido a la costumbre de considerarlo macho; que se le considere como hembra, y entonces toda la aprensión desaparecerá. Y además, ¿por qué hacerlo responsable de un error del Creador, que ha deshonrado un cuerpo dándole un alma completamente inútil?
Conforme con sus principios M. Marx dedica su folleto, Urnings-liebe, al pueblo alemán, a los miembros del Parlamento, para obtener, no solamente la supresión del artículo 175 del Código Criminal -en lo que se refiere a los Urnigns- sino el reconocimiento legal a un tercer género, al género urnien, y como consecuencia la constitución del matrimonio legal del urnien con el hombre macho a su elección.
Mr. Marx, afirma que este género de matrimonio existe en Albania y en la Isla de Balkan, donde se celebra por religiosos delante de un altar.
Es una completa revolución social la que propone M. Marx.
¿Es esa obra, la de un loco? No es ésta, ciertamente, la opinión de M. Marx que se considera un sabio, un filósofo humanitario. Pero poco importa, después de todo, que sea sabio o loco, lo que es necesario conservar de su folleto, es que ha sido libremente vendido en Alemania, y que demuestra, que en dicho país existe el vergonzoso vicio que nos ocupa.
 Señores, después de todo lo que acabo de deciros, considero que poco os asombraréis al escucharme declarar que la pederastia existe en América.
                                                                     II

Es verdad que no conozco folleto alguno que se ocupe de la pederastia entre nuestros vecinos del Norte y del Sur; pero si es preciso juzgar por lo que pasa entre nosotros, debe existir en América, como existe en Europa, en Asia, en África, como existe en Cuba: algo más, sería floreciente en nuestro país si creemos las confidencias de cierta clase de individuos a los que tendré el honor de hacer desfilar ante vosotros.
Escuchad, la historia del jefe de la partida, el más interesante de estudio, bajo el punto de vista que nos ocupa.
J.S.P., de origen español, es un joven de 24 años; en el mundo especial donde se le busca y acaricia, se le designa con el sobrenombre de “Princesa de Asturias”.
Su aspecto general está lejos de ser repugnante, gracias a cierto cuidado en el vestir, y a su relativa limpieza, bastante desconocida entre sus camaradas. La cara fracamente empolvada, es imberbe, salvo los extremos del labio superior, provistos de ligera sombra. Los ojos negros, tienen expresión de languidez completamente femenina. Sus cabellos perfumados, cuidadosamente atendidos.
La mano fina, lleva en el meñique una gran sortija de muy mal gusto.
Con mimos de ninfa enternecida y con timidez de gacela, nos hace la historia de su vida:
Es él quien habla:
“Tengo vivos a mi padre, mi madre, mis hermanos mis hermanas…
A Dios gracias, ninguno se me parece.
Y es que he nacido con el vicio que me domina! Jamás he tenido deseos sino para las personas de mi sexo, y desde pequeño me agradaba vestirme de niña y dedicarme a los quehaceres de la casa (¿No encontráis ya en él, señores, el tipo urnien de M. Marx?).
A los 13 años hice mi travesía a América, y fue a bordo donde por primera vez conocí los contactos del hombre.
Mi aprendizaje en esta materia se continuó en los distintos establecimientos donde me colocaba mi tío. En ellos, no tardaba en experimentar las caricias íntimas, ya del principal o más a menudo de los dependientes; porque en casi todos los establecimientos donde viven muchos empleados, hay matrimonios.
Al volver mi pariente a España, quedé completamente libre. Abandoné las tiendas para entrar en diferentes fábricas de tabaco. Pero en ellas era tratado sin piedad desde que dejaba adivinar mi vicio.
He vivido en Cienfuegos, Cárdenas y otras ciudades principales del interior. Algunas veces me hacía violencia, pero en el mismo instante en que no pensaba en nada, encontré siempre algún camarada que me ponía en excitación, y me hacía volver a la mala vida.
De vuelta a La Habana tuve que sufrir un encierro de 14 meses en el Asilo San José: aún ahí, mi mala estrella me hacía entrar en el verdadero centro de pederastia.
Al fin salí y ante el desprecio que me hacían en todas partes, porque era muy comprometedor, me decidí a poner cuarto.
Desde entonces, he podido recibir con completa satisfacción a mis amigos y protectores, que son en su mayor parte militares o agentes de comercio, haciendo todos o casi todos en mi casa el papel pasivo, aunque también yo me presto a la misma fantasía, según el deseo de los aficionados.
¿Por qué me han arrancado violentamente de aquella existencia tranquila para encerrarme en esta prisión?
Yo estaba tranquilamente en mi cuarto con algunos compañeros cuando llegó la policía y nos prendió brutalmente.
¿Por qué únicamente nos han cogido a nosotros? ¡Hay tantos individuos que hacen lo que nosotros y que se pasean libremente por las calles!, y permítame usted una pregunta: ¿qué han ganado al encerrarnos? Fuera, nuestro vicio es facultativo; aquí es obligatorio, y raro es el día en que no tenemos que pasar por las horcas caudinas de algún presidiario!”
Todo esto señores, es la traducción exacta de lo narrado por la “Princesa”.  
Para terminar el retrato de J.S.P. agregaré, que presenta un pene muy alargado, ligeramente enroscado, y cuyo glande es delgado y puntiagudo en su extremidad.
Las nalgas normalmente desarrolladas, dejan ver cuando se las separa, un esfínter relajado casi por completo, y el orificio extremadamente dilatado e irritado.
Este “individuo” acusa haber contraído mediante el coito con un hombre, algunos chancros que ha traído la supuración de algunos ganglios.
Esta observación y algunas otras que me sería fácil reproducir, prueban, con mayor evidencia, que la pederastia existe en La Habana, en las principales ciudades del interior, en el campo, en todas partes.
Además, presento el cuadro que da la distribución por naturaleza y localidad:
Europeos 4 (españoles 3, italiano 1)                  
Insulares 17 (originarios de la Habana 10, del interior de la isla 7: San Antonio de los Baños, Los Palos, Colón, Santa Clara, Puerto Príncipe, Manzanillo).
En Cuba, como en otras partes, encontramos dos categorías de pederastas: 


