viernes, 1 de julio de 2011

Círculos

  
 
 
 Rogelio Saunders

 
 En una fresca mañana de primavera, el profesor V. (hombre circunspecto y sabio, de traje azul a rayas con levita de paño negro, gastado por el ejercicio del magisterio y de una inderrocada viudez, pero impecable) entró en nuestra clase de 2do de Preparatoria, dejó caer con gesto diestro su cartapacio sobre el escritorio, tomó una gruesa tiza de la adusta caja de plástico transparente, la alzó en el aire matinal con elegancia,  y dijo:

 —Existe un círculo creciente.

 Luego, se volvió hacia el pizarrón antiguo y dibujó, en efecto, con trazo firme un gran círculo en el que era difícil percibir el final y el comienzo.

 Hecho lo cual, guardó silencio durante cuarenta y cinco minutos seguidos, mirando hacia delante con una mirada tranquila, como si todas las cosas que le hubieran preocupado en este mundo, antes o después, hubieran quedado resueltas para siempre.

 Entonces W. W. Lester, un muchacho alto y delgado de pelo negro a quien se consideraba el primero de la clase, pero al que yo y otros veíamos como a un perfecto engreído destinado a alimentar el rebaño enfermizo de las clases altas (tenía una inteligencia vulgar, y para colmo dos arrugas gemelas tiraban de sus ojos como dos cómicas linternas chinas) emergió con un solo movimiento del amasijo de plástico y metal de su pupitre y preguntó:

 —¿Y eso es todo?

 —No —dijo el profesor V., abandonando por un instante su mutismo de hierro—. Además de ese círculo, hay otro.

 Colocó la tiza en su sitio, dio una media vuelta suave y, sin que se le alterase un solo músculo de la cara, sin hacer ningún movimiento inútil o dar un solo paso en falso, se fue directamente a un lugar llamado Camarillo.

 Le pregunté a mi compinche Larson dónde quedaba ese Camarillo (porque la sonoridad del nombre me intrigaba: era como un puesto de gasolina amarillo alzándose inmóvil en medio del desierto).

 —Oh —dijo en mi espalda la voz aniñada de Larson, como una trompeta en sordina—: Camarillo está al Oeste, en California, a unos 10.000 kilómetros de Suiza.

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