-los aficionados
-los prostituidos


Los aficionados, es decir aquellos que buscan únicamente la satisfacción personal de sus deseos, y pagar el servicio al que se los proporciona.
Los prostituidos, es decir, todos aquellos que trafican con su cuerpo, y viven de la pederastia.
A la primera categoría pertenece el individuo cuya observación en resumen voy leeros, el que puede servir de tipo en la especie.
N., de 55 años de edad, hombre distinguido por la educación y la fortuna. Después de poco tiempo de permanencia en La Habana comienza a frecuentar las mujeres públicas, que lo desprecian por impotente. Entonces se dedica a la pederastia (papel pasivo), guardando tan pocas conveniencias, que pronto es conocido como tal por los habituales concurrentes a sitios públicos. Todas las noches, de once a doce se le ve en el parque, rodeado de jóvenes pederastas.
En más de un café trata de corromper algunos chiquillos que de noche se dedican a la venta de billetes de lotería.
Cierta ocasión, en uno de los corredores de nuestro principal teatro, y durante la representación, es sorprendido arrodillado y besando las partes genitales, descubiertas, de un joven, perteneciente, con seguridad, a la clase de los prostituidos.
Además, N. es un pederasta aficionado (amateur) de larga fecha. Ha hecho sus primeras armas en Oriente, donde ha ocupado puestos importantes; hace algunos años se hizo separar de su servicio donde se exhibe públicamente, en traje de oficial de húsares, y rodeado de jóvenes bambinos que le hacían escolta en las calles.
Dos o tres meses antes de su partida de La Habana, se le ha reunido un Turco, de edad madura, antigua concubina de otros tiempos, el que retirado por falta de empleo, venía como una antigua querida a reunirse con su primer adorador, del que no se ha separado después.
En cuanto a la categoría de los prostituidos de que está compuesto el grupo de nuestros pederastas, no he encontrado la organización clandestina del chantage.  Aquí, ¿los jesús? son desconocidos, desconocidos también los no sometidos, los entretenedores y los buscones. La división del trabajo no existe para esos seres degradados, que explotan del mismo modo el mismo vicio vergonzoso.
Su aspecto exterior está calcado en el de los pederastas de otros países; quien ha visto uno sólo, conoce “la fisonomía extraña, repugnante y sospechosa que traiciona a los pederastas del extranjero”. Tardieu declara, que sin resultado positivo, ha buscado en las diferentes partes del cuerpo de los pederastas, tatuajes análogos a los que se encuentran tan comúnmente en las mujeres públicas.
Estos signos hemos podido encontrarlos en seis de nuestros detenidos.
Dos de ellos merecen ser descritos:
-J.S.J., por apodo “Cece”, presenta en la región precordial, el dibujo de una rosa y un pájaro; y en el brazo derecho, el de un corazón atravesado por una flecha y una espada, y encima dos iniciales.
-B.G, conocido por “la Camagüeyana”, presenta en la región precordial, el dibujo de un corazón con dos iniciales.
Además, aquí como en el extranjero, es el mismo gusto desordenado por los perfumes, los polvos de arroz, los objetos brillantes (sortijas) o de colores vivos (pañuelos, medias).
El mismo contraste, entre el cuidado que prestan a la cara y al cabello, y la poca limpieza, a menudo repugnante, de la ropa interior.
La misma monomanía por los retratos, en los que se hacen representar como personajes de teatro, o más a menudo con vestidos de mujer, como podréis convenceros a la vista de dos ejemplares que hago pasar a vuestras manos
La repartición, según las edades, ha proporcionado la siguiente cifra:
 

De 20 a 25 años, 11
De 25 a 35 ídem,  6
De 35 a 50 ídem,  4
           total, 21 
 

Detalle curioso, y observado en todas partes: casi todos los pederastas que  hemos examinado viven en íntimo contacto con las mujeres, y trabajan junto a ellas en la más conmovedora armonía.
Así es que, entre nuestros 21 pederastas, he contado:


15 sirvientes de casas públicas
3 sastres
2 planchadores
1 tabaquero


Y es que la prostitución masculina tiene la misma organización que la prostitución femenina.
Para mayor análisis, he aquí cuáles son los nombres por los que se conocen y distinguen algunos de nuestros pederastas: la Princesa de Asturias; la  Pasionaria; la Verónica; la Isleñita; la Reglana; la Camagüeyana; Manuelita; Albertina,etc., etc.
En cuanto a los individuos que protegen esta triste compañía, pertenecen, según unánime declaración, a la clase acomodada o rica; declarando, además, los pederastas de color, que son visitados únicamente por individuos blancos! Curioso cruzamiento, bajo este punto de vista, de los diferentes grupos que pueblan este país!
En efecto, nuestros 21 pederastas están divididos de la siguiente manera:
 

Blancos  8    
Mestizos 9 
Negros   4

 
Los chinos no figuran en nuestro cuadro; pero sabemos que esta raza, industrial y económica, tiene particular tendencia hacia la pederastia ¿Quién no conoce los detalles de su vida anterior en nuestros ingenios?
Uno de los pederastas de color (Marcelina) declara: “que siendo esclavo, y careciendo de alimento, iba a buscar de los chinos, quienes, a cambio de un poco de comida, le exigían ciertas satisfacciones imposibles de referir.”
E.J., igualmente pederasta de color, y hago aquí textual su declaración: “empezó de chico, dándole a los chinos en el ingenio, donde era esclavo, sólo por el interés de la ración.”
Digamos, para concluir con las características generales de nuestros pederastas, que de ellos, únicamente el primero sabe leer y escribir; los demás han vivido siempre entre la miseria y la ignorancia.

                       III

Como ya habíamos dicho al principio de nuestro trabajo, lo que constituye la importancia de este estudio, es que todos los pederastas de que nos hemos ocupado, confiesan que vienen dedicándose desde más o menos remota época, al vergonzoso vicio; y, según sus declaraciones, podemos clasificarlos:
 

Exclusivamente pasivos   3
Exclusivamente activos   1
Activos y pasivos       17
Total   21                                                                               
Veamos ahora los signos que corresponden a cada una de nuestras categorías.
En primer lugar, pasemos revistas a los signos característicos de la pederastia pasiva:
El hábito especial de nuestros pederastas, está lejos de corresponder siempre a una conformación externa femenina.
Así es que, si nos ocupamos del estado de las nalgas, vemos que únicamente en seis casos se encuentran excesivamente desarrolladas estas partes.
Una vez, en “la Camagüeyana”, he encontrado la disposición tan singular, descrita por Tardieu, de las nalgas completamente reunidas a modo de masa globular.
Si pasamos a la deformación infundibuliforme del ano la encontramos: muy marcada en 6 casos; ligeramente marcada en 2 casos, es decir, 8 veces de 19, pues tres de nuestros pederastas, en un arranque de pudor, no se presentaron al examen directo del ano.
Esta deformación atañe, pues, como frecuente, casi la mitad de los individuos examinados.
El relajamiento del esfínter y la caída de los pliegues figura en 7 casos.
Una vez, en el caso de M.L.L (Manuelita) hemos podido observar, con el Dr. Reyneri, el prolapsus de la mucosa, formando dos pequeños labios regulares en su parte inferior, y recordando clásicamente la vulva de una perra.
Pero el signo más constante de todos, es la dilatación del ano: 15 casos de 19. En la mitad de ellos, la separación de los glúteos determinaba un lagrimeo de orificio entreabierto. La Camagüeyana presentaba el ano cubierto con un paño de tela ordinaria, probablemente para socorrer la incontinencia de materia fecal (4).
En la tentativa que hicimos de suspender una punta del paño el individuo dejó escapar un grito penetrante, desplomándose, y pudimos asistir a un ataque clónico de histeroepilepsia. ¡Nada más frecuente que los ataques de nervios en el mundo de los pederastas!
Dejo a un lado la existencia de paquetes hemorroidales, tan frecuentes en los individuos que nos ocupan, pero de interés secundario.
Así es, señores, que los signos clásicos de la pederastia pasiva, se encuentran de un modo evidente en nuestros pederastas.
Como signos especiales de ciertas costumbres obscenas, hemos podido observar, en 7 de ellos, la ausencia de 3 o 4 incisivos. Estos dientes han sido completamente arrancados, o bien las raíces quedan a veces limadas perfectamente. Estos individuos, sin duda alguna, pertenecen a la categoría de los que Tardieu tuvo que resolverse a hablar en latín: “cognomine pompeurs de dard sive de noeud”) (id est iurpíssima significatio) designatur qui labia et oscula fellaticibus blanditii proebent.”
Además, Bronardel refiere la observación de un joven detenido por actos de provocación en la vía pública, que declaraba en lenguaje imposible de reproducir.
¡Ah!, ahora no nos dejamos dar más per anum ¡es muy doloroso1, practicamos la succio virgoe.
Pasamos ahora al estudio de los pederastas activos.
Como bien sabéis, los signos de la pederastia activa, consisten para Tardieu, en una forma especial del glande, lo que considera característico: en el caso de que el pene sea pequeño y muy delgado, va disminuyendo considerablemente desde la base hasta la extremidad, que es muy afilada, formando dedo de monja, y recuerda completamente el canun more.
En nuestros pederastas no he encontrado más que una sola vez, análoga conformación, estando el pene poco desarrollado y presentando el glande la forma y dimensiones de una perilla de tabaco.
En otros tres casos el glande es largo y delgado, y el pene está ligeramente enroscado.
Bajo el punto de vista de la dimensión, nuestras observaciones se han hecho en 10 casos, en los que el pene está muy desarrollado (en uno el pene en estado de reposo tenía 16 cm de largo por 12 de circunferencia). Dos, en los que el pene está poco desarrollado; uno, atrofiado y cinco cuya conformación es normal.
En el caso de S.L (Sotero) hemos encontrado la conformación análoga a la que describe Tardieu en su XVI observación: Uno como surco circular, se extiende en toda su circunferencia, y a partir de esta línea, la extremidad del glande va adelgazando.
El estudio de los signos que presentan nuestros pederastas activos, nos lleva a declarar, que están de acuerdo, sobre este punto, con Bronardel y Hoffmann (5).
El primero de esto autores -cuyas numerosas observaciones destruyen el valor de los signos acordados por Tardieu a los pederastas activos- dice: “que la forma, el volumen del glande y del pene, varían infinitamente más, que los rasgos de la cara, y que no hay comparable a la diversidad del aparato genital masculino, más que los órganos genitales de la mujer”.
Por su parte Hoffmann, que niega que la pederastia activa posea algún signo característico, reproduce en su apoyo la siguiente observación: ”Hemos tenido la oportunidad de observar a un viejo monje, que según confesión propia, se había entregado a la pederastia activa, desde hacía años, y no hemos podido encontrar la menor deformación del pene.


Conclusiones:


Del estudio a que nos hemos dedicado sobre la pederastia en este país, se desprenden las dos proposiciones siguientes:


1ro. Los signos de los hábitos pasivos de la pederastia, y en primer término la dilatación del ano y el relajamiento del esfínter, presentan gran valor bajo el punto de vista de la medicina legal.

2do. De acuerdo con la mayor parte de los autores que se han ocupado del mismo asunto, declaramos que la pederastia activa, no tiene signo alguno característico.

La Habana, Enero 18 de 1890

Notas: 


1, Armand Goubaux: Des aberrations de sons gonesques et de l´hibrydité dans les animaux. Nouvelles archives d´obstetrique et de Gynecologie, no 1, 1889.
2, Satire, VIII.
3, F. Carlier: Les deux prostitutions, París, 1887.
4, En su afán por lo femenino, algunos emplean este sistema, con el objeto de simular un período menstrual (Nota del traductor).
5, Hoffmann: Element de medicine legale.-Introduction et commentaires par P. Bronardel.

"Estudio de Medicina Legal: La Pederastia en Cuba" (Trabajo escrito en francés y leído por su autor en la última sesión del Congreso Médico de la Isla de Cuba y traducido por nuestro corredactor Dr. E. Lebredo). Primer Congreso Médico Regional de la Isla de Cuba, Imprenta de A. Álvarez y Cía, 1890.  
 

